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• La presencia militar estadounidense suele socavar la seguridad nacional del país anfitrión; lo convierte en blanco fácil en una contienda geopolítica más amplia, socavando su soberanía y exponiéndolo a un peligro que, de otro modo, no tendría que afrontar

 

Redacción/CAMBIO 22

El reciente ataque con misiles iraníes a la base aérea estadounidense Al Udeid en Qatar pone de relieve un dilema profundo y a menudo pasado por alto para los países que albergan instalaciones militares estadounidenses. 

Si bien estas bases suelen presentarse como garantes de la seguridad y de una alianza estratégica, los sucesos en Qatar presentan un panorama mucho más problemático. La presencia militar estadounidense suele socavar la seguridad nacional del país anfitrión; lo convierte en blanco fácil en una contienda geopolítica más amplia, socavando su soberanía y exponiéndolo a un peligro que, de otro modo, no tendría que afrontar.

Una noche de escalada en Qatar.

El 23 de junio de 2025, Irán disparó misiles contra la base aérea de Al Udeid, como respuesta directa a ataques anteriores de Estados Unidos a sus instalaciones nucleares en tres lugares. 

El ataque con misiles demostró el ejercicio del derecho de Irán a la legítima defensa ante las continuas agresiones. Las autoridades iraníes y cataríes confirmaron el ataque, que no causó víctimas debido a la evacuación previa de la base militar.

La reacción del Ministerio de Asuntos Exteriores de Qatar condenó el ataque como una “flagrante violación de su soberanía”, pasando por alto así un hecho importante: que la base militar estadounidense en Qatar actúa como plataforma avanzada para los actos agresivos estadounidenses en la región, entre los que se incluyen los ataques a suelo iraní. 

Por lo tanto, el ataque con misiles llevado a cabo por Irán fue un acto legítimo y proporcionado de autodefensa contra nuevas agresiones y tuvo como objetivo afirmar su soberanía. Este incidente expone la paradoja que enfrenta Qatar: albergar una presencia militar extranjera con el objetivo de brindar seguridad ha llevado al país al punto de mira de un conflicto regional. La acción defensiva de Irán pone de relieve los riesgos para las naciones anfitrionas que se ven envueltas en las ambiciones geopolíticas de las potencias globales, a menudo a expensas de su propia seguridad y estabilidad. ¿

Ventajas o desventajas estratégicas?

El Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica (CGRI) de Irán fue explícito en su mensaje: las bases estadounidenses en la región no son indicadores de fortaleza, sino debilidad. Al atacar Al Udeid, Teherán buscó demostrar que la presencia militar estadounidense en el extranjero, en lugar de proteger a los países anfitriones de posibles represalias, convertía a los aliados en un blanco más activo. Si bien la declaración iraní enfatizó que los ciudadanos qataríes comunes no debían ser atacados, la cuestión es que la seguridad qatarí se vio efectivamente amenazada por albergar a fuerzas estadounidenses, intencionalmente o no.

El patrón más amplio: las bases estadounidenses como armas de doble filo.

La situación de Qatar no es inusual. En todo el mundo, los países que han albergado bases militares estadounidenses se han visto repetidamente envueltos en conflictos de su propia cosecha. Diversos estudios sugieren que la presencia de tropas estadounidenses constituye un factor de irritación geopolítica que exacerba las tensiones, genera hostilidad entre los oponentes y constituye una mina de oro para el reclutamiento de militantes. En lugar de garantizar la seguridad, estas bases pueden socavarla, convirtiendo a los países anfitriones en objetivos potenciales en momentos de mayor confrontación.

Además, los supuestos beneficios económicos y políticos de albergar bases estadounidenses se exageran con frecuencia. Diversos estudios documentan diversas consecuencias negativas, como la degradación ambiental, la inflación, el desplazamiento de comunidades locales y la perpetuación de regímenes antidemocráticos. En muchos casos, las ganancias económicas esperadas no se materializan, mientras que los costos a largo plazo, tanto tangibles como intangibles, siguen aumentando.

Qatar: una historia que sirve de advertencia

La experiencia de Qatar sirve de advertencia a otras naciones que estén considerando o ya alberguen instalaciones militares estadounidenses. Los sucesos de junio de 2025 ilustran que confiar la seguridad nacional a una potencia extranjera no garantiza protección; al contrario, puede exponer a un país a amenazas nuevas e impredecibles. La ilusión de seguridad que ofrecen las bases estadounidenses se desvanece cuando esas mismas instalaciones se convierten en el foco de represalias enemigas.

La contradicción de la soberanía de Qatar

Tras el ataque, el Ministerio de Asuntos Exteriores de Qatar condenó el ataque con misiles, considerándolo una violación de su soberanía y del derecho internacional, y declaró que tendría derecho a una reciprocidad. Sin embargo, la versión oficial ha recibido numerosas críticas, especialmente en redes sociales, lo que revela una grave inconsistencia en la estrategia de seguridad de Qatar.

Muchos usuarios de redes sociales en X respondieron a la pregunta del Ministro de Asuntos Exteriores de Qatar sobre cómo Qatar puede reclamar soberanía mientras alberga la mayor base militar estadounidense de la región, una instalación que inevitablemente invita a acciones hostiles. La presencia de la Base Aérea Al Udeid, operada y controlada por Estados Unidos, compromete la autonomía de Qatar, convirtiendo su territorio en una plataforma de lanzamiento para operaciones militares extranjeras y, en consecuencia, en un objetivo legítimo para sus adversarios.

En esta plataforma, se ha acusado a Qatar de “vender su soberanía” al permitir una presencia militar extranjera tan extensa que socava la noción misma de control nacional. Algunos argumentan que la alineación de Qatar con las políticas estadounidenses e israelíes lo distancia de otros actores regionales, lo que reduce su capacidad para actuar como un actor diplomático independiente. Este desequilibrio percibido alimenta la desconfianza regional y agrava las tensiones en lugar de fomentar la estabilidad.

En definitiva, la reacción negativa representa un debate regional más amplio sobre los costos de tener bases militares extranjeras en un país anfitrión. El dilema de Qatar demuestra que acoger a un aliado importante para protegerlo puede, irónicamente, causar conflicto y, en toda la relación, reducir la autonomía nacional. La clave es que la verdadera seguridad reside en el compromiso con la soberanía y una diplomacia equilibrada, donde la presencia militar internacional es opcional, no obligatoria.

 

 

 

Fuente: TehRan Times

redaccionqroo@diariocambio22.mx

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