Redacción / CAMBIO 22

JMM, 16 de septiembre. – A dos semanas del regreso a clases, los mostradores de las papelerías locales todavía se llenan de familias en busca de libretas, mochilas y colores. Sin embargo, tras la emoción de la primera compra escolar, los comerciantes empiezan a medir con lupa un panorama que no resulta del todo alentador.

Carlos Pérez Díaz, comerciante del ramo papalero, asegura que las ventas han sido un respiro frente a años anteriores, aunque sin alcanzar el auge de otras temporadas. “Comparado con el año pasado sí hemos tenido un poco más de movimiento, pero si miramos hacia dos años atrás, todavía estamos abajo entre un 20 y 25%”, comenta mientras acomoda cajas de cuadernos en su local.

El repunte inicial de las primeras semanas dio esperanza, pero la demanda comienza a estabilizarse. “Los padres de familia ya compraron lo básico: libretas, lápices, colores. Eso es lo que más sale. Lo demás se ha quedado en los estantes”, explica. Los artículos de mayor costo, como mochilas de marca o sets completos de geometría, han tenido menos salida en comparación con productos más sencillos y económicos.

Otro factor que pesa en el negocio es la invasión de artículos importados de origen chino, más baratos, pero de menor calidad. “Claro que eso nos afecta. La gente busca precio y no siempre compara la durabilidad. Un cuaderno nacional ofrece garantía, pero en redes sociales y comercios informales se encuentra más barato, y la economía manda”, señala Pérez Díaz.

El comerciante recuerda que tras la pandemia el panorama cambió radicalmente: la competencia digital y los grupos de venta en línea restaron fuerza a los pequeños negocios. “Antes, la temporada escolar era un levantón seguro. Ahora, muchos compran por internet o en ventas informales. Eso sí nos ha bajado bastante”, reconoce.

Pese a las dificultades, en su voz no hay resignación, sino una apuesta a seguir de pie. Con un ligero aumento en los precios, cercano al 3% respecto al año pasado, y el esfuerzo por mantener surtido y trato directo con sus clientes, Pérez Díaz confía en que la confianza de las familias locales seguirá inclinando la balanza hacia los comercios establecidos.

El regreso a clases deja una radiografía clara: la tradición de comprar útiles en la papelería del barrio todavía resiste, aunque enfrenta la presión de lo digital y lo desechable. Entre libretas apiladas y cajas de colores, los comerciantes locales libran su propia lección: reinventarse para no quedarse fuera de la escuela de la competencia.

 

 

 

 

redaccionqroo@diariocambio22.mx 

AFC

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