Javier Chávez Ataxca / CAMBIO 22

Hace tres meses la fiscalía general de Quintana Roo ofreció una recompensa de 300 mil pesos para localizar a Gilberto Guzmán de Dios, el padrastro acusado de violar y matar a un niñito de dos años en Cancún. Este inhumano ser ya estaba en las manos de la justicia y desapareció el pasado 11 de octubre, aunque nos aseguran que se fugó aprovechando un parpadeo de sus vigilantes.

Llama la atención que la búsqueda haya quedado en el olvido, a menos que los sabuesos de la Fiscalía sigan peinando medio país para encontrarlo sin hacer olas, cosa que dudo.

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Y no parten a ciegas, porque saben que el prófugo es originario de Teziutlán (Puebla) y hasta tienen su domicilio por la credencial de elector que difundieron al atraparlo, tan pronto cometió el crimen que estremeció a buenos y malos, dentro y fuera de Quintana Roo.

Del aviso de recompensa casi nadie se acuerda, porque no ha sido lanzado al menos cada semana. Aquí lo que está a revisión es la brutal incompetencia o negligencia de la Fiscalía para localizar a un ser que no tiene pasaporte para esconderse en otro punto del planeta. Tal vez le apuestan al olvido cura todo.

Espero que el fiscal General Raciel López Salazar se aplique en este caso, como en muchos que reclaman su atención y acción de supuesto experto.

Un niñito de dos años aguarda justicia. Quizá su madre no, pero sí miles de quintanarroenses hartos de criminales que aplican la pena de muerte sin ser perseguidos, como ocurre con Gilberto Guzmán de Dios, cuyo apellido materno es un ofensivo engaño.

 

 

 

 

Fuente: Café de Altura

redaccion@diariocambio22.mx

GPC/RCM

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