• El Doctor Patán decidió que era momento de dar un paso definitivo en sus aspiraciones presidenciales.

 

Redacción/CAMBIO 22

El Doctor Patán decidió que era momento de dar un paso definitivo en sus aspiraciones presidenciales (#DoctorPatán2030) y preparar un discurso de Año Nuevo. No fue una decisión fácil. Soy, como saben quienes me leen, refractario a toda forma de protagonismo, pero luchar desde la trinchera política por el bienestar del pueblo exige ciertos sacrificios. Así que, en un afán de encontrar la excelencia, me puse a ensayar varias puestas en escena.

Intenté, claro, con el formato “Político cocina para los suyos y transmite una personalidad cariñosa y entrañable”. El problema, y dejo esta observación para quienes pretendan seguir mis pasos, es que, como he dicho varias veces, la comida, malamente fotografiada, tiene un aspecto repugnante.

El pavo –que, dicho en mi descargo, me quedó muy bueno en términos del paladar– daba la imagen de una extraña mutación, para no hablar del relleno: la carne molida y las manzanas parecían sacadas de una película gore. Tampoco me convenció lo de leer un poema, tal vez porque Marx Arriaga y Gatell han puesto el listón demasiado alto, ni lo de salir a cuadro con la familia, tal vez porque los post adolescentes crudos no dejan una imagen muy adecuada para esos contextos. Así que decidí aprender del mejor.
“Voy a ver el video navideño del Segundo Presidente Más Popular del Mundo”, decidí, y, tengo que decirlo, la experiencia resultó un tanto decepcionante. No fue el mejor momento de La Locomotora de la Transformación, dicho sea desde los principios de la fraternidad universal.

¿Fuiste tú, Epigmenio, que estabas en horas bajas, o más bien es que te agarraron de vacaciones, el video lo hizo a saber quién y por eso las cosas se torcieron un poquitín? No puedo creer que el Riefenstahl del Humanismo Mexicano haya cometido errores tan de bulto. Lo del discurso de paz y amor, ese llamado a la concordia, a dejar de lado nuestras diferencias en los días de nuestro señor Jesucristo, estuvo muy conmovedor. Muy congruente, sobre todo, con lo que oímos mañanera sí, mañanera también.

Pero ¿qué onda con eso de que el presidente dejaba de ver a la cámara entre oración y oración? Mal ahí. Uno extrañaba su serenidad viril seduciendo a la cámara, fijos los ojos, muy en la onda de tu video columna, esa en la que lanzas miradas incandescentes, con voz pausada.

Sobre todo, mal que el presidente haya aparecido con ese pantalón perfectamente recortado, ese abrigo ceñido al cuerpo, esa pulcritud.

Casi no se le reconocía. ¿Y los zapatos con tierra? ¿Y el botonazo? ¿Y el dobladillo inexistente? Me desnaturalizaron al Tlatoani, Epi. Me lo alejaron del pueblo. Haz algo, que se viene el Año Nuevo. Eso no se puede repetir.

Por su parte, el Doctor Patán ha pospuesto el “proyecto video”. De momento, se limita a desearles a ustedes, su electorado, un muy feliz 2024.

 

Fuente: EL HERALDO

redaccionqroo@diariocambio22.mx

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