¿Verde? solo en la Boletas
20 Jun. 2025
JuanJo Sanchez / CAMBIO 22
En Quintana Roo, el discurso ambiental se ha convertido en un recurso retórico tan predecible como hueco. Cada vez que conviene, figuras del Partido Verde y de Morena —entre ellos, Renán Sánchez Tajonar— desempolvan su conciencia ecológica para posar frente a los reflectores, indignados por proyectos que supuestamente amenazan a la fauna marina o los arrecifes. Pero basta con rascar un poco para descubrir la incoherencia: son los mismos que aplaudieron el paso del Tren Maya, aunque arrasara con selva, mar, historia y juventud…. incluyendo cenotes y especies protegidas. Y como ya sabes que Mi Pecho No Es Bodega en estas líneas Te Lo Cuento.
La gravedad no está solo en la omisión, sino en la desfachatez con la que simulan como que hacen. Porque hoy estos actores se suben al barco de la defensa del medio ambiente como si su memoria política fuera tan distraída como esperan que sea la del electorado. Callaron cuando la devastación tenía sello federal y presupuesto millonario, y hoy se rasgan las vestiduras frente a un muelle. El cinismo no podría ser más evidente.

Este tipo de “activismo de ocasión” no solo es insultante: es peligroso. Se lleva la credibilidad de las luchas ambientales reales, reduce el debate público a una pasarela de discursos prefabricados y priva a la ciudadanía de voces genuinas con autoridad moral. ¿Cómo confiar en quienes utilizan el ecologismo como disfraz de campaña, mientras en los hechos legislan, votan o gestionan a favor del deterioro?
Renán Sánchez Tajonar, actual diputado y aspirante con ambiciones visibles, es solo un ejemplo del reciclaje político en marcha. Hoy se dice comprometido con el medio ambiente, pero su historial revela más cálculo que convicción. Y no es el único: el problema es sistémico. El oportunismo disfrazado de conciencia verde se ha vuelto norma, y la congruencia una rareza. De la moral ni hablamos porque están convencidos que es el arbolito que da moras.

En un estado cuya riqueza natural es el motor económico, cultural y social, no hay espacio para la hipocresía ambiental. Las decisiones que se tomen hoy tendrán consecuencias irreversibles mañana. No se trata de elegir entre un muelle y una selva, sino entre dos formas de hacer política: la que respeta, planea y protege, y la que improvisa, simula y miente.
La ciudadanía no puede seguir premiando la simulación con votos. Ojalá esta vez la memoria colectiva supere a la propaganda. Porque mientras no haya consecuencia política para el cinismo, el ecocidio seguirá teniendo aliados en el poder.
Y muchos seguirán haciendo de este negocio, una forma de vida…
KXL/RCM





















