• Así nos Vemos

 

Redacción / CAMBIO 22

 Hace algunos años éramos felices y sin saberlo. Me vienen a la mente recuerdos de la infancia cuando acudir a la escuela, era una verdadera odisea, todos los niños del pueblo acudimos a la misma escuela, al mismo salón. Con el grupo que iniciabas con ellos debías terminar, aunque varios companeros por cuestiones económicas no pudieron hacerlo. Eran tiempos en qué la educación era necesaria pero no prioritaria ya que por ser zona rural, desde pequeños había que contribuir para apoyar la economía familiar ya que casi en todas las casas, había un denominador común.

Éramos familias muy numerosas, de 9 hermanos más los Progenitores, se llegaba a 11, hubo un telegrafista del pueblo que tuvo 14 hijos, era un triunfo diario que coman todos. Cuando eso las mamás eran muy listas, criaban sus animalitos de traspatio, con ello había huevos y carne para comer de vez en cuando un caldito. Habían matas de Chaya, se cultivaban legumbres en pequeñas milpas en Canche’s, lechuga, rábano, cilantro, enredaderas para el chayote, tomates, matas de limón, de chinas, de naranja agria, de aguacates, ciruelas, mangos, un verdadero agazajo eran los patios. Se comía lo que se producía. No existía la dependencia, el Paternalismo tan acendrado del gobierno como ahora.

 

Cuando anunciaban por radio con mucha interferencia por cierto, que se aproximaba un huracán, la gente se guardaba en sus palapas y a soportar los embates de la naturaleza, después salir a limpiar los patios de los árboles desgajados, los huanos arrancados y si había láminas recogerlas y se procedía a la reparación por familia, no había aquel lamento que se ha patentado de exigir despensas, láminas, agua, enseres, no, todo era responsabilidad de los jefes de familia.

Era una verdadera epopeya lo que vivíamos, eran pruebas que nos hacían fuertes sin saberlo, sin percibirlo. Así fuimos creciendo con un régimen familiar que educaba para la vida, que te preparaba para los embates del futuro. Muchos tuvimos que trabajar en la venta de chocolates, paletas, refrescos en el cine, palomitas, bolear zapatos, la renta de revistas como Kalimán, que llegaba cada 8 días en el único autobús que cruzaba por el pueblo. Don Cupertino Sosa, apodado don Cuba padre del buen Alvarito, tenía un marco de madera con unas sogas que lo cruzaban y así se colgaban las revistas para que las veas y te acerques a alquilarlas, que felices éramos..

Llegó la etapa de la Secundaria y es cuando nos dimos cuenta que la educación tenía peso, además éramos parte de una generación de transición, recuerdo con especial emoción unas estrofas del Himno de la Secundaria, escrito por el entonces Profesor de Música don Pepe López..

Hagamos siempre arder la antorcha del saber, la escuela siempre será Templo de Luz, Guía de Juventud. En Felipe Carrillo Territorio de Quintana Roo. Los escolapios muy elegantes uniformados, con corbata y cuartelera, las muchachas con faldas a la medida, eran largas con un tope de 4 dedos a la rodilla. La elegancia no estaba peleada con la pobreza, mi Padre tenía una frase que acuñó, “ La situación económica no debe causar infelicidad”. Cuánta verdad en tan solo 7 palabras.

Los maestros eran auténticos Apóstoles de la Educación, el de la cátedra de Español nos introdujo a las lecturas de los clásicos, al Poema del Mío Cid, del Periquillo Sarniento, Marianela de Benito Pérez Galdós, el de Inglés nos compartió canciones de Los Carpenters, Los Osmond, Los Beatles, eran puertas que desconocíamos y resultaron fascinantes. Que educación la de antes, ahora la modernidad está obviando varias asignaturas que formaban mujeres y jóvenes de manera integral, listos para enfrentarse a la vida. Será que los Sindicatos al tener bastantes concesiones han abonado al olvido? Será que tantos cambios de Programas y Métodos de estudio, en lugar de abrir las mentes, las confunden y las vuelven obtusas? Cómo han pasado los años…

Así fueron pasando las diferentes etapas, muchos hemos visto y contemplado cuando se instaló la primera gasolinera en el pueblo, cuando se construyeron las carreteras a Mérida, Chetumal y Cancún, eran verdaderas escenas de sorpresa sentarnos a contemplar como pasaban los Campers con gente Anericana adulta, a veces más de 50 vehículos, unas casas rodantes que traían colgadas en la parte de atrás, motos, bicicletas o a veces vehículos más pequeños eran remolcados. Eran horas y horas de cruce, una delicia para la pupila, corríamos a su lado y nos sentíamos correspondidos, cuando nos hacían ademánes con las manos, el famoso Adiós, en verdad que felices éramos…

Ese Quintana Roo era nuestro, podíamos hacer excursiones para visitar Tulum, entrar a la Zona Arqueológica y recorrer los castillos, las edificaciones, sentarte horas y horas a contemplar la belleza infinita del Mar Caribe, que felices éramos. Luego a caminar hasta Punta Piedra, aventurando, disfrutando de la escapada familiar, eran nuestras las playas, naturales, vírgenes, el horizonte se contemplaba sin construcciones que le han robado la vista, que han encerrado entre paredes pedazos de la belleza, eso ya no volverá y nuestros hijos nunca podrán disfrutar ese Quintana Roo que poco a poco nos ha sido arrebatado, nos fue robado.

Nuestra felicidad era incomparable, nuestro orgullo no cabía en nuestros corazones. Cuánto hemos cambiado en tan poco tiempo, Será que hemos perdido o quienes han ganado? Será que los Mayas pueden acceder con facilidad a las playas como nos tocó a nosotros? Sigue siendo válida una frase del doctor Pena Xicum “ Los Mayas no Tenemos Fronteras”

p.d. Continuará..Primera de varias partes..

Mejor seguiré caminando y cantando “ Como han pasado los años, que mundos tan diferentes y aquí estamos frente a frente, como dos adolescentes que se miran sin hablar”

 

 

 

 

redaccion@diariocambio22.mx

AFM/ MA

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