Una Confesión Terapéutica de “Liliana” Esclareció el Caso del “Niño del Contenedor”, Tras 25 Años de Impunidad
7 Ene. 2025
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En Chetumal, una confesión en sesiones de terapia permitió resolver el crimen que sacudió a México en 1999 y que el programa Mujer Casos de la Vida Real”, retrató a la perfección y anticipaba el fracaso de la protección a la niñez gestada desde el seno de la familia
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Juan Sánchez/Jesús Briceño/CAMBIO 22
Quedé impactado, con la historia de una señora que se veía constantemente en las calles de Chetumal vendiendo flores y parecía una persona reservada, hoy hemos confirmado que tiene un pasado muy perturbador, más bien aterrador, por la estela de violencia que acarreó a lo largo de su vida.
En la capital del estado Quintanarroense, una confesión en sesiones de terapia permitió resolver el crimen que sacudió a México en 1999 y que el programa Mujer Casos de la Vida Real”, producido por la recién desaparecida Silvia Pinal, lo retrató a la perfección y anticipaba desde aquel entonces el fracaso de la protección a la niñez gestada desde el seno de la familia y en el México ensangrentado que hoy padecemos.
Una niñez (en un gran número de casos) que cuando no caían víctimas de la violencia familiar hoy pasaron a formar parte del Crimen Organizado.
Fue crecida en el seno de la violencia (en múltiples casos) que hoy reflejan este México violento y que lo ensangra un día si y otro también. Desde ese entonces se asomaba ya el inicio de lo que hoy mantiene a México sumido en una espiral de violencia imparable, producto de haber creado una sociedad violenta parida por la corrupción y las desigualdades sociales. El caso de “El Niño del Contenedor” de Aguascalientes revelaba esa realidad que hoy plasmamos sin cortapisas y que retrata la realidad del México que preparábamos para los años dos mil.
La vendedora de flores, la mujer tímida y callada, que vendía flores en calles y avenidas de Chetumal, guardaba una terrorífica historia de abusos y que junto con su pareja habían asesinado cruelmente a uno de sus cuatro hijos y lo abandonaron en un contenedor en Aguascalientes en el año 1999.
La señora Liliana Lucero Mercado Flores (La Vendedora de Flores) era madre de Dylan Randall Mercado González “El Niño del Contenedor y Francisco Javier López González era el padrastro Violento y sin escrúpulos.
Como pareja tuvieron tres hijos más, en total tenían cuatro hijos. De acuerdo a la versión de la abuela, Dylan era victima de maltrato por parte de su padrastro y de su madre (la señora que vendía flores). Vecinos de ellos decían que bañaban al pequeño con una manguera en chorros de agua fría en plena calle, por la noche y con bajas temperaturas. Uno de los castigos que le imponían era arrodillarse en piedras y cargar objetos por largos periodos de tiempo, era común escuchar gritos dentro del domicilio y el niño lloraba todos los días.
Mostraban abundante favoritismo por los hermanastros de Dylan, a ellos sí los consentían. Dylan de escasos 4 años recibía inumerables golpizas y lo dejaban fuera de su casa por horas. Por esos motivos la abuela denunció a los concubinos ante el DIF para pedir la custodia pero la pareja desapareció. Corría el año de 1999, cuando se encontró el cuerpo de un menor envuelto en una sábana y dentro de un contenedor de basura en Aguascalientes.
Se inició una investigación pero no se supo con certeza de quién se trataba. Fue hasta el año 2001 que la abuela se enteró del caso y solicitó una prueba de ADN del Cuerpo del pequeño hallado en el contenedor dando como positiva, además de que reconoció por medio de fotografías forenses que el cuerpecito pertenecía al de su nietecito Dylan.
Tiempo después, en el Marco de las investigaciones, se supo que Liliana se embarazó de gemelos y aproximadamente por esas fechas se llevó a cabo el crimen por lo que se presumió que por el nuevo embarazo planearon deshacerse del menor para que no les estorbara. Cabe mencionar que Francisco Javier era muy celoso y posesivo, que siempre se mostraba molesto, no dejaba salir a su mujer y a sus hijos solos, a excepción de Dylan.
Al investigar a Francisco Javier, descubrieron que anteriormente estuvo casado y que había perdido a otro niño en extrañas circunstancias cuando él lo estaba cuidando.
De igual manera se descubrió que cuando vivió en el estado de Jalisco en el año 2003, donde fue visto por última vez, presentó una petición para adoptar a un menor más o menos de la edad de Dylan con el argumento de que recientemente había perdido a un hijo y probablemente quería hacerlo pasar por él para confundir a las autoridades.
Después de ese último evento se les perdió el rastro a la pareja y se pensó que huyeron al extranjero. Recientemente el grupo de homicidios tradicionales, de la Fiscalía General del estado de Aguascalientes se dieron a la tarea de retomar el caso e incluso volvieron a buscar a los testigos para conocer si sabían de alguna actualización. De esa manera lograron conocer que tanto el padrastro como la madre del niño de cuatro años se encontraban viviendo en Chetumal, Quintana Roo.
Sin embargo revelaciones extraoficiales aseguran que la detención de la pareja no fue por el resultado de investigaciones diligentes ni de estrategias policiales lo que llevó a la detención de Liliana Mercado González y Francisco Javier López González, presuntos implicados en el caso del “Niño del Contenedor”. Fue una confesión inesperada de Liliana, conocida como “Fabiola” en Chetumal, lo que desencadenó el cierre del caso olvidado por 25 años.
Según información recabada, Liliana, quien había asumido una nueva identidad, asistía a terapia tras haber sufrido violencia familiar. En estas sesiones, confesó fragmentos de su pasado, revelando detalles del crimen cometido en 1999 en Aguascalientes, donde el pequeño Dylan Randall Mercado González perdió la vida. Aunque inicialmente no proporcionó información clara, sus declaraciones llevaron a alguien cercano buscara corroborar los hechos y alertara a las autoridades de Aguascalientes.
Francisco, señalado como el principal culpable por la propia Liliana, fue detenido junto con ella en Chetumal. Sin embargo, los detalles del crimen aún son nebulosos.
La familia de Liliana sostiene que ella fue una víctima más de la manipulación y violencia de Francisco, mientras que otros cuestionan sí realmente fue partícipe o si actuó bajo coacción.
¿Liliana, una víctima de violencia o una cómplice en el crimen?.
Su familia asegura que ella vivió años de abuso físico y psicológico, lo que podría haberla llevado a encubrir o incluso ser obligada a participar en el asesinato. Sin embargo, la ausencia de una confesión clara y el silencio de Liliana durante décadas complican la narrativa.
Por otro lado, Francisco, señalado como el autor material del crimen, tenía una relación de control sobre Liliana, según testimonios cercanos. Este contexto podría ser clave para determinar su nivel de responsabilidad. No obstante, su decisión de ocultarse bajo otra identidad y permanecer junto a él alimenta las dudas sobre su participación activa.
Fuente Sistema de Notícias CAMBIO 22
LRE