En una muestra de piedad, los dioses ordenaron que de ella salieron los frutos necesarios para la vida, transformaron el cabello de Tlaltecuhtli en flores, yerbas y árboles, además sus ojos se convirtieron en dos profundos pozos. No obstante ella no entregaría los beneficios de la vida sin nada a cambio, pues ella esperaba los corazones y la sangre de los hombres.
Cabe mencionar que poco a poco el monolito recobró su color original, gracias a los trabajos de restauración de especialistas del INAH mediante aplicación de pigmentos de origen mineral, recuperando los tintes rojos, ocre, azul, blanco y negro.
Tlaltecuhtli, el origen de la vida y devorador de hombres cuando llega el final
“Monstruo devorador pero fértil, como la Tierra, el vientre materno del que surge la vida y también la sepultura en la que las cosas muertas se transforman para reiniciar el ciclo”, explica la mediateca del INAH.
De acuerdo con Carmen Aguilera (1929-2019), investigadora del INAH, Tlaltecuhtli tenía tal importancia que se le aplicó el binomio in tonan in tota, nuestra madre, nuestro padre. Hecho que se puede ver en el Códice Florentino.
Dicho aplicación binómica también se puede ver en dioses como Xiuhtecuhtli y Tonatiuh. La investigadora explicó que esto no implica que se trate de seres bisexuales, sino una manera de enfatizar su gran poder.
Finalmente, si estás interesada o interesado en visitar a la señora de la Tierra, la puedes encontrar en el Museo del Templo Mayor en el Centro Histórico de la Ciudad de México.
La entrada está en 95 pesos, de martes a domingo de 9:00 a 17:00 horas. La entrada es gratuita para estudiantes, maestros y adultos mayores nacionales con sus respectivas credenciales.