• El videoreportaje de La Huella muestra el lado humano y brutal del narcotráfico: sicarios devotos de la Santa Muerte, laboratorios de fentanilo, fosas clandestinas y cementerios con mausoleos de lujo.

 

  • La investigación expone la crudeza de un sistema donde la violencia, la pobreza y la impunidad se entrelazan en el motor oculto que mantiene en pie a México.

 

 

Redacción/ CAMBIO 22

Sinaloa es un mosaico de contrastes, la belleza de sus playas, los campos de cultivo y las montañas de la Sierra Madre esconden uno de los centros neurálgicos del narcotráfico mundial.

Desde este estado del noroeste mexicano, el Cártel de Sinaloa, uno de los grupos criminales más longevos y poderosos, mueve toneladas de cocaína, heroína, metanfetamina y fentanilo hacia Estados Unidos y otros países, y regresa multimillonarias ganancias a México.

El documental de La Huella que inspira esta crónica nos lleva a las entrañas de esa organización criminal, acompaña a sicarios, recorre laboratorios clandestinos, entrevista a un capo y muestra cementerios donde los capos descansan en mausoleos blindados.

Para comprender esta realidad, la crónica combina el relato audiovisual con datos oficiales y periodísticos que permiten dimensionar la brutalidad, la economía y la lógica interna de la organización.

El viaje: entre sicarios y devoción a la Santa Muerte

La travesía comienza en Culiacán, capital de Sinaloa y bastión histórico del cártel, dos jóvenes armados “El Güero” y su colega reciben al equipo, son sicarios, asesinos a sueldo encargados de vigilar, ejecutar y transportar droga.

Cada uno lleva pistolas y fusiles semiautomáticos porque, en cualquier momento, el jefe puede ordenar un “trabajo” pero también acuden a la espiritualidad.

En la carretera se detienen ante una capilla de la Santa Muerte, una figura popular en los barrios marginales de México y Centroamérica.

Encendiendo velas, dejan ofrendas y piden protección, el culto se ha extendido entre delincuentes; según un reportaje de Swissinfo, en Ecuador donde se replican las prácticas de los cárteles mexicanos la policía encontró altares a la Santa Muerte en seis de cada diez operativos en 2024, y un coronel relató que narcotraficantes y sicarios “se encomiendan para no ser atrapados y ser invencibles”.

El fenómeno tiene raíces prehispánicas, pero en la cultura narco sirve de amuleto contra la muerte y de legitimación religiosa.

Los sicarios del documental trabajan bajo las órdenes de un jefe al que llaman “El Señor”, Antes de entrevistarlo, reciben una llamada, alguien ha sido asesinado en la ciudad, la cámara llega al lugar del crimen junto a los forenses.

El cadáver, torturado y acribillado, confirma lo que el médico perito sugiere: “es una nueva víctima de los cárteles”, estas escenas son cotidianas en México.

El Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) contabilizó 33 550 homicidios en 2024, un aumento de 4 % respecto al año anterior, la tasa de homicidios fue de 25,8 por cada 100 000 habitantes, y los estados con más asesinatos fueron Guanajuato, Estado de México, Baja California, Chihuahua, Jalisco y Guerrero.

En los últimos seis años, durante las administraciones de Andrés Manuel López Obrador y Claudia Sheinbaum, se han registrado 208 223 homicidios, estas cifras demuestran que la violencia está lejos de disminuir.

Sinaloa: bastión del narcotráfico y economía narco

La cámara se mueve de los barrios de Culiacán a las montañas, Allí, Manuel, un agricultor de la sierra, cultiva amapola. Cada mañana incide las cápsulas de la flor para extraer goma de opio, una sustancia viscosa que venderá por unos 600 euros el kilo en Sinaloa, y que se transforma en heroína al cruzar la frontera. Su rancho reporta unas 6 000 euros netos al año, el doble del salario medio mexicano, aunque mucho menos que cuando gobernaba Joaquín “El Chapo” Guzmán, la llegada de drogas sintéticas ha cambiado el mercado.

La metanfetamina y, sobre todo, el fentanilo un opioide diseñado como analgésico son más rentables y fáciles de producir, el fentanilo es hasta 50 veces más fuerte que la heroína y 100 veces más fuerte que la morfina; apenas 2 miligramos pueden ser letales.

Por ello, es ideal para que los cárteles corten otras drogas y fabriquen pastillas con un coste inferior a un dólar en México, pero que en Estados Unidos se venden hasta por 30 dólares.

El negocio del fentanilo ha disparado las ganancias y la violencia, un operativo de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) halló que entre 2019 y 2024 se desmantelaron 26 laboratorios de fentanilo, 22 de ellos en Sinaloa; en esas instalaciones se incautaron 816 kg de droga el equivalente a 4,2 millones de pastillas y 40 prensas.

Sedena identificó 2 185 laboratorios clandestinos en todo el país, de los cuales 1 932 estaban en Sinaloa.

En diciembre de 2024, una operación militar decomisó más de una tonelada de fentanilo en Sinaloa, equivalente a 20 millones de dosis valoradas en 8 000 millones de pesos (unos 400 millones de dólares).

Estas cifras coinciden con las declaraciones de “El Güero”, quien explica que un kilo puede generar hasta 1,5 millones de dólares en ganancias para el cártel.

El reportaje también muestra cómo los integrantes del cártel lavan el dinero, las ganancias multimillonarias permiten adquirir villas, centros comerciales y negocios legítimos en Culiacán.

No menos importante, también expone la cruda realidad de muchas jóvenes que crecen rodeadas de los símbolos del narcotráfico, camionetas blindadas, fiestas con música de banda y hombres que derrochan dinero fácil.

Para algunas, esa vida representa una vía de escape al anonimato y la pobreza y cómo la promesa de lujo y protección se mezcla con la fascinación por el riesgo, atrayendo a mujeres que buscan ser parte de ese mundo, ya sea como parejas, acompañantes o intermediarias. Pero detrás del glamour y los regalos caros se esconde una realidad marcada por la violencia, la lealtad forzada y el miedo.

En muchas ocasiones, ellas terminan siendo víctimas de la misma estructura que creyeron dominar, atrapadas entre el deseo de poder y la brutalidad del sistema criminal que nunca perdona los errores.

De acuerdo con la acusación del Departamento de Justicia de Estados Unidos contra Ismael “El Mayo” Zambada, cofundador del cártel, la organización importaba toneladas de cocaína, heroína, metanfetamina y fentanilo a Estados Unidos y luego “lavaba miles de millones de dólares en ganancias de drogas” de vuelta a México.

Las redes de distribución también servían para “entregar miles de millones de dólares en beneficios ilegales” al cártel.

Con esa liquidez, construyen mansiones, compran ranchos, invierten en comercios e influyen en la economía local. Aunque es difícil medir la magnitud, un estudio del Science estimó que las organizaciones criminales mexicanas emplean entre 160 000 y 185 000 personas, convirtiéndose en el quinto empleador más grande del país; alrededor de un décimo de estos trabajadores está vinculado al Cártel de Sinaloa.

De la amapola al fentanilo: laboratorios secretos

Después de recolectar la goma de opio, la cámara regresa a Culiacán para acompañar a “El Güero” en un viaje clandestino, ya no solo es sicario; ascendió a “chef”, el cocinero encargado de producir fentanilo, obtenido el permiso de sus superiores, abre las puertas de un laboratorio escondido a dos horas de la ciudad.

En las laderas más remotas de la sierra sinaloense, donde la autoridad rara vez llega, florece el negocio más antiguo del narcotráfico mexicano: la amapola. De sus cápsulas se extrae la goma de opio, materia prima para la elaboración de heroína, un producto que durante décadas sostuvo el poder económico de los clanes serranos.

Campesinos como Manuel, un antiguo colaborador del cártel entrevistado en la crónica, continúan cultivando la flor pese a la disminución del precio.

“De aquí vivimos todos”, confiesa mientras raspa las cápsulas con precisión, consciente de que ese líquido marrón viscoso terminará cruzando la frontera convertido en muerte y dinero.

Cada kilo de goma puede alcanzar 600 euros en Sinaloa, pero al llegar a suelo estadounidense su valor se multiplica exponencialmente.

Este margen astronómico convirtió a la amapola en un cultivo estratégico durante décadas, así mismo, con la irrupción del fentanilo mucho más potente, barato y fácil de transportar, el negocio tradicional de la heroína comenzó a desplomarse.

Muchos productores quedaron atrapados entre la pobreza y la ilegalidad, endeudados con los mismos grupos criminales que antes los protegían. Algunos optaron por reconvertir sus tierras en laboratorios clandestinos, mientras otros continuaron fieles a la flor, aferrados a una economía que se desangra lentamente.

El gobierno mexicano ha intentado sustituir los cultivos de amapola por programas agrícolas, pero los incentivos oficiales no logran igualar las ganancias que deja el opio.

En comunidades enteras, la amapola representa la única fuente de ingreso, el motor silencioso que mantiene escuelas, tiendas y transportes funcionando.

Su cultivo, más allá del delito, se ha vuelto una forma de sobrevivir al abandono estatal, así mientras las cámaras del documental captan el brillo dorado de los campos al amanecer, queda claro que la amapola no solo simboliza el narcotráfico, sino también la historia de una resistencia rural moldeada por la desigualdad y la ausencia del Estado.

En la cocina clandestina, mezclan precursores químicos con ácido y disolventes, luego prensan la mezcla en tabletas y las envasan para exportación, una tabla atascada en la prensa genera tensión, los hombres temen que los vigilantes de la sierra avisen por radio la llegada de una patrulla militar.

La mano de obra es joven, el propio Güero se inició como “halcón” o vigía a los 16 años, hoy cobra alrededor de 800 euros por un trabajo como sicario, pero obtiene mayores ganancias como cocinero.

Mientras revisamos el laboratorio, conviene entender el alcance del problema, la Administración de Control de Drogas de Estados Unidos (DEA) calcula que en 2023 murieron 72 776 personas por sobredosis de fentanilo en ese país, unas 199 muertes diarias, y que este opioide estuvo presente en 69 % de las muertes por sobredosis.

Las autoridades advierten que el fentanilo es tan potente que los traficantes lo mezclan en pastillas de oxicodona o anfetaminas, y que los decomisos de 2024 superaron 30 millones de pastillas.

La crisis se ha convertido en una prioridad para Washington, que coordina operativos con México, sin embargo la demanda se mantiene, y los cárteles mexicanos buscan nuevos mercados en Europa y Asia.

El poder y las fisuras del cártel

El documental logra entrevistar a un jefe del cártel, protegido por guardias armados, el hombre reconoce el interés mundial por el fentanilo y explica que su organización prohíbe venderlo en Sinaloa, porque “tiene efectos devastadores en el organismo”, la disciplina interna es férrea para entrar a la organización se debe aprobar un examen de ingreso y someterse a órdenes absolutas, pero las rivalidades son evidentes.

Tras la captura de Joaquín “El Chapo” Guzmán en 2016 y la rendición de Ismael “El Mayo” Zambada en 2024, la cúpula se fracturó.

En julio de 2025 que la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana de México identifica como objetivos prioritarios a Iván Archivaldo Guzmán, Jesús Alfredo Guzmán (hijos de El Chapo) e Ismael Zambada Sicairos “El Mayito Flaco”, la publicación recuerda que el cártel ha experimentado una escisión, “Los Chapitos” (los hijos de El Chapo) y “Los Mayos” (la facción de Zambada) se disputan el control.

Los Chapitos lideran la producción de fentanilo, mientras que la facción de los Mayos controla rutas tradicionales y puertos. Esta división ha generado enfrentamientos y alianzas temporales con cárteles rivales.

Según el centro de análisis ACLED, el arresto de Zambada en Estados Unidos provocó “mortales luchas de poder entre las facciones Los Mayitos y Los Chapitos”, con cientos de muertos desde septiembre de 2024 y violencia que se extendió a Chihuahua y Sonora.

Las organizaciones criminales también diversifican sus actividades, además del tráfico de drogas, se dedican a extorsionar, secuestrar migrantes, robar combustibles y controlar la minería ilegal. La guerra no solo enfrenta al gobierno con los cárteles, sino a diferentes facciones entre sí.

El Cártel de Sinaloa tiene presencia en casi la mitad de los estados mexicanos y opera en al menos 47 países.

Según la DEA, las organizaciones Sinaloa y Jalisco Nueva Generación suman más de 45 000 miembros, asociados o facilitadores en unos 100 países.

El “Culiacanazo”: un breve rescate que exhibió el poder armado

Una de las escenas más impactantes del documental es la recreación del 17 de octubre de 2019, cuando el ejército capturó en Culiacán a Ovidio Guzmán, hijo de El Chapo.

La reacción fue instantánea, centenas de sicarios con ametralladoras montadas en camionetas sitiaron la ciudad, tomaron vehículos del ejército y dispararon contra edificios.

El gobierno liberó a Ovidio horas después para evitar un baño de sangre, medios como Milenio estiman que hubo ocho muertos y 16 heridos, y que 51 presos escaparon de la cárcel de Aguaruto.

Los hechos evidenciaron la capacidad de fuego y la coordinación del cártel, los sicarios se comunicaron por radio, apoyaron a sus aliados y ejecutaron represalias después, como el asesinato de un policía involucrado en la captura.

Dos años más tarde, en enero de 2023, las fuerzas federales lanzaron un nuevo operativo para detener a Ovidio en Jesús María, Sinaloa, esta vez sí lo trasladaron a un penal de alta seguridad.

Las autoridades mexicanas y estadounidenses siguen su proceso de extradición, la violencia de esos enfrentamientos ilustró que los cárteles pueden desafiar al Estado y provocar crisis políticas.

Un análisis del Consejo de Relaciones Exteriores de EE.UU. calcula que más de 460 000 personas han sido asesinadas en México desde 2006, cuando el gobierno lanzó la “guerra contra el narco”.

La estrategia militarizada, apoyada por Estados Unidos, no ha erradicado a los cárteles.

La propia DEA reconoce que en 2023 incautó más de 30 millones de pastillas de fentanilo y 4 100 libras de polvo, suficientes para 208 millones de dosis letales, pero el flujo continúa.

Narco-cementerios: tumbas blindadas y monumentos al poder

La crónica de La Huella termina en un lugar insólito: el panteón Jardines del Humaya en Culiacán, conocido como el “panteón de los narcos”. Lejos de las sencillas tumbas populares, aquí se levantan mausoleos de varios pisos con mármol importado, vitrales, sistemas de aire acondicionado, Wi‑Fi, televisión satelital, salones de fiesta, cocinas y dormitorios. Muchas familias instalan cámaras de vigilancia, ventanas blindadas y hasta sistemas de sonido para escuchar música de banda las 24 horas.

La tumba de Arturo Beltrán Leyva, líder del cártel homónimo, tiene acabados de mármol y un sistema de sonido; se estima que costó 13 millones de pesos.

El mausoleo más costoso es el de Arturo Guzmán Loera “El Pollo” (hermano de El Chapo), valuado en más de 1,2 millones de dólares.

Otro mausoleo, construido por Héctor Luis Palma “El Güero Palma” para su familia, incluye sala, comedor, internet y una suite nupcial, y se calcula en 420 000 dólares.

Incluso hay sepulcros en venta por 1 150 000 pesos (unos 65 000 dólares), con dos plantas, siete gavetas y aire acondicionado.

Estos cementerios VIP reflejan una cultura narco que glorifica la muerte y exhibe la riqueza, a diferencia de los capos sepultados allí, la mayoría de las víctimas de la violencia son jóvenes anónimos.

En la crónica, una madre llora junto a la tumba de su hijo de 24 años, fue “levantado” y asesinado; sus verdugos dejaron una pistola bañada en oro sobre su féretro. Otra familia gasta millones de pesos en una tumba lujosa para un hermano de 25 años, con molduras de yeso recubiertas de oro, candelabros, barandales y aire acondicionado.

El contraste entre el dolor de las madres y la opulencia de las lápidas revela la perversión del culto al narco.

Un poder que se reinventa

El reportaje de La Huella y las cifras disponibles muestran que el Cártel de Sinaloa es un imperio criminal con capacidad de adaptar su negocio a los mercados globales.

Pasó de traficar marihuana y opio a producir metanfetamina y fentanilo, diversificó sus ingresos mediante extorsión, minería ilegal y robo de combustibles, y expandió su presencia a decenas de países.

Las autoridades estiman que los cárteles Sinaloa y Jalisco Nueva Generación tienen más de 45 000 miembros y asociados en el mundo, mientras que estudios académicos calculan que el crimen organizado mexicano emplea hasta 185 000 personas.

La violencia también se reinventa, la guerra entre facciones (“Los Mayos” y “Los Chapitos”) ha causado cientos de muertos desde 2024, y el Estado sigue sin controlar territorios.

Aunque Ovidio Guzmán fue recapturado y varios líderes están presos, la estructura permanece, las aprehensiones y decomisos no han frenado la producción de drogas ni el flujo de dinero.

Al contrario, la ofensiva militar ha provocado desplazamientos y aumentado el número de homicidios.

El presidente López Obrador llegó al poder prometiendo “abrazos, no balazos”, pero los asesinatos se mantienen en niveles históricos.

La historia de “El Güero” resume la tragedia, un joven que a los 16 años encontró en el cártel la única oportunidad de progreso, convertido en sicario y cocinero de drogas, sabe que no puede dejar la organización sin morir. Su devoción a la Santa Muerte le da consuelo, y la violencia se normaliza en su vida.

En Sinaloa, los campos de amapola y las tumbas lujosas son dos caras de un mismo sistema que combina pobreza, corrupción, religión popular y crimen organizado. Esta crónica es una mirada a un mundo donde la muerte es negocio y la esperanza se esconde entre rezos y fusiles.

 

Con información del Sistema de Noticias CAMBIO 22

cambio22digitalcun@gmail.com

GCH

WhatsApp Telegram
Telegram


WhatsApp Image 2025 11 30 at 12.28.27 AM
WhatsApp Image 2025 11 30 at 12.28.27 AM