🔊 Escuchar la nota

 

• Abusos, tarifas infladas y acoso a visitantes reflejan una crisis estructural que involucra omisión oficial, monopolio sindical y presunta infiltración criminal

 

• La falta de regulación efectiva amenaza la reputación internacional de Cancún, mientras autoridades y ciudadanía enfrentan el reto de rescatar el orden en el transporte turístico

 

• Un letrero en el Aeropuerto Internacional de Cancún advierte a los viajeros que eviten los servicios de transporte no autorizados

 

Gabriel Hernández/ CAMBIO 22

El Aeropuerto Internacional de Cancún, uno de los más transitados de Latinoamérica con más de 30 millones de pasajeros al año, se ha visto rebasado por el problema de los “taxis piratas” servicios de transporte no autorizados que operan fuera de las terminales. Las denuncias de turistas sobre estos transportistas irregulares son constantes, abundando en redes sociales y foros de viaje. Entre las principales quejas destacan la intimidación, los sobreprecios y las rutas alteradas, situaciones que arruinan la experiencia del visitante y dañan la imagen del destino. La propia empresa operadora del aeropuerto (ASUR) ha instalado letreros en español e inglés para alertar a los pasajeros sobre los riesgos de usar transporte no autorizado. En ellos se lee:

“¡POR SU SEGURIDAD! NO UTILICE EMPRESAS QUE OFRECEN TRANSPORTE TERRESTRE NO AUTORIZADO EN EL EXTERIOR DE LAS TERMINALES, ES COMERCIO AMBULANTE”.

Esta falta de control en el transporte del aeropuerto ha propiciado abusos tan graves que turistas internacionales e incluso gobiernos extranjeros han alzado la voz.

Estafas de taxis piratas en el Aeropuerto de Cancún: tarifas exorbitantes a turistas

Al salir de la terminal aérea de Cancún, la escena contrasta dramáticamente con el paraíso de las playas: decenas de taxistas acechan como “depredadores” a los recién llegados, disputándose el pasaje. Esta competencia feroz suele traducirse en cobros abusivos; se han reportado tarifas que van desde $1,400 hasta $12,000 pesos por un solo traslado, dependiendo del perfil que perciben del viajero. Los turistas extranjeros no están exentos: por ejemplo, un visitante de Panamá optó por evitar los taxis y usar transporte público tras observar que no podía tomar un Uber tranquilamente – “si hay un taxi cerca, se atraviesan… comienzan a golpear el vehículo”, relató sobre su experiencia de acoso cuando intentó usar una plataforma digital. Situaciones así han dado una mala primera impresión a muchos visitantes, e incluso llevaron a la embajada de Estados Unidos a emitir una alerta de viaje en enero de 2023, advirtiendo que las disputas entre taxis y Uber en Cancún habían escalado a la violencia con turistas atrapados en medio.

Entre las estafas y abusos más comunes denunciados por viajeros en el aeropuerto de Cancún se encuentran:

• Tarifas excesivas: cobros muy por encima de la tarifa real. Se han documentado casos de hasta 300% de sobreprecio por transportistas no autorizados. Un famoso influencer mexicano, Luisito Comunica, exhibió en enero de 2024 cómo estos operadores informales imponían tarifas desproporcionadas aprovechándose del desconocimiento del turista. No es raro que a un grupo de extranjeros le coticen $150 dólares por un traslado a la zona hotelera, cuando en una aplicación como Uber ese recorrido vale alrededor de $25 USD.

 

• Intimidación y acoso: prácticas para forzar al turista a usar sus servicios. Muchos visitantes narran que los taxistas pirata hostigan a quienes dudan o buscan alternativas; por ejemplo, se han visto casos donde choferes rodean y bloquean vehículos de Uber, obligando a los pasajeros a bajarse o cancelar el viaje. Vídeos virales en redes muestran a conductores de Uber siendo interceptados y rodeados por hombres que les impiden avanzar, generando momentos de gran tensión.

 

• Rutas largas o alteradas: desvíos intencionales para aumentar el costo del trayecto. Varias quejas señalan que algunos choferes llevan a los turistas por caminos innecesariamente largos o diferentes al destino pactado, con el fin de inflar el taxímetro o justificar un cobro mayor.

 

• Fraudes con tarjetas de crédito: engaños al momento de pagar. Existe la modalidad de ofrecer un “descuento” si el usuario paga con tarjeta, pero en realidad es una táctica para clonar tarjetas o hacer cargos indebidos. Investigaciones periodísticas documentaron casos donde en el propio aeropuerto se clonaban tarjetas de turistas al pagar el taxi. Algunos visitantes han reportado que ciertos taxistas pirata “accidentalmente” añaden uno o dos ceros de más al teclear la cantidad en la terminal bancaria, convirtiendo una tarifa de $50 en $500, por ejemplo.

 

• Ofertas falsas y cobros adelantados: promesas de servicios inexistentes para despojar al turista de su dinero. Según la especialista Águeda Esperilla, hay taxistas en el aeropuerto que prometen rentar autos a los viajeros con la condición de pagar por adelantado el traslado en taxi, pero después el coche nunca aparece y el turista pierde su dinero. De igual forma, se han denunciado ventas de paquetes turísticos “fantasma” – el chofer vende tours o excursiones por sumas de hasta $3,000 pesos y nunca entrega los boletos ni realiza la actividad.

 

Los excesos han llegado a tal punto que la Cámara de Comercio local advierte del daño a la reputación internacional de Cancún. Estas prácticas “afectan gravemente la imagen del destino”, señala Rafael Ortega, presidente de Canaco-Servytur Cancún. En foros en línea abundan historias de visitantes frustrados, hay quienes describen su arribo como “terrible” tras ser estafados o intimidados apenas al pisar el aeropuerto. Como consecuencia, muchos viajeros han buscado estrategias para evitar a los taxis del aeropuerto, desde contratar transporte con antelación hasta caminar largas distancias.

No son pocos los turistas que, con tal de ahorrarse un mal rato y dinero, recorren más de un kilómetro a pie con sus maletas para salir del recinto y poder tomar un Uber fuera de la propiedad federal. La razón es sencilla, un taxi oficial cotiza el traslado al hotel en $60 a $80 dólares, mientras que un Uber externo cobra alrededor de $25 a $35 USD. Sin embargo, ni siquiera alejándose de la terminal se libran del acoso numerosos usuarios relatan que aun fuera del aeropuerto fueron insultados y perseguidos por sujetos vinculados al gremio de taxis, quienes intentaron bloquear sus vehículos de plataforma.

Falta de regulación, mafia sindical y crimen organizado

La raíz del caos en el transporte de Cancún Detrás de los abusos en el aeropuerto subyace un problema estructural de falta de regulación efectiva y colusión de intereses. El monopolio del sindicato de taxistas en Cancún viene de años atrás, los gremios locales han bloqueado sistemáticamente la entrada de plataformas digitales como Uber, asegurando su dominio sobre el transporte y manteniendo las tarifas infladas. Esta “mafia del volante” ha operado con impunidad en la región, se ha denunciado, por ejemplo, que elementos de la policía de tránsito colaboran con los taxistas deteniendo vehículos de Uber sin motivo válido o confiscándolos, incluso cuando los conductores de aplicaciones cuentan con amparos legales para operar.

Las agresiones de grupos de taxistas contra choferes de Uber o turistas tampoco son castigadas: la Fiscalía estatal acumula más de 500 denuncias contra taxistas por daños, amenazas y agresiones en pandilla, pero ningún líder del Sindicato de Taxistas “Andrés Quintana Roo” (el más grande del Estado) ha enfrentado consecuencias. Esta impunidad del sindicato evidencia la influencia política y económica que el gremio ha ejercido, complicando cualquier intento de reforma.

Paralelamente, investigaciones periodísticas y autoridades apuntan a la infiltración del crimen organizado en el negocio del transporte turístico, Cancún no es la excepción a un fenómeno visto en otras partes de México, donde grupos delictivos aprovechan el servicio de taxi como medio discreto para sus operaciones. Reportes de Excélsior revelan que algunos taxistas en Cancún no solo llevan pasajeros, sino que también venden drogas a turistas, actúan como cobradores de extorsiones e incluso fungen como informantes o colaboradores de cárteles locales. Las organizaciones criminales han encontrado en los taxis un vehículo para la distribución de sustancias ilícitas e ilícitos como el secuestro exprés.

De hecho, la práctica de los cobros excesivos estaría ligada a estas redes de extorsión: existen testimonios de que los taxistas justifican las tarifas altísimas porque deben pagar una “cuota” al crimen organizado, conocido coloquialmente como “la maña”, para poder operar. Según esta versión, a muchos choferes especialmente los que trabajan en la zona hotelera los obligan a vender droga y a entregar parte de sus ganancias a la red criminal, razón por la cual inflan los precios a los turistas. Así, la falta de regulación no solo permite abusos económicos, sino que ha abierto la puerta a que el narcotráfico y la delincuencia organizada permeen el servicio de transporte turístico en Cancún.

Las evidencias de esta colusión entre el sindicato y el crimen salieron a la luz de forma dramática en noviembre de 2024. Ese mes, la Fiscalía de Quintana Roo cateó las oficinas centrales del sindicato de taxistas de Cancún (Andrés Quintana Roo) tras investigar el asesinato de un miembro del gremio. Lo que encontraron fue escalofriante: dentro de las oficinas sindicales había un “cuarto de tortura”, así como drogas y municiones. En el operativo fueron detenidos dos dirigentes sindicales Salomón “Mafer” Muñoz, líder de los choferes, y Óscar Solís, directivo del sindicato señalados como autores intelectuales del homicidio que detonó la investigación. Este incidente confirmó las peores sospechas, la mafia sindical en Cancún operaba literalmente como una célula criminal, con violencia interna y probable participación en actividades ilícitas. No sorprende entonces que algunos ciudadanos se refieran al gremio de taxistas de Cancún como un “cártel de taxis”. Los propios choferes, en casos documentados por la prensa, ofrecían abiertamente a los turistas todo tipo oficios ilegales: desde conseguirles estupefacientes hasta servicios de prostitución, actuando como intermediarios entre el visitante y el mercado negro local.

Frente a este panorama, las autoridades han empezado a reaccionar aunque muchos consideran que es tarde y todavía insuficiente. En 2024 se estableció una mesa de trabajo especial para atender el caos de transporte en el aeropuerto, involucrando a dependencias federales, estatales y a la operadora aeroportuaria. ASUR (Grupo Aeroportuario del Sureste) implementó señalización dentro de las terminales para guiar a los pasajeros hacia los operadores oficialmente autorizados (shuttles y taxis con permiso federal) y evitar que caigan en manos de piratas. Asimismo, se anunció la intervención de la Guardia Nacional para reforzar la seguridad en el recinto.

En marzo de 2025, voceros de la mesa de trabajo confirmaron que se preparaba un operativo de la Guardia Nacional para remover definitivamente a más de mil transportistas ilegales que operan en los accesos y inmediaciones del aeropuerto. Estas “más de mil empresas” pirata incluyen todo tipo de vehículos y supuestas compañías de transporte privado que no cuentan con autorización para brindar servicio en las terminales de Cancún. El objetivo declarado es poner orden en el transporte turístico, solo podrán ofrecer servicio aquellos que cumplan con la ley federal (es decir, unidades con placas federales autorizadas por la Secretaría de Infraestructura, Comunicaciones y Transportes) y con los requisitos que imponga la administración del aeropuerto. En teoría, esto permitirá identificar plenamente a cada vehículo y sancionar a las empresas oficiales que incurran en abusos, algo imposible de hacer con los piratas actuales. Paralelamente, empresas de transporte legal están ampliando sus ofertas – por ejemplo, plataformas como Uber han lanzado servicios especiales para el aeropuerto (tipo Uber XL) para atender la demanda de grupos grandes, y se han inaugurado rutas de autobús ADO desde el aeropuerto hacia la zona hotelera por una fracción del costo de un taxi, rompiendo así el histórico monopolio de los taxistas.

Es cierto que los taxis piratas y mafias locales no son un problema exclusivo de Cancún. Otros aeropuertos importantes de México han enfrentado esquemas similares de transporte ilegal y corrupción. En el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM), por ejemplo, se denunció en 2024 la existencia de una red de taxis pirata que operaba en ambas terminales bajo la protección de un exfuncionario aeroportuario. Dicho exdirectivo, ligado a empresas privadas, habría permitido que vehículos sin placas federales ni permisos vigentes trabajaran en el AICM, evadiendo la normatividad a cambio de favores y ganancias ilícitas. Las autoridades investigan ese caso como otro reflejo de la corrupción enquistada en el sistema de transporte público.

De igual modo, en el aeropuerto de Guadalajara se ha reportado recientemente que, debido a la prohibición de Uber en la terminal, ciertos conductores ofrecen llevar pasajeros “por fuera” de la aplicación, cobrando el doble de la tarifa regular y amedrentando a quienes dudan en aceptar. Algunos usuarios en Guadalajara relataron que al salir de la terminal fueron abordados por falsos conductores de plataforma que los llevaron a una zona alejada y les exigieron pagos muy altos, al punto que la experiencia “se sintió como un casi secuestro” según una víctima.

Estas situaciones muestran que varios aeropuertos comparten fallas de regulación que permiten abusos similares. Sin embargo, el caso de Cancún destaca por su magnitud y peligrosidad: pocos destinos concentran tantos reportes de fraudes y violencia vinculados al transporte turístico, ni una colusión tan evidente entre taxistas, autoridades corruptas y crimen organizado. La combinación de alta afluencia de turistas, un sindicato con prácticas mafiosas y escasa intervención efectiva de las autoridades convirtió al aeropuerto de Cancún en terreno fértil para estas irregularidades.

En conclusión, la problemática de los taxis piratas en Cancún es compleja y de raíces profundas. Por un lado, está la arista visible, los turistas estafados con tarifas estratosféricas, los sustos y molestias al intentar simplemente tomar un transporte del aeropuerto a su hotel.

Por otro lado, están las causas estructurales, años de monopolio sindical, ausencia de reglamentación aplicada, y crimen organizado infiltrado en el servicio de transporte.

Las autoridades ahora enfrentan el doble reto de recuperar el control del aeropuerto limpiando las calles de transportistas ilegales y frenando los abusos y de romper la red de complicidades que permitió que esta situación escalara. Solo con una regulación firme y transparencia se podrá desarticular la “mafia” que opera en torno al transporte turístico y restaurar la confianza de los visitantes. De lo contrario, Cancún arriesga su prestigio internacional como destino, ya que ningún viajero quiere iniciar sus vacaciones navegando un campo minado de estafas y peligros apenas aterriza.

Las denuncias ya forzaron una reacción; queda por verse si las medidas anunciadas lograrán poner fin a años de excesos en el aeropuerto más importante de México para el turismo internacional…

 

Con información del Sistema de Noticias CAMBIO 22

redaccionqroo@diariocambio22.mx

HTR/GCH