• La actividad incluyó magnitudes de 3.5, 3.7 y 4.1 en Muna y Ticul sin daños, pero con estruendos que despertaron a la población

 

  • Expertos explican que los sismos intraplaca y el suelo kárstico hacen perceptibles estos eventos pese a la baja actividad sísmica regional

 

Renán Castro Hernández/ CAMBIO 22

Yucatán se despertó la madrugada del Viernes con una noticia inusual, dos sismos consecutivos sacudieron el sur del estado, el Servicio Sismológico Nacional (SSN) confirmó un primer temblor de magnitud 3.5 a las 03:44 horas, localizado 17 kilómetros al sur de Muna con coordenadas 20.33° de latitud y -89.69° de longitud, y una profundidad de 5 kilómetros. Solo dos minutos después, a las 03:46 horas, se registró un segundo movimiento de magnitud 3.7 en el mismo punto.

Ambos sismos fueron superficiales y provocaron vibraciones ligeras que se sintieron en comunidades cercanas como Santa Elena y Ticul, donde vecinos reportaron un leve “estruendo” y la oscilación de puertas y láminas,no se reportaron daños ni lesionados.

La sorpresa no terminó ahí. Horas más tarde, a las 23:38, un tercer sismo de magnitud 4.1 despertó a los habitantes de Ticul.

Según el SSN, el epicentro se localizó 16 kilómetros al noreste de Ticul, con coordenadas 20.52° de latitud y -89.46° de longitud y la misma profundidad de 5 kilómetros.

El movimiento fue perceptible en varias localidades; el alcalde informó que se escuchó un fuerte estruendo y activó los protocolos de Protección Civil.

Esta secuencia convirtió al 5 de diciembre en el día con más actividad sísmica registrada en la historia moderna del estado.

Un fenómeno poco frecuente pero documentado

Por décadas se repitió la idea de que en Yucatán no tiembla porque el suelo está formado por roca caliza y se asienta sobre una planicie estable, Sin embargo la historia demuestra lo contrario.

El registro de los recientes sismos de Muna y Ticul se suma a otros eventos, el 9 de octubre de 2025 se detectó un sismo de magnitud 3.8 a 13 kilómetros al noreste de Ticul; el 6 de noviembre de 2022 se reportó un movimiento de magnitud 3.8 20 kilómetros al sureste de Kanasín; en diciembre de 2018 se registró un colapso subterráneo en Mérida; y el 7 de septiembre de 2017, días antes del terremoto que sacudió a la Ciudad de México, se sintió un temblor leve en Ciudad Caucel.

Incluso existe un registro de 1910 citado por el historiador Roldán Peniche Barrera en su libro Yucatán insólito, y en 1911 se instaló la primera estación sismológica de Mérida.

Estos antecedentes muestran que, aunque Yucatán no es una zona sísmica de alta energía, la península experimenta sismos intraplaca, movimientos que ocurren dentro de la placa Norteamericana, lejos de los límites tectónicos.

Según expertos de la Universidad Nacional Autónoma de México, la península está considerada una región de baja o nula actividad sísmica por su lejanía de las zonas de subducción del Pacífico.

Sin embargo, las fracturas internas de la placa y la presencia de fallas locales pueden generar sismos de baja magnitud.

Estas sacudidas suelen ser superficiales y, aunque raramente provocan daños, se sienten en la superficie debido al tipo de suelo.

El papel del suelo kárstico y la percepción de los sismos

La península de Yucatán está formada por un terreno kárstico, una roca caliza altamente porosa con cavernas y cenotes.

Este tipo de suelo influye en la forma en que se transmiten las ondas sísmicas. De acuerdo con especialistas, las vibraciones se amortiguan o amplifican dependiendo de la densidad de la roca, por lo que algunas personas perciben el temblor y otras no, incluso en la misma localidad.

“Los sismos en Yucatán suelen ser superficiales, de baja magnitud y con efectos locales”, explican; por eso, muchas veces solo se escuchan crujidos en techos o puertas.

Los recientes movimientos en Muna y Ticul ocurrieron a cinco kilómetros de profundidad, lo que aumentó su percepción, en el caso del temblor de 4.1 grados, el alcalde de Ticul, Alberto Parra, describió un estruendo fuerte pero recordó que no hubo daños y pidió mantener la calma.

Protección Civil de Yucatán confirmó que el sismo no representa riesgo para la población y exhortó a seguir los protocolos básicos: verificar la integridad de estructuras, evitar rumores y mantenerse informados por canales oficiales.

El mito de que “en Yucatán no tiembla” se desmorona con cada nuevo registro. La crónica de sismos incluye desde el movimiento de Progreso en 1978 (magnitud 4.6) hasta eventos más recientes como los de 2004 en Ticul y sismos de magnitudes entre 4.5 y 4.7 en Campeche en 2015 y 2016, perceptibles en Mérida.

Los especialistas recuerdan que, aunque es improbable un terremoto de gran magnitud en la península, el riesgo cero no existe y los movimientos intraplaca pueden repetirse de forma esporádica.

Por ello, los expertos recomiendan a la población adoptar una cultura de prevención, identificar zonas seguras en casas y escuelas, preparar mochilas de emergencia, participar en simulacros y no difundir información no confirmada.

Comprender las razones geológicas la distancia a los límites de placa, la existencia de fallas locales y el comportamiento del suelo kárstico ayuda a disipar rumores y a reaccionar con tranquilidad. Cada sismo, por leve que sea, es un recordatorio de que la tierra en Yucatán también se mueve, y que la historia y la ciencia deben guiarnos más que los mitos.

Con información del Sistema de Noticias CAMBIO 22

cambio22digitalcun@gmail.com

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