• Bruno Aloi demostró entrega y valor habitual, haciendo su toreo y dejando claro que, como es lógico, hay mucho que evolucionar.

 

  • Su capacidad y deseos se hicieron patentes en una tarde que marca el inicio de una nueva historia.

 

Rafael Cué/CAMBIO 22

Otro gran fin de semana taurino en México. Viernes, sábado y domingo sucedieron cosas importantes, taurinamente hablando, con la lógica derrama económica en hoteles, restaurantes, aviones y autobuses, casetas, gasolinas, etcétera.

El viernes, el matador Fermín Rivera celebró 20 años como ‘Matador de Toros’, encerrándose con seis toros de la ganadería que fundó su abuelo hace 65 años, en la plaza de toros que lleva su nombre. El Paseo Fermín Rivera de San Luis Potosí. Una muy buena entrada para vivir una noche de emociones, respeto, tradición e historia, en la que Fermín fue capaz de desplegar su tauromaquia ante una corrida seria y bien hecha. El reconocimiento de su ciudad, su estado y su país. Es un hombre joven aún, Fermín; tomó la alternativa con 16 años en la Plaza México y es un torero que debemos disfrutar y ver programado como un espada de lujo, dado su concepto y tauromaquia. ¡Enhorabuena, Fermín, por estas dos décadas!

Al día siguiente, el sábado 22, en la Monumental de Aguascalientes, recibió el doctorado en tauromaquia el capitalino Bruno Aloi tras una férrea formación taurina y personal en España. Una meta cumplida tras el sacrificio y vocación que se requiere para ostentar el título de ‘Matador de Toros’.

Grandes ilusiones despertó desde su debut como novillero. El camino no ha sido fácil; sin embargo, ha logrado triunfos importantes en Aguascalientes, Plaza México, el certamen Cénate Las Ventas en Madrid y en plazas menores de España, camino que también ha estado salpicado de sangre torera, tardes malas y días difíciles.

En mi opinión personal, era ya momento de tomar la alternativa, y esta se consiguió con la categoría que su futuro promete. Andrés Roca Rey, máxima figura del toreo mundial, fungió como padrino; Luis David, torero local, como testigo, ante seis toros bien presentados de Villa Carmela, en tarde soleada y con tres cuartos de entrada en los tendidos.

La corrida no funcionó, una pena. Es una ganadería de prestigio, sin duda, pero, como sabemos, el toro no tiene palabra de honor y hay tardes así. Los tres toreros estuvieron muy bien. Aloi demostró entrega y valor habitual, haciendo su toreo y dejando claro que, como es lógico, hay mucho que evolucionar. Su capacidad y deseos se hicieron patentes en una tarde que marca el inicio de una nueva historia. La competencia será aún más fuerte; el nivel se eleva al grado máximo para alternar con toreros cuajados y dispuestos a no dejarse ganar la pelea. La mejor de las suertes en esta nueva etapa: que los toros te respeten, te embistan, los entiendas y cumplas tu sueño. Al medio taurino nos toca impulsarle; sabemos de su capacidad, pero esta se desarrollará únicamente toreando y compitiendo. México necesita ampliar su baraja, y Bruno es un torero que enriquece la oferta.

Al día siguiente, en Guadalajara, hemos vivido y soñado el toreo. Una buena entrada en la Nuevo Progreso, con clima templado, sin viento y ambiente de toros. Qué gusto me da el cambio positivo en el comportamiento de la afición tapatía, que mantiene su máxima exigencia, pero con criterio taurino de buenos y sensibles conocedores. Se jugaron seis toros de Los Encinos, serios, bien hechos, pero sin exageraciones del “elefantoro” de otros años. El resultado es que se puede disfrutar del trapío del toro adulto con hechuras acordes a su encaste. Los toros se mueven; los habrá buenos y malos, como es lógico, pero se mueven por no tener que cargar exceso de kilos.

Diego Silveti atraviesa un gran momento; el poso, el oficio y la elegancia de más de una década de alternativa son un placer de ver. Ante su primero estuvo entendido, entregado y resuelto. Una pena que la espada haya fallado y no hubiese corte de oreja. Su segundo fue débil y no permitió florituras.

Juan Ortega, sevillano de exquisita tauromaquia, un torero de toreros, con las aptitudes y cualidades para convertirse en ídolo en nuestro país. A su primero le ha hecho una de las mejores faenas que he visto en mi vida. Un toro extraordinario de Los Encinos, que tuvo bravura, humillación, recorrido y mucho ritmo en las patas para seguir despacio los vuelos de los engaños de Ortega. Entregado, valiente, pasándoselo muy cerca, el sevillano se enredó al toro una y otra vez en lo que más parecía una danza que una lucha. Armonía, compás y conjunción en los movimientos de toro y torero. Gran astado, orgullo del ganadero. Faena larga e intensa, de mucha exigencia para la embestida y de gran emoción para los que tuvimos la fortuna de vivirla en carne propia. La espada negó las dos orejas; los premios estaban ya por debajo de la obra, pero bueno, los apéndices cuentan, aunque no es posible medir numéricamente una obra de tal magnitud.

Tras pinchazo y estocada, con petición de oreja, esta fue negada por el juez, mostrando nula sensibilidad ni concepto taurino para presidir una plaza tan importante como Guadalajara. Tampoco hubo arrastre lento para el toro, que fue extraordinario. Petardo del palco ante la plenitud en el ruedo.

Diego San Román se jugó la vida con gallardía ante el encastado tercero; faena, si no de belleza, sí de emoción y verdad. El sexto se despitorró antes de la muleta y hubo de abreviar.

Esto sigue. El próximo viernes, en Provincia Juriquilla, un gran cartel a las 20:30 horas. Bajo la premisa de su padre, el Pollo Torres Landa, de no programar un cartel al que no asistirías como aficionado, su hijo, el también Pollo, hoy al frente de la plaza, ha configurado un festín taurino ante ocho de Xajay. Talavante, De Justo, San Román y Aloi, que estrena alternativa, se darán un agarrón taurino que promete emociones y arte en el ruedo. Hacer fiesta: figuras alternando con jóvenes ante toros de prestigio. Debe ser una gran noche, sin duda alguna.

El domingo 30 en Guadalajara, desde donde redacto estas líneas por quedar varado debido al megabloqueo nacional —“gracias, gobierno”—, otro cartel de postín.

Octavio García El Payo, artista, torero maduro de concepto, arte y profundidad basado en el bien torear, un lujo de nuestra fiesta que debemos disfrutar, alternará con la máxima figura mundial Roca Rey, así como con el joven lagunero Arturo Gilio, que viene empujando fuerte, abriéndose camino en este duro pero maravilloso mundo del toro. Lidiarán seis toros de Peñalba, ganadería de prestigio que esperemos brinde el juego que todos deseamos para seguir viviendo la emoción que únicamente se puede sentir en una plaza de toros.

A usted, amigo lector y aficionado, le recuerdo: no desaproveche cada oportunidad de asistir a un festejo taurino. Defendamos activamente nuestra libertad ante los ataques prohibicionistas que padecemos. Con plazas llenas, toreros entregados y toros serios, no podrán cumplir su atroz cometido.

 

 

Fuente: El Financiero

redaccionqroo@diariocambio22.mx

RHM/RCM

 

 

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