Despacho 14

 

El Violento Oficio de Escribir

 

Alfredo Gris/CAMBIO 22

Una enfermedad de climas tropicales vinculada a este fenómeno.

En todo el país no hay contención para este tema de salud social.

A todos los que lo lograron y a quienes nos quedamos en el intento, por el dolor y el delirio de los suicidas antes de matarse.

El suicidio es un fenómeno que se ha estudiado desde varios enfoques de investigación. Se ha dado por sentado que pertenece al ámbito de la salud mental. Aunque en los trabajos de corte psicológico se contempla el aspecto social, éste se entiende como un posible factor y no como una dimensión argumentativa que sirva para explicar la complejidad de dicho fenómeno. En otras palabras: se ha obviado la relevancia de analizar el suicidio en su entorno estructural y social, como señalaba, hace más de un siglo, hay decenas de trabajos e investigaciones psicológicas y psiquiátricas, en el que su propuesta busca explicar la estrecha relación entre las enfermedades mentales y el suicidio, o trabajos con enfoques más generales, como el publicado por la World Federation For Mental Health titulado Enfermedad mental y suicidio. Guía para la familia para encarar y reducir los riesgos. En los trabajos anteriormente señalados se observa que el suicidio es un objeto de la psicología. Este enfoque centrado en lo individual se hace evidente al considerar que prácticamente la totalidad de los programas de prevención o de atención a casos de suicidio está en manos de psicólogos y psiquiatras y muy pocas veces a cargo de sociólogos o antropólogos. Esto ocurre porque, como se ha mencionado, se trata de un asunto que se considera un problema de salud que entraña aspectos individualistas y no colectivistas.

Hace algunos años surgió la idea de que existía el “suicidio maya”, es decir, que históricamente las personas originarias de esta cultura -principalmente en estados como Yucatán, Quintana Roo y Campeche- se quitan la vida en mayor proporción que otras.

Esta problemática empezó a analizarse desde los ámbitos médicos y psicológicos. Las autoridades, los académicos y los medios de comunicación empezaron a documentar su existencia. Incluso se llegó a mencionar que existía un “gen suicida” que podría estar en el ADN de esta población.

Una situación que contribuyó a considerar este tipo de muertes como algo particular de la población maya del sureste mexicano es que dentro del Códice Dresde –un documento que tiene aspectos relacionados con los mayas– se observa la imagen de la diosa Ixtab con una soga enredada en el cuello. A mediados del siglo XX, algunos investigadores supusieron que esta figura era la diosa del suicidio. Sin embargo, en la actualidad esta idea ha sido debatida.

Otro hecho que ha impulsado diversas investigaciones sobre este fenómeno es que en los últimos años estados como Yucatán han registrado una alta tasa de suicidios. Por ejemplo, según el INEGI, en 2022 en esa entidad hubo 366 casos, 91% de ellos fue por ahorcamiento, es decir un suicidio al día. Actualmente es el estado con mayor índice de suicidios en el país.

Aunque en principio las autoridades lo vieron como un problema de salud mental, que tendría que tratarse a través de políticas públicas enfocadas en la prevención, hoy se han agregado otras miradas a dicho análisis, por ejemplo, desde la antropología y la etnografía.

En entrevista con varios antropólogos y sociólogos, estos explican que como parte de su acercamiento etnográfico –en donde se busca observar y describir cuáles eran las costumbres y tradiciones de esos lugares– acudía a esos sitios para entender el significado del suicidio para sus habitantes, qué tipo de rituales hacían alrededor de esta práctica, qué pasaba después de que una persona se quitaba la vida o cómo se expresaban sobre el caso.

Lo que se debe saber y hacer en relación con la muerte por ahorcamiento entre los mayas yucatecos”, los etnógrafos señala la importancia de “la mirada principal”, que es la que ofrece “el propio actor social del evento; es decir, aquellas personas que entienden, observan, sienten […] la muerte por ahorcamiento”.

Sin embargo, en el Día Mundial de la Salud Mental, médicos, activistas y líderes religiosos expresan su preocupación por que Yucatán, conocido por su baja tasa de homicidios, lidera las estadísticas de suicidios. “El 70% de las muertes por suicidio se asocian a los problemas de salud mental, como la depresión, ansiedad, consumo de alcohol, pérdida de empleo y otros trastornos”, contó el director del Instituto de Salud Mental de la Secretaría de Salud estatal, el psiquiatra Arsenio Rosado Franco.

Para tratar de frenar la ola de suicidios, explicó que el gobierno de Yucatán arrancó una línea de apoyo y orientación emocional disponible las 24 horas de los siete días de la semana, incluyendo un psicólogo que habla maya.

“Está disponible para cualquier persona que tenga ideas de muerte por suicidio, depresión y ansiedad o padres que no sepan qué hacer con su hijo adolescente que está en crisis”, añadió.

El proyecto permite gestionar un plan de seguridad, “trabajar en primeros auxilios psicológicos y derivar a un hospital, centro de salud mental o un centro de atención de adicciones”.

Por lo anterior, cuando hablamos del suicidio como fenómeno, planteamos la necesidad de analizarlo desde marcos estructurales y sociales. No porque ello implique descartar el gran aporte que tanto la medicina como las ramas derivadas nos ofrecen, sino porque en el sentido estricto del estudio del suicidio en tanto fenómeno de orden social —con patrones y correlaciones sociales— también debe investigarse desde la vertiente estadística. De esta manera se podrán generar métricas que nos permitan describirlo, analizarlo y, si los datos lo permiten, predecir el comportamiento social a partir de indicadores poblacionales.

De ahí que funcionarios y “profesionales de la salud” expresan en entrevistas para medios de comunicación que, en Yucatán —por ejemplo—, la gente se priva de la vida porque tiene mala alimentación. En una nota del portal “Yucatán Ahora” desde el titular mismo se advierte: “Aseguran que la alimentación del yucateco propicia suicidios”. El nutriólogo entrevistado asegura que “el yucateco tiene personalidad de hígado” ya que come carnes, lácteos y harinas. Según explica, este tipo de alimentos “deprimen mucho” a las personas. Más adelante hace señalamientos respecto al tiempo que demora en digerirse la cochinita, como parte de los ejemplos alimenticios que, según su percepción, se relacionan con el tema del suicidio (“Aseguran que la alimentación” 2019). En otra nota publicada por el Diario de Yucatán, el autor señala que, de acuerdo con estudios por especialistas de la UNAM, “El calor influye en el aumento de suicidios”, en las entidades cálidas como las del sureste del país. Según esta nota, “las altas temperaturas influyen en la conducta violenta, causan irritabilidad en el comportamiento y afectan la interacción social”. La base del argumento que sobresale en la nota es que la mayor cantidad de suicidios ocurren durante los meses más cálidos del año.

También en Yucatán el suicidio se relaciona con la pelagra, antes de proseguir, debemos señalar que la pelagra es una enfermedad perceptible a simple vista. Su causa principal de aparición en el enfermo se debe a la dieta deficiente en niacina o triptófano. Esta enfermedad con el tiempo causa alteraciones cutáneas y anomalías intestinales muy parecidas a lo que hoy se conoce como bulimia y anorexia; también hay estreñimiento y diarrea. Otra característica es la aparición de histeria y esquizofrenia, causa de alarma porque lleva a los enfermos a atentar contra la vida propia o de otras personas.

Por eso es que algunas autoridades han señalado que el suicidio se debe a la mala alimentación, obvio y erróneamente no han explicado bien el tema de esta enfermedad, La pelagra es una enfermedad endémica en los climas templados y subtropicales, y puede padecerse a cualquier edad; sin embargo, es más frecuente en varones de entre 30 y 50 años. La enfermedad es común entre quienes consumen mucho maíz. En la actualidad, la pelagra es común entre enfermos contagiados del VIH. El cuadro clínico de la pelagra consta de cuatro etapas. La primera es la preeritematosa o prodrómica, y sus síntomas son neurasteniformes e histeriformes, ello da lugar a cambios de ánimo e irritabilidad. En esta fase la lengua se torna de rojo escarlata a blanca y negra en sujetos de color obscuro. La estomatitis también se manifiesta. Después inicia la segunda etapa, eritematosa, que se caracteriza por lesiones simétricas en la piel. En la tercera se manifiestan trastornos mentales y nerviosos, parestesias, hormigueos de ardor o frío en las manos o pies. El padecimiento se vuelve realmente duro, pues hay instantes en que los espasmos y contracturas de las extremidades se vuelven frecuentes. La característica principal son los desórdenes mentales de tipo melancólico depresivo y las tendencias suicidas. La cuarta etapa es la última y se le conoce como caquéctica; se presentan emanaciones de tipo neuromuscular extrema con temblor en la lengua y ataxia de dicción. La muerte suele ser precedida por complicaciones infectivas intercurrentes de las que cuales la tuberculosis es la más común.

Hay dos tipos de pelagra, la seca y la húmeda. En la segunda se perciben pústulas seropurulentas que se convierten en costras amarillas exfoliantes en la piel, como las del vitiligo. El tegumento, al volverse blando y aterciopelado (como en los recién nacidos), da lugar a casos hemorrágicos. El eritema pelagroso se presenta en las manos y pies formando, respectivamente, guantes y botas. En el cuello se forma un collar como de casal.

Sin embargo y a pesar de todas las circunstancias y factores que hacen que Yucatán lidere a nivel nacional la tasa de suicidios, es importante mencionar que tampoco y en ninguna entidad del país, el Gobierno ha implementado campañas de salud mental, a pesar de que este es un tema muy serio de salud social, que lastima y lacera a miles de habitantes año con año.

 

redaccionqroo@cambio22.mx

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