¿’Se Acabó la Conferención del Caribe como la Conociamos?
19 Dic. 2025
Gil Rodriguez / CAMBIO22
Esta semana, la Serie del Caribe dejó de ser únicamente un torneo de béisbol para convertirse en un espejo incómodo de sus propias contradicciones. México, República Dominicana y Puerto Rico anunciaron que declinaban su participación en la edición 2026 programada originalmente en Venezuela, citando la incertidumbre geopolítica que atraviesa el país: espacio aéreo cerrado, tensión diplomática creciente y un escenario internacional que, sin exagerar, habla abiertamente de una posible intervención militar. No era un rumor de redes ni un alarmismo barato: era una alerta real.
Horas después, la Confederación del Caribe anunció una sede emergente en Jalisco, donde el torneo se disputará sin mayores sobresaltos logísticos. El clásico caribeño sigue vivo, las fechas se mantienen, los patrocinadores respiran tranquilos y el negocio continúa. Pero la pregunta incómoda permanece: ¿a qué costo y para quién?

El elefante en la sala: ¿y Venezuela?
El primer gran vacío de esta decisión es evidente: ¿qué pasará con el campeón venezolano? Un torneo que se presume confederado, fraterno y regional, deja fuera —en los hechos— al país que originalmente iba a albergarlo. No hay claridad sobre su participación, su traslado ni las condiciones en que competiría. Y esa falta de respuestas no es menor: habla de improvisación y de prioridades mal jerarquizadas.
Porque si la situación era tan delicada como para que tres ligas se bajaran de la sede, ¿cómo se justifica seguir adelante como si nada hubiera pasado? El mensaje implícito es peligroso: la Serie del Caribe puede existir sin uno de sus socios históricos. Eso rompe el espíritu fundacional del torneo.
Solidaridad que no fue
Aquí está el punto central: esto no era un problema logístico, era una prueba de solidaridad. Hoy las amenazas son para Venezuela; mañana podrían ser para cualquier otro integrante de la Confederación. México, República Dominicana o Puerto Rico no están blindados a los vaivenes políticos, diplomáticos o económicos del mundo. La solidaridad no era un gesto decorativo ni un discurso bonito para conferencias de prensa: era una postura firme, colectiva y necesaria.
Suspender la Serie del Caribe 2026 habría sido un golpe duro, sí. Económicamente incómodo, también. Pero habría enviado un mensaje claro: cuando uno de los nuestros no puede, ninguno sigue como si nada. En cambio, los directivos eligieron el beneficio inmediato, la continuidad del producto, la tranquilidad de los contratos y la foto del trofeo levantándose puntualmente en febrero.

No es contra Jalisco, es contra la dirigencia
Conviene ser claros: esto no es un señalamiento contra Charros de Jalisco ni su directiva. Ellos hicieron lo que cualquier organización haría: aprovecharon la recta, levantaron la mano y ofrecieron una solución viable. Eso no solo es válido, es lógico.
La crítica va dirigida a las dirigencias a nivel liga y confederación, que prefirieron resolver el problema rápido en lugar de resolverlo bien. Que optaron por salvar el evento, no el principio. Que entendieron la Serie del Caribe como un activo comercial antes que como un pacto regional.

¿Volveremos a ver a Venezuela como sede?
Esa es otra pregunta que queda flotando. Si hoy se le baja el pulgar por un contexto externo, ¿qué garantía hay de que mañana no vuelva a ocurrir lo mismo? El precedente es peligroso. Venezuela no solo pierde una sede; pierde confianza dentro del organismo. Y cuando un socio empieza a sentirse prescindible, el proyecto común se debilita.
La Serie sigue, la confederación se achica
La Serie del Caribe se jugará en Jalisco, habrá estadio lleno, transmisiones impecables y campeones celebrando. Pero algo sí se perdió en el camino: la idea de que este torneo era más que béisbol. Que representaba unión regional, respaldo mutuo y una identidad compartida.
Hoy, la Confederación del Caribe no se rompió… pero se encogió. Eligió avanzar sin mirar atrás, dejando a uno de los suyos en la orilla. Y cuando el béisbol deja de ser solidario para volverse únicamente rentable, deja de ser caribeño.
MRM -RCM




















