Redacción/CAMBIO 22

CANCÚN, 24 de mayo.- Una vez más, los taxistas de Cancún vuelven a protagonizar noticias de violencia, otra vez, con la agresión a un conductor de Uber, ante la ausencia de medidas efectivas por parte del Instituto de Movilidad de Quintana Roo, dirigido por Rodrigo Alcázar, que permite se perpetúe un ambiente de impunidad y caos en las calles de esta ciudad turística.

El reciente incidente, captado en video y ampliamente difundido en redes sociales, muestra la brutalidad con la que los taxistas del sindicato Andrés Quintana Roo operan sin temor a represalias.

El conductor de Uber, manejando una Honda CRV negra, acababa de dejar a unos pasajeros en el hotel City Express y al retirarse del lugar, un taxi con número económico 7558 le cerró el paso de forma abrupta, lanzándose en sentido contrario.

El chofer de Uber, aterrado, aceleró para evitar el ataque, resultando en un choque frontal que lo dejó lesionado.

La agresión no terminó ahí. Un grupo de taxistas corrió hacia el vehículo de Uber, con clara intención de continuar la violencia. Afortunadamente, otro conductor de Uber que presenció el hecho salió en defensa de su colega, y la situación no se agravó más debido a la rápida intervención de la Guardia Nacional.

Los agentes detuvieron al taxista agresor, culpable de haberse lanzado en sentido contrario, y llevaron ambos vehículos al corralón.

Sin embargo, la pregunta crucial permanece: ¿Dónde está el Instituto de Movilidad de Quintana Roo? La respuesta, tristemente, parece ser que sigue siendo un espectador pasivo en medio de una serie de abusos y delitos cometidos por estos taxistas.

Rodrigo Alcázar, director del Instituto, ha sido incapaz de implementar medidas contundentes que frenen estas acciones violentas y pongan orden en el servicio de transporte.

Este no es un incidente aislado. La frecuencia de agresiones y actos de intimidación por parte de los taxistas en Cancún ha aumentado, creando un clima de inseguridad tanto para los conductores de plataformas digitales como para los usuarios que dependen de estos servicios.

La inacción del Instituto de Movilidad de Quintana Roo no solo expone a los conductores de Uber a situaciones peligrosas, sino que también afecta negativamente la imagen de Cancún como un destino seguro y acogedor para los turistas.

Es urgente que el Instituto de Movilidad tome medidas decisivas para regular y supervisar el comportamiento de los taxistas.

Esto incluye sanciones severas para aquellos que infrinjan la ley, así como la implementación de programas de formación y concientización para evitar futuros incidentes.

La seguridad y bienestar de los ciudadanos y visitantes no pueden seguir siendo compromisos secundarios.

El silencio y la pasividad del Instituto de Movilidad no solo es una traición a su mandato, sino también una burla a los principios de justicia y seguridad que debería proteger.

Es hora de que Rodrigo Alcázar y su equipo asuman la responsabilidad que les corresponde y actúen de manera firme contra la violencia y arbitrariedad de los taxistas en Cancún.

La comunidad y los turistas merecen un transporte seguro y confiable, libre del miedo y la intimidación.

 

redaccionqroo@diariocambio22.mx

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