Sicamfor, el Guardian de las Selvas y Bosques del Sureste Mexicano; Alerta por la Grave Deforestación en la Península
15 Oct. 2024
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Científicos de la Universidad Veracruzana mapean la deforestación del sureste mexicano usando herramientas de Google, la FAO y la NASA.
Redacción/CAMBIO 22
La deforestación sacude las selvas de México. Un grupo de investigadores desarrolló una herramienta que muestra con gran detalle el problema en la península de Yucatán. Echando mano de imágenes satelitales de alta resolución y plataformas accesibles como Google Earth Engine y Collect Earth, crearon el Sistema de Monitoreo de la Cobertura Forestal de la Península de Yucatán (Sicamfor). El visualizador muestra la pérdida de selvas en el sureste con mayor certeza que otras plataformas nacionales e internacionales.
El Consejo Civil Mexicano para la Silvicultura Sostenible (CCMSS) es una asociación civil no lucrativa que trabaja con comunidades de esta región. En Bacalar, Quintana Roo, identificaron graves procesos de deforestación y notaron, al igual que algunos investigadores, que la situación era, hasta cierto punto, invisible para el Sistema de Monitoreo Forestal de la CONAFOR (Samof). En el estado vecino, Yucatán, ocurre algo similar. En el municipio de Tizimín, una zona ganadera, la selva baja caducifolia desaparece a gran velocidad, pero Global Forest Watch, herramienta internacional que en otros contextos ha evidenciado muy bien situaciones similares, no mostraba del todo el problema en la región.
Sicamfor fue diseñado para hacer frente a esta y otras limitaciones. Hoy, la plataforma es de uso público. Edward Ellis, científico del Centro de Investigaciones Tropicales de la Universidad Veracruzana, lideró un equipo de trabajo con David Chacón e Irving Hernández para hacer el sistema impulsado por el CCMSS, bajo la coordinación de Sara Cuervo y Sergio Madrid.
La deforestación en imágenes satelitales
Las selvas son promesa de vida, mundos que sostienen una gran diversidad de especies endémicas, reguladoras de agua, sitios para la agricultura, así como fuentes de medicina e ingresos para quienes las habitan. Además, funcionan como enormes trampas para capturar el dióxido de carbono que, desde hace tiempo, calienta nuestra atmósfera.
Los tres estados mexicanos de la península de Yucatán tienen 9.6 millones de hectáreas de selva. Ahí, el paisaje natural ha sido descartado por la industria del henequén, la ganadería, los monocultivos, el turismo y las inmobiliarias. Las transformaciones en esta y otras selvas suceden en las sombras cuando nadie las registra. Contra ese ocultamiento, desde 2014, Global Forest Watch (GFW) mezcla datos satelitales y computación en la nube para mostrar cuánto y donde perdemos árboles a nivel global.
Su herramienta más conocida es un mapa interactivo que muestra el cambio forestal del mundo, con datos desde el año 2000. Periodistas, gobiernos e investigadores le han dado un amplio uso. El financiamiento y apoyo internacional para esta plataforma es enorme: tiene más de 60 socios, entre ellos The Jane Goodall Institute, UNEP, WRI, Unilever e incluso la empresa multinacional Cargill, dedicada a la agroindustria.
Por otro lado, el gobierno de México tiene su propio rastreador de cambios de cobertura forestal: el Samof. Ellis señala que el mapa de GFW y el rastreador del gobierno son herramientas útiles, pero que para investigar el sureste mexicano se requieren escalas más finas. Detalla que las plataformas existentes, o bien sobreestiman la situación, o bien, no la detectan.
Conocer y estar en el territorio que muestran las imágenes satelitales ha sido la clave para ver esos errores. Ellis investiga el manejo forestal y los cambios de uso de suelo en ecosistemas tropicales. La península de Yucatán es su área de trabajo desde hace más de 20 años. “No solo la conozco por imágenes satelitales sino que ayuda muchísimo haberla recorrido, conocer los disturbios que ha tenido, incendios y huracanes que afectan la vegetación y cómo se representan en imágenes satelitales”.
Monitorear la deforestación en zonas tropicales es desafiante. Entre otras cosas, hay que considerar la evapotranspiración, la alta humedad y la constante nubosidad que dificultan la captura de imágenes claras. También está el problema de las definiciones: qué es y qué no es selva. Por ejemplo, en Yucatán las selvas bajas caducifolias tienen árboles de entre cuatro y seis metros de altura, algo que no siempre se clasifica como cobertura forestal en plataformas internacionales. Los investigadores usaron criterios para incluir en Sicamfor la vegetación que conforma los montes mayas, asegurando que ninguna área importante quedara fuera de su análisis.
Otro problema es que la deforestación en las selvas no es un proceso en blancos y negro, sino lleno de matices. De acuerdo con la “Evaluación de la deforestación en la península de Yucatán, período 2019 a 2023”, realizada a través de Sicamfor por el CCMSS, la región perdió 285,580 hectáreas de tierras forestales, algo así como 196 hectáreas diarias, de 2019 a 2023. La deforestación en la península se dio a una tasa anual de 0.4%, la más alta de las últimas décadas en la región. El promedio del país es del 0.1%.
La ciencia detrás del Sicamfor
El Sicamfor aprovecha herramientas digitales gratuitas para analizar información geográfica. La primera ventaja fue tener imágenes satelitales libres y de muy alta resolución, de 4.77 metros, proporcionadas por Planet labs a través de un programa de Noruega sobre clima y bosques contra cambio climático para el monitoreo satelital de selvas tropicales, el NICFI.
Para el Sicamfor, hicieron una clasificación supervisada de imágenes con un modelo entrenado. Primero generaron una red de monitoreo y validación de 3,000 parcelas aleatorias (1,000 de cada estado) obtenidas con Collect Earth Online, una aplicación de código abierto para el monitoreo de tierras hecha por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) con el apoyo de Google Earth Outreach. Le asignaron a cada punto su cobertura de vegetación y su uso de suelo de manera visual.
La otra tecnología clave para lograr el visualizador es Google Earth Engine, plataforma en línea, gratuita capaz de almacenar y procesar las imágenes de Planet para toda la península desde los servidores de Google. “En Google Earth procesamos las imágenes usando un algoritmo de inteligencia artificial llamado Random Forest al que le decimos que entrene la imagen para que haga la clasificación de uso de suelo y vegetación. Con estos puntos, el algoritmo genera la imagen de cobertura y selva, lo que llamamos puntos de entrenamiento, de acuerdo a los valores de los píxeles que tenemos en la imagen satelital”.
También generaron un índice de vegetación con datos satelitales. Con este y con los puntos de entrenamiento, logran clasificar la imagen con el algoritmo. Pueden ocurrir errores. De los 3,000 puntos de validación, eliminaron 20 que eran zonas marinas, usaron el 70% de los restantes para entrenar la imagen y el 30% para validar la clasificación.
El detalle que lograron es tal que se pueden apreciar los cambios a nivel municipio, ejido o ciudad. Lo hicieron así porque su intención es ofrecer evidencia a escala comunidad para organizaciones y empresas comunitarias que trabajan con el aprovechamiento sostenible y la conservación del territorio. En la península, alrededor del 64% de la tierra es de propiedad social.
Luego revisaron la efectividad del trabajo. Sicamfor detecta áreas deforestadas y cobertura forestal con una precisión de 92%, mientras que Global Forest Watch lo hace con 87% y Samof con 90%.
Además, ofrecen información de cambios de cobertura entre 2016 y 2023, clasificado como deforestación, deforestado sin cambios, forestal sin cambios y regeneración arbórea. Permite sumar distinto municipios y ver un comparativo en un gráfico de barras.
Los hallazgos
El informe del CCMSS acusa que Campeche registró la mayor superficie deforestada, 29,281 hectáreas anuales. Seguido por Yucatán con 27,519 hectáreas y Quintana Roo con 14,595 hectáreas.
Hopelchén resulta el municipio con la mayor deforestación. De 2019 a 2023, perdió 117,124 hectáreas. Le sigue de Candelaria (donde se establecen potreros) y Calakmul (allí abren paso para las vías del Tren Maya y nuevas áreas de producción agropecuaria). Al norte, en Yucatán, Tizimín es el más deforestado. Este municipo, Hopelchén y Tekax ocupan los primeros lugares en la producción agroindustrial de soya y otros granos en la península.
En Quintana Roo, señalan, los cambios más agresivos ocurren en los municipios de Othón P. Blanco, Bacalar, Benito Juárez y Felipe Carrillo Puerto. En particular, la pérdida de cobertura forestal en el ejido Juan Sarabia, en el municipio Othón P. Blanco, se debe a la apertura de bancos de materiales que abastecen de sascab y piedra caliza al Tren Maya. En Benito Juárez, se debe al crecimiento urbano y desarrollo turístico. En Tulum, el aeropuerto y los desarrolladores inmobiliarios borran la selva, mientras que en Bacalar esta se pierde por la expansión agroindustrial. Tal es el caso de la colonia menonita Salamanca. Sicamfor puede evidenciar otros casos. Descubrirlos dependerá del uso que se le dé a esta herramienta, diseñada, además, para ser actualizada en los próximos años.
Fuente: Wired
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