Redacción / CAMBIO 22

José María Morelos, Q. Roo 20 de octubre.- En el corazón de la Zona Maya, las antiguas tradiciones del Hanal Pixán, conocidas como el “banquete de las almas”, comienzan a desvanecerse. Lo que alguna vez fue una celebración llena de respeto y solemnidad, hoy se enfrenta a la presión del tiempo y las circunstancias socioeconómicas de las nuevas generaciones.

Cinthia Dávila, locataria del mercado del productor, observa con nostalgia cómo la esencia de estas costumbres se va perdiendo. “Ahora las ofrendas se hacen cuando se puede, no cuando el calendario lo marca”, comenta. “Ya no se preparan los platillos tradicionales, como el escabeche, que nuestras abuelas hacían con tanto cariño. Hoy, las familias apenas logran preparar pibes cuando tienen tiempo libre, adaptándose a los días de descanso que les permiten sus trabajos.”

En tiempos pasados, el Hanal Pixán era una festividad que se extendía del 31 de octubre al 2 de noviembre. El primer día estaba dedicado a recibir las almas de los niños, el segundo a las ánimas adultas y el tercer día a “Los Fieles Difuntos”. En esos días, se preparaban comidas que reflejaban los gustos de los fallecidos en vida: el puchero dulce para los niños y el chimole para los adultos. A los ocho días, se celebraba el “Bix”, un momento especial en el que se cocinaban pibes o tamales, creyendo que los muertos podían llevarse esta comida seca en su viaje de regreso al más allá.

Sin embargo, el cambio es evidente. Las familias ya no cuentan con los mismos recursos ni el tiempo para dedicar a estas festividades con el mismo detalle. “Es triste ver cómo poco a poco se desvanecen nuestras tradiciones, porque en cada ofrenda había un vínculo con nuestros antepasados, algo más allá de la comida. Ahora, con tantas ocupaciones, el espíritu de la celebración se diluye”, lamenta Dávila.

El Hanal Pixán, que alguna vez fue el reflejo profundo de la conexión entre los vivos y los muertos, lucha por sobrevivir en una época donde la modernidad y la prisa del día a día parecen opacar su esencia.

 

 

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LRE

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