Tacho Alcocer, Un Personaje en el Olvido
20 Abr. 2025
Jorge González Durán/CAMBIO 22
20 de abril-. Anastasio Alcocer es un personaje injustamente olvidado de la historia de Cancún y de Quintana Roo. En su calidad de Subdelegado de Gobierno de Puerto Juárez fue a quien se dirigió el entonces diputado federal Jesús Martínez Ross para pedirle que le diera todas las atenciones a Salvador Ramos Bustamante cuando llegó a Cancún en agosto de 1974 a organizar los primeros sindicatos de la Croc. ¿Pero quién es Anastasio Alcocer? Tacho, como todos lo conocían, es uno de esos personajes inolvidables, de esas personas que llegan para quedarse siempre, de esos hombres que nunca se van de la memoria.
Conocí a Tacho desde que llegué a vivir a Quintana Roo en 1968. Él vivía en Dziuché y posteriormente en José María Morelos, conocido entonces como el Kilómetro 50. Se dedicaba al comercio de productos agropecuarios y en tal condición recorría todos los pueblos y comunidades del entonces Territorio Federal de Quintana Roo. Recorría ejidos y rancherías en una vieja camioneta que soportaba los caminos pedregosos y lodosos en tiempos de lluvia. Conocía la lengua maya como pocos.
Y en ese trajinar por las poblaciones campesinas su espíritu se fue sensibilizando ante las necesidades de la gente que carecía de todo. Eran pueblos que entonces no tenían caminos, ni electricidad, ni escuelas ni servicios médicos de ninguna clase. Y así fue como Tacho se convirtió en un interlocutor de los campesinos con las instancias gubernamentales. Los campesinos iban a su casa a pedirle que intercediera por ellos ante el gobierno. Y Tacho los atendía, llevaba sus cartas a las autoridades y pugnaba por ellos ante cualquier autoridad. Su casa se convertía en una verdadera romería los fines de semana, y a todos atendía y para todos tenía techo y comida. De su peculio ayudaba directamente a los campesinos, que todavía lo recuerdan con cariño en esas lejanas comunidades de los municipios de Felipe Carrillo Puerto y José María Morelos.
Estamos hablando del Quintana Roo con la categoría de Territorio Federal, cuando esta región del país era sinónimo de paludismo, de abandono y de saqueo. Y en esas comunidades donde vivían campesinos mayas sin ninguna protección, Tacho se convirtió en un dirigente natural, en un gestor incansable de las causas y las necesidades de los campesinos. A él acudían cuando tenían a un hijo enfermo, a él iban a ver cuándo la sequía azotaba los campos, a él acudían cuando eran víctimas de abusos de autoridades locales. Incontables son sus ahijados de bautizo, confirmación, quince años y bodas.
Aunque vallisoletano de nacimiento, Tacho se fue convirtiendo en un personaje del Territorio Federal de Quintana Roo. Las circunstancias del Territorio lo convirtieron en un luchador social, tan diferente a los políticos de ahora que se olvidan de la lucha social y sólo se ocupan y preocupan por las luchas electorales.
Su labor de gestoría lo llevó a ser conocido y amigo de los funcionarios estatales y también de algunos presidentes de la República, como es el caso de Luis Echeverría y de José López Portillo. Su fuerte voz era infaltable en los actos políticos y en las reuniones partidistas. Su presencia era notoria cuando llegaba a Chetumal un personaje de la vida pública nacional. Echeverría lo reconocía de inmediato y lo saludaba. López Portillo era más efusivo.
El entonces presidente lo veía y lo abrazaba con alegría. En una ocasión, López Portillo se bajaba del avión en Chetumal y escuchó la sonora voz de Tacho: “Viva López Portillo”. El sonrío y, cuando cesaron los aplausos, don Pepe gritó ante el asombro de todos: “Que Viva Tacho”. Todos sonrieron ante la ocurrencia.
Tacho fue un defensor de los límites de Quintana Roo. Participaba en todos los actos para exigir el autogobierno. Él se ganaba la vida mediante el comercio y de su peculio ayudaba a los campesinos que lo seguían.
Es por ello que el gobernador David Gustavo Gutiérrez Ruíz lo designó Subdelegado de Gobierno de Puerto Juárez en 1973, cuando Cancún daba sus primeros e inciertos pasos. Llegó a Puerto Juárez y le tocó asignar los primeros lotes a los nuevos pobladores de esta ciudad entonces en proyecto. Trajo a la nueva ciudad el espíritu humilde y trabajador de Quintana Roo, en contraste con la soberbia de los funcionarios de Fonatur y del Banco de México.
Los primeros pobladores de Cancún todavía lo recuerdan con cariño y afecto, porque a pesar de que le tocó repartir cientos de lotes, él no se quedó con ninguno. Sus hijas viven en una unidad habitacional del Infonavit, y llevan el nombre de su padre como un timbre de orgullo por la honestidad y la modestia que lo caracterizó.
A diferencia de muchos que aprovecharon de aquellos inicios de Cancún para acumular riquezas y apropiarse de terrenos, Tacho murió hace años en Chetumal, en su casa de la colonia Las Casitas, con el amoroso cuidado y la atención de sus hijas, pero olvidado de casi todos a quienes él ayudó, sobrellevando una enfermedad que lo tuvo postrado, sin ningún apoyo y sin ninguna pensión oficial.
Fue un hombre que puso su grano de arena para el surgimiento de Cancún. Tacho es un ejemplo de nobleza en estos tiempos de duro pragmatismo. Recordar a este viejo amigo es un acto de elemental justicia.
Esta tarjeta tiene un valor histórico para Cancún y Quintana Roo. El entonces diputado federal Jesús Martínez Ross le pide a Anastasio Alcocer, su compadre y Sub delegado de Gobierno en Puerto Juárez, que apoye a Salvador Ramos Bustamante, que llegaba a la nueva ciudad a crear los sindicatos de la Croc. Era agosto del 74. Quintana Roo todavía era Territorio federal. El Estado se erigió el 8 de octubre de ese mismo año. El 5 de abril del año siguiente -1975- Martínez Ross tomó posesión como primer gobernador de la naciente entidad elegido por el voto ciudadano. El 10 de abril Alfonso Alarcón asumió la presidencia municipal de Cancún. Tacho Alcocer es, sin duda, un personaje de los primeros años de Cancún. Murió en el olvido.
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