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• En 2025, los accidentes viales en Cancún se dispararon más de 65%, con un promedio de 15 percances diarios y un alto número de víctimas mortales, incluidos turistas

 

• Falta de educación vial, transporte público imprudente y ausencia de control efectivo alimentan una problemática que amenaza la seguridad y la imagen internacional del destino

 

• Las estadísticas recientes pintan un panorama preocupante

 

Renan Castro Hernández/ CAMBIO 22

Cancún, uno de los destinos turísticos más importantes de México, enfrenta una seria crisis de seguridad vial, la combinación de falta de educación vial, conductores imprudentes y un tráfico cada vez más caótico ha derivado en un alarmante número de accidentes y muertes en los últimos años.

Tan solo en agosto de 2025, una turista de 73 años falleció tras ser arrollada por un vehículo a exceso de velocidad en el boulevard Kukulcán de la Zona Hotelera, casos como este ponen de relieve una realidad inquietante, los siniestros viales en Cancún se han vuelto frecuentes y están cobrando vidas, afectando no solo a las familias locales sino también la imagen turística de la ciudad.

El año 2024 cerró con más de 1,700 accidentes vehiculares en Cancún, dejando un saldo aproximado de 38 personas fallecidas, estas cifras superaron a las de 2023, evidenciando una tendencia al alza en los percances y muertes relacionadas con el tránsito. Lejos de disminuir, los accidentes se han disparado en 2025, tan solo en el primer semestre del año se registraron 2,717 hechos de tránsito en el municipio de Benito Juárez (Cancún), un 65.1% más que en el mismo periodo de 2024.

“Esto equivale a un promedio de 15 accidentes viales cada día en la ciudad.”

La situación es claramente crítica y demanda atención urgente de autoridades y sociedad.

• Causas Principales: Factores Humanos y Falta de Respeto a las Normas

Diversos análisis coinciden en que el principal detonante de esta problemática son los factores humanos.

Según Carlos Ariel Farjad Sánchez, coordinador de Educación Vial de Cancún, la mayoría de los choques ocurren por distracciones al volante, exceso de velocidad, uso del teléfono celular, maniobras peligrosas y falta de atención por parte de los conductores. Si bien elementos climáticos (por ejemplo, la lluvia intensa) o condiciones vehiculares y viales también influyen, el comportamiento del conductor es determinante.

En sus palabras, “los principales causantes [de los accidentes] han sido las distracciones al volante, las malas maniobras y el incumplimiento de los límites de velocidad”, esto revela una falta de cultura vial profunda, muchos automovilistas no respetan las reglas de tránsito básicas ni conducen con la precaución debida, incluso bajo circunstancias adversas.

Como ilustran los reportes locales, en un lapso de 24 horas recientes ocurrieron cerca de 20 accidentes en Cancún debido a la imprudencia y al desconocimiento de las normas al conducir bajo lluvia, hubo colisiones múltiples, motocicletas derrapadas y hasta una volcadura, con al menos 8 personas lesionadas. Las autoridades señalaron que en días lluviosos muchos conductores no toman las precauciones debidas, demostrando una alarmante falta de conciencia vial, cada percance de este tipo es evidencia de una educación vial deficiente, ya que no se respetan las señales, no se adecúa la velocidad al clima y se maneja sin la atención necesaria.

Falta de Educación Vial: Una Generación de Conductores Imprudentes

Detrás de estos comportamientos está la falta de educación vial tanto en la población general como en conductores específicos. Un ejemplo claro es el de los motociclistas: se estima que el 90% de los motociclistas cancunenses no conocen las reglas básicas de tránsito, pues muchos aprendieron a conducir de forma empírica, enseñados por familiares o amigos.

Esta carencia formativa tiene consecuencias directas, en Cancún ocurren entre 20 a 30 accidentes de motocicleta diariamente, reflejo de prácticas temerarias muy extendidas.

Es común ver motociclistas que no respetan semáforos en amarillo o rojo, juegan “carreritas” con automóviles y se meten imprudentemente entre vehículos, además, muchos circulan sin equipo de protección adecuado, usan cascos de mala calidad, no portan chalecos reflejantes y llegan a manejar en sandalias o con hasta cuatro personas abordo de una moto.

Esta combinación de inexperiencia y desprecio por las normas convierte a los motociclistas tanto en víctimas frecuentes como en partícipes de numerosos percances.

El problema no se limita a las motos, en general, en Cancún pareciera imperar una cultura de la imprudencia al volante, conductores de autos particulares incumplen reglas básicas como ceder el paso al peatón, mantener la distancia de seguridad o respetar los límites de velocidad. La falta de programas efectivos de educación vial desde temprana edad y la facilidad con que se puede obtener una licencia de conducir han dado paso a una generación de automovilistas con lagunas en su formación cívica.

Como resultado, la ciudad enfrenta a diario conductas de riesgo, gente texteando mientras maneja, rebasando por la derecha, ignorando señalamientos y estacionándose en lugares prohibidos, esta ausencia de disciplina vial está en la raíz del desorden que se vive en las calles cancunenses.

El Peligro en Dos Ruedas: Motocicletas y Fatalidades

Los motociclistas merecen mención especial debido a su alta implicación en los accidentes de la ciudad. Datos oficiales señalan que en aproximadamente 35% de los accidentes viales está involucrada al menos una motocicleta, desafortunadamente, también constituyen una gran proporción de las víctimas mortales.

Tan solo en 2024, las autoridades reconocieron que muchos de los fallecidos en accidentes eran usuarios de motocicleta, quienes perdieron la vida tras derrapar o chocar por falta de respeto a las normas viales, en el primer semestre de 2025 la tendencia continuó, de los 2,717 siniestros registrados, más de 900 involucraron motocicletas. Esto indica que prácticamente cada día varios motociclistas sufren accidentes en Cancún.

¿Por qué tantos motociclistas están en peligro?

Además de la mencionada falta de capacitación y equipamiento, influye la actitud, muchos circulan sin precaución, confiando en su agilidad para zigzaguear en el tráfico, pero esa falsa sensación de control puede ser letal. La vulnerabilidad de una moto es enorme frente a un automóvil; un leve roce o un bache pueden causar que el motociclista pierda el equilibrio, sumado a esto, la ausencia de casco adecuado o de protecciones incrementa las probabilidades de que un accidente en moto termine en tragedia.

Los especialistas locales enfatizan la urgencia de fomentar una cultura de manejo responsable en dos ruedas, respetar los límites de velocidad, conducir a la defensiva y, sobre todo, acatar las reglas de tránsito.

Sin estos cambios, los motociclistas seguirán figurando desproporcionadamente en las fatídicas estadísticas viales de Cancún.

Transporte Público: Buses, Combis y Taxis Fuera de Control

Otro factor crítico en el desorden vial de la ciudad es el transporte público. Lejos de ser modelos de conducción segura, muchos choferes de autobuses urbanos, combis (vans de transporte colectivo) y taxis incurren en prácticas temerarias.

Durante el primer semestre de 2025, se documentaron 436 accidentes que involucraron unidades de transporte público en Cancún, equivalentes a un promedio de 16 por semana (más de dos al día). De estos, los taxis fueron los más frecuentes (237 percances en seis meses), seguidos por las combis tipo Urvan con 92 incidentes registrados, en total, los siniestros con vehículos de transporte público representaron alrededor del 16% del total de accidentes en el municipio, esto refleja la constante presencia y responsabilidad de este sector en la siniestralidad vial local.

Las causas detrás de estas cifras son preocupantes, se ha señalado que varios operadores de transporte público conducen a alta velocidad y compiten en “carreritas” por pasaje en zonas muy transitadas por peatones y familias.

En 2024, por ejemplo, se reportó que choferes de autobuses de ruta (incluyendo empresas como ADO y Autocar) y taxistas del sindicato “Andrés Quintana Roo” figuraron entre los principales involucrados en choques graves.

El problema es doble, por un lado, estos conductores manejan vehículos de mayor tamaño o capacidad (autobuses, vans) que al accidentarse pueden causar daños masivos; por otro, están transportando vidas humanas, por lo que su irresponsabilidad es aún más imperdonable. Las consecuencias de su imprudencia no solo las sufren ellos mismos, sino también sus pasajeros inocentes y terceros en la vía, es revelador que las autoridades municipales admitan que el transporte público aporta cerca del 20% de los incidentes viales, y por ello han iniciado capacitaciones especiales a conductores de camiones y taxis para sensibilizarlos sobre la responsabilidad que implica su labor, sin embargo, mientras persista la presión por ganarle el pasaje al competidor y no haya una vigilancia estricta, muchos seguirán quebrantando las normas con tal de llegar más rápido, poniendo en riesgo a todos a su alrededor.

Zona Hotelera: Tragedias que Manchan la Imagen del Destino

Si hay un lugar donde los accidentes viales generan especial preocupación, es la Zona Hotelera de Cancún, este corredor turístico no solo concentra a miles de visitantes a diario, sino que además consiste en un bulevar (Kukulcán) de largas rectas donde algunos conductores aprovechan para acelerar irresponsablemente. Los incidentes en esta franja privilegiada no solo son mortales, sino que también tarnan la imagen de Cancún ante el mundo, los turistas llegan buscando descanso y diversión, pero pueden encontrarse con escenas de caos vial que deterioran la percepción del destino.

Lamentablemente, en los últimos años la Zona Hotelera ha sido escenario de varios percances graves, el caso mencionado al inicio “la turista adulta mayor arrollada mortalmente” por un conductor que huyó en el km 4 de Kukulcán es uno de ellos. Apenas unos meses antes, en enero de 2025, dos extranjeros fueron atropellados por un automóvil mientras cruzaban por un paso peatonal en el kilómetro 9.5 de la misma vía, temprano por la mañana, en ese incidente el chofer “no tuvo precaución” y embistió a los peatones, quienes resultaron heridos y fueron trasladados al hospital, afortunadamente sobrevivieron, pero la situación evidenció la falta de respeto incluso hacia los cruces señalizados en plena zona turística.

Otros sucesos han sido aún más aparatosos, choques entre vehículos particulares y autobuses de transporte turístico, volcaduras espectaculares e incluso accidentes con varios fallecidos en la Zona Hotelera han sido reportados en los últimos cinco años. Cada uno de estos hechos no solo es una tragedia humana, sino un golpe a la reputación de Cancún como lugar seguro para vacacionar.

La indignación ante estos casos ha ido en aumento, familias de víctimas y voces de la comunidad han criticado abiertamente la ausencia de medidas estrictas de seguridad vial en áreas de alta afluencia turística, se cuestiona por qué no hay más vigilancia de Tránsito en el boulevard Kukulcán, o por qué faltan reductores de velocidad, radares de fotomultas y mejor señalización a lo largo de la Zona Hotelera.

Los propios visitantes a veces externan su sorpresa al ver conductores que no ceden el paso a peatones en los cruces o autobuses que se pasan altos en plena zona turística, cuando la prioridad debería ser proteger a peatones y ciclistas muchos de ellos turistas poco familiarizados con la vialidad local, la realidad es que prevalece el desorden.

Esta situación ha llevado a que autoridades turísticas y empresarios locales expresen preocupación, pues con cada accidente resonante “se mancha la imagen del destino” y puede sembrarse la duda entre futuros viajeros sobre la seguridad de moverse por Cancún.

Impacto en la Comunidad y la Economía

Más allá de las cifras frías, cada accidente vial conlleva un alto costo humano y económico, en términos humanos, están las vidas truncadas, peatones atropellados, motociclistas jóvenes que no volverán a casa, padres de familia que mueren en choques evitables. Por cada fallecido, hay familias enteras sumidas en el duelo y en ocasiones niños que quedan huérfanos, incluso los lesionados graves representan historias de dolor, recuperaciones largas o discapacidades permanentes.

Estas son pérdidas irreparables que no deberían ocurrir en trayectos cotidianos. Como señaló el coordinador de Educación Vial, “conducir un vehículo implica una gran responsabilidad” porque “llevamos vidas humanas en nuestras manos”. Lamentablemente, en Cancún esa responsabilidad no se está honrando en muchos casos.

En lo económico, los accidentes también pasan factura, las familias de las víctimas enfrentan gastos médicos enormes, costos funerarios e incluso la pérdida del sustento si el fallecido era proveedor.

A nivel ciudad, cada choque genera costos en servicios de emergencia, daños a infraestructura (postes, semáforos, banquetas) y congestiones viales que afectan la productividad.

El turismo, columna vertebral de la economía local, también puede resentir el impacto, si Cancún llega a ser percibido como un sitio caótico o peligroso para moverse, algunos visitantes podrían optar por otros destinos. De hecho, los accidentes que derriban postes de luz como uno ocurrido en el boulevard Colosio donde un autobús de personal hotelero chocó contra un poste y dejó sin electricidad a la zona, afectan directamente las operaciones de hoteles, restaurantes y comercios. Y cuando un hecho vial obliga a cerrar una vía principal por horas, los retrasos repercuten en tours, traslados al aeropuerto, etc.

Según analistas, reducir los accidentes no solo salvaría vidas sino que evitaría pérdidas millonarias en costos asociados y afianzaría la confianza de turistas y residentes por igual en la seguridad de la ciudad.

Falencias en la Infraestructura y la Vigilancia

Parte del problema radica en que la infraestructura vial y la vigilancia en Cancún no han avanzado al ritmo del crecimiento de la ciudad, con una población y parque vehicular en aumento, las calles de Cancún muchas trazadas décadas atrás lucen insuficientes o mal diseñadas para el tráfico actual.

Existen tramos con señalización deficiente, escasa iluminación y falta de cruces seguros para peatones en zonas críticas, por ejemplo, en avenidas de alta velocidad es común ver pasos peatonales poco visibles o inexistentes, obligando a la gente a cruzar corriendo y poniendo su vida en riesgo. Algunas intersecciones peligrosas carecen de semáforos o de vueltas indirectas, provocando choques, aunque el gobierno ha anunciado proyectos para mejorar la infraestructura (como pasos peatonales a desnivel o ampliación de avenidas), muchos de estos no se han materializado o avanzan con lentitud, convirtiéndose en “obras fantasma” según medios locales.

La falta de mantenimiento vial también incide: baches y pavimento resbaladizo (especialmente bajo la lluvia) han contribuido a derrapes y choques, sin que se atiendan de inmediato.

En cuanto a la vigilancia y control, también hay deficiencias notorias, por un lado, el cuerpo de Tránsito Municipal parece insuficiente en número, no se dan abasto los agentes para cubrir toda la ciudad, y es común no ver patrullas de tránsito en horas críticas o en lugares concurridos, vecinos han denunciado que en algunos cruceros peligrosos nunca hay agentes dirigiendo la circulación, ni siquiera tras ocurrir accidentes repetidos.

Por otro lado, pesa la sombra de la corrupción, históricamente, la dirección de Tránsito en Cancún ha enfrentado escándalos (como supuestas cuotas o “mordidas” a conductores infractores), lo cual mina la autoridad moral de los agentes para imponer orden, si un automovilista sabe que puede sobornar a un oficial para evitar la multa por exceder velocidad, el efecto disuasivo de la ley prácticamente desaparece.

Esta combinación de poca presencia policial y aplicación laxa de sanciones ha llevado a una percepción de impunidad en las calles, muchos conducen mal porque asumen que “no pasa nada” o que la probabilidad de ser detenidos es baja.

Las autoridades locales reconocen en parte estas falencias, han intentado implementar operativos de vigilancia y control para frenar la situación alarmante, por ejemplo instalando retenes de alcoholímetro, radares móviles o puntos de revisión. Sin embargo, como admite el propio municipio, el problema va más allá de solo poner agentes, se requiere un cambio cultural donde cada automovilista entienda la importancia de respetar las normas.

Mientras ese cambio llega, ¿qué se está dejando de hacer? Claramente, falta mayor rigor: más patrullajes constantes en zonas conflictivas, cámaras de fotomultas para sancionar excesos de velocidad, operativos sorpresa contra carreras clandestinas o conductores ebrios, etc.

Cancún dispone de tecnología y personal que podría emplearse mejor en la vigilancia vial, pero hasta ahora los esfuerzos resultan insuficientes ante la magnitud del caos.

Respuesta de las Autoridades: Planes, Campañas y ¿Fracasos?

Conscientes del problema, las autoridades de Quintana Roo y del municipio de Benito Juárez han anunciado en años recientes diversas iniciativas para mejorar la seguridad vial, a nivel estatal, se desarrolló un Programa Integral de Seguridad Vial de Quintana Roo, que busca establecer acciones concretas para gestionar la seguridad en carreteras y zonas urbanas.

Este programa, alineado con las recomendaciones internacionales (como la Visión Cero promovida por la ONU), plantea desde mejoras en infraestructura segura hasta educación vial y fortalecimiento de la normativa, en el mismo sentido, Quintana Roo se ha sumado a la Estrategia Nacional de Seguridad Vial 2021-2030, comprometiéndose a reducir las muertes por siniestros viales mediante enfoques multisectoriales.

A nivel municipal, Cancún ha implementado algunas medidas innovadoras, en mayo de 2025 se lanzó el programa piloto “Cruces Seguros”, un esfuerzo de urbanismo táctico para rediseñar intersecciones peligrosas.

Bajo este esquema, en diez cruceros con alta incidencia de accidentes se realizaron intervenciones temporales: pintura llamativa en el pavimento, ampliación de banquetas con barreras, nueva señalización provisional y obstáculos para reducir la velocidad de los vehículos, estas acciones, coordinadas por el Instituto Municipal de Planeación (IMPLAN) en conjunto con Tránsito, Protección Civil, el Instituto de Movilidad (IMOVEQROO) y Obras Públicas, buscan calmar el tráfico y proteger a peatones en puntos críticos.

La alcaldesa Ana Patricia Peralta ha apoyado esta iniciativa, y funcionarios locales destacan que cada “cruce seguro” podría equivaler a una vida salvada si logra prevenir atropellamientos, además, este modelo de intervenciones de bajo costo sigue ejemplos exitosos recomendados por la OMS, priorizando la seguridad de usuarios vulnerables de la vía.

Otra medida ha sido la capacitación de conductores profesionales, como se mencionó, la Dirección de Tránsito, en coordinación con sindicatos de transporte, ha impartido cursos obligatorios a taxistas, operadores de combis y choferes de autobús para recalcar las normas y fomentar un manejo responsable.

Igualmente, se han difundido campañas de concientización en medios locales, mensajes sobre usar el cinturón de seguridad, respetar ciclistas, no conducir bajo efectos del alcohol, etc. En temporadas vacacionales cuando aumenta el tráfico Tránsito lanza operativos especiales y se coordina con la Guardia Nacional para vigilar las carreteras costeras y de acceso a la ciudad.

Sin embargo, la gran pregunta es ¿han funcionado estos planes?

Hasta ahora, los números sugieren que no con la eficacia esperada, pese a los programas y promesas, los accidentes no han disminuido; al contrario, alcanzaron picos históricos en 2022 y 2023, y en 2025 van camino de romper récords negativos, esto indica que ha habido fallas en la implementación o en el alcance de las medidas.

Por ejemplo, el mencionado programa de “Cruces Seguros” es apenas un piloto en unas cuantas esquinas, cuando la ciudad tiene decenas de puntos conflictivos sin atender, las capacitaciones a choferes, si bien loables, dependen de la voluntad de los mismos de cambiar hábitos arraigados, y es difícil medir su efecto a corto plazo, las campañas de sensibilización pueden chocar con una realidad social en la que muchos conductores simplemente las ignoran.

Además, algunos proyectos gubernamentales se han quedado en el tintero, se prometieron, por parte de administraciones anteriores, sistemas de fotomultas que nunca se implementaron; se habló de modernizar el transporte público para reducir las combis informales, cosa que avanza muy lento; y se anunció la incorporación de más agentes de tránsito, pero en la práctica no se percibe un aumento significativo en la vigilancia diaria. Estas promesas incumplidas minan la confianza pública y contribuyen a la sensación de que no se está haciendo lo suficiente. En pocas palabras, los planes han fallado en su objetivo central, salvar vidas en las calles, y mientras no se traduzcan en acciones contundentes y sostenidas, la tendencia no cambiará.

Vale la pena destacar que incluso las autoridades reconocen la necesidad de redoblar esfuerzos.

A inicios de 2025, funcionarios municipales plantearon que, tras evaluar el impacto de las medidas vigentes, podrían ser necesarios nuevos filtros de control o aumentar las infracciones para garantizar una mayor seguridad vial.

En otras palabras, están considerando endurecer la aplicación de la ley, más puntos de revisión, sanciones más altas para conductores ebrios o reincidentes, etc, esto sugiere que hay conciencia del problema, pero queda la duda de si se dará el paso de la retórica a la acción sostenida.

Hacia una Solución: Educación, Enforcement y Voluntad Política

Frente a este complejo panorama, expertos y ciudadanía coinciden en que la solución demandará una estrategia integral y perseverante, en primer lugar, es imprescindible fortalecer la educación vial a todo nivel, campañas permanentes en escuelas, en centros de trabajo, en medios de comunicación, que ayuden a moldear una nueva cultura de respeto en las calles.

Niños y jóvenes deben crecer con la noción de que las reglas de tránsito salvan vidas, y los adultos deben ser constantemente recordados de su responsabilidad detrás de un volante.

La educación, sin embargo, rinde frutos a largo plazo, por lo que en el corto plazo se requieren también acciones inmediatas de enforcement (aplicación de la ley).

Esto implica que la policía de Tránsito y las autoridades competentes refuercen la vigilancia y no titubeen en sancionar, velocidad excedida, semáforo ignorado, conductor sin casco o cinturón, todo debe conllevar consecuencias reales y consistentes. La tecnología puede ser aliada ya sea con cámaras, radares, sensores, para detectar infracciones y multar automáticamente donde sea posible, reduciendo la discrecionalidad.

Asimismo, es crucial erradicar la corrupción en el proceso sancionatorio; de lo contrario, cualquier endurecimiento será letra muerta, si un conductor sabe que al infringir la ley inevitablemente recibirá una multa o puede perder su licencia, pensará dos veces antes de hacerlo. Cancún podría adoptar esquemas usados en otras ciudades, como el sistema de puntos en la licencia por infracciones, incrementando penas hasta llegar a la suspensión de conducir en casos graves o reiterativos.

La voluntad política juega un papel central, significa asignar recursos suficientes a la seguridad vial, más agentes capacitados y equipados, inversión en infraestructura (semáforos inteligentes, alumbrado, pasos peatonales elevados donde hagan falta), y colaboración interinstitucional (municipio, estado, federación) para atender puntos neurálgicos como las carreteras de entrada y salida de Cancún. Significa también dar continuidad a los programas útiles más allá de los cambios de gobierno, evitando que cada administración “reinvente el plan” sin consolidar nada.

Por último, implica priorizar la vida humana sobre cualquier otra consideración –lo que en este contexto se traduce en no escatimar esfuerzos para prevenir muertes en accidentes que son, en su gran mayoría, prevenibles.

Urgencia de Cambios para Frenar la Tragedia

La crisis vial en Cancún es un desafío multifacético que ha venido gestándose por años, alimentado por la negligencia, la falta de educación y omisiones de autoridad.

Hoy, sus consecuencias son demasiado evidentes, familias enlutadas, ciudadanos atemorizados al transitar y un destino turístico cuya reputación de seguridad pende de un hilo, revelar todo lo que no se ha hecho resulta incómodo pero necesario. No se ha educado lo suficiente a los conductores; no se ha impuesto el orden con el rigor que se debiera; no se han culminado obras vitales ni implementado todas las tecnologías disponibles para prevenir accidentes, en suma, no se ha dado a la seguridad vial la prioridad que merece.

Pero aún es posible corregir el rumbo, Cancún tiene la oportunidad y la obligación de frenar esta racha de muertes absurdas, cada señal de alto respetada, cada casco abrochado, cada chofer prudente pueden marcar la diferencia entre la vida y la muerte.

Es imprescindible que conductores locales y visitantes por igual tomen conciencia, al manejar, está en juego algo más que llegar temprano, está en juego la vida propia y ajena. Las autoridades, por su parte, deben asumir con seriedad que garantizar tránsito seguro es tan importante como promover las playas o las zonas arqueológicas; la imagen del destino también se construye con calles ordenadas y viajes sin sobresaltos.

 

 

 

Con información del Sistema de Noticias CAMBIO 22

redaccion@diariocambio22.mx

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