Una Medida Ecológica Implementada por China Generó Alteraciones en el Ciclo del Agua
13 Dic. 2025
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China reforestó millones de hectáreas para frenar la desertificación y mejorar el ambiente. El éxito fue enorme, pero también trajo efectos inesperados: estudios recientes indican que la expansión forestal modificó el ciclo hidrológico del país al aumentar el consumo de agua de los bosques jóvenes. Un caso que obliga a replantear estrategias de restauración ecológica a gran escala
Redacción / CAMBIO 22
Durante décadas, China apostó por recuperar suelos degradados y combatir la erosión con campañas masivas de plantación. El paisaje cambió de forma radical: donde antes había polvo y desierto, hoy hay bosques verdes visibles desde el espacio. Pero la ciencia comienza a revelar una cara menos conocida de este avance. Imágenes satelitales y datos publicados por Earth’s Future (AGU) muestran que los nuevos bosques consumen más agua de la esperada, especialmente durante su crecimiento acelerado. El resultado: alteraciones regionales del ciclo del agua y descensos en acuíferos del norte del país.

Reforestación masiva con efectos hidrológicos inesperados
No se trata de un impacto negativo absoluto; la reforestación redujo la desertificación y mejoró la calidad del aire. El problema aparece cuando los árboles crecen rápido y requieren grandes volúmenes de agua en zonas ya secas. Los científicos señalan que el consumo hídrico aumentó más rápido que la capacidad natural de recarga subterránea, generando presión sobre ríos, suelos agrícolas y reservas disponibles.
El caso chino demuestra una lección clave: plantar árboles no siempre equivale a recuperar agua. Lo que importa es qué especies se plantan, dónde y en qué densidad. Algunas zonas reforestadas usaron especies exóticas o muy demandantes de agua, desplazando la vegetación nativa adaptada a climas semiáridos.
China ajusta su estrategia para equilibrar bosque y agua
Lejos de deshacer lo logrado, China ya discute modificaciones para asegurar sostenibilidad a largo plazo. Entre las medidas sugeridas están reducir densidades forestales, diversificar especies y priorizar plantas autóctonas, que requieren menos agua y mantienen funciones ecológicas equivalentes. El objetivo es conservar los beneficios climáticos sin comprometer la seguridad hídrica en regiones vulnerables.
El país entiende que su política forestal es ahora un experimento global: un caso real para estudiar las consecuencias físicas de alterar ecosistemas a escala continental.
Lecciones para el mundo en plena carrera por reforestar
El proyecto chino es observado por países que planean restauraciones masivas, como quienes impulsan la Gran Muralla Verde africana o programas de recuperación en América Latina. La experiencia deja una advertencia valiosa: reforestar sí, pero con planificación hídrica y ecológica.
Nuevos modelos combinan hidrología, biología vegetal y meteorología para predecir cómo grandes bosques afectan lluvias, evapotranspiración y acuíferos. Una plantación bien diseñada puede capturar carbono y generar agua; una mal planificada puede estresar recursos críticos.
El planeta necesita más árboles, pero también estrategias basadas en evidencia. China se ha convertido en un laboratorio vivo que muestra que restaurar ecosistemas es posible, aunque exige equilibrio, seguimiento y ciencia. La clave no es solo plantar bosques, sino asegurarse de que puedan coexistir con el agua que los sostiene.
Fuente: Meteored
GPC/RCM




















