Jorge González Durán / CAMBIO 22

 24 de enero-. Heberto Alcázar Leyva, un pianista de excepcional sensibilidad y un maestro en el arte de la composición falleció hace casi seis años. Durante años impartió clases de piano en la Casa de Cultura de Cancún. Un formidable amigo de un tiempo fundacional. Heberto presintió que tenía poco tiempo ya. En el reloj de su alma entrevió que solo disponía de algunas horas. Y entonces, acostado en su cama, con dificultades para moverse, le dijo a Bertha, su esposa, el amor que lo acompañó hasta la hora postrera, que quería escuchar el Réquiem de Mozart.

 

Ella mostró cierta reticencia, pero el insistió. Cerró los ojos y comenzó a ascender a la eternidad en las alas de Mozart, a quien él consideraba un Dios. Hoy encontré esta foto de él y quise compartirla porque no debemos olvidar a quienes son eslabones de la historia artística y cultural de Cancún. Y en el marco del Festival de Piano de Cancún, tuve la fortuna de encontrarme a su esposa. El azar siempre tiene caminos inéditos para llegar a los amigos. Fue una noche sorprendente.

 

 

 

 

redaccion@diariocambio22.mx

AFM/ AGF

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