Redacción/ CAMBIO 22

Con permiso de La Mona LisaSan Juan Bautista es uno de los retratos más perfectos de Leonardo da Vinci y de todo el Renacimiento. Igual que la Gioconda, sus misteriosas sonrisa y mirada han dado lugar a múltiples teorías y no pocos expertos opinan que la imagen destila una pasión erótica del autor hacia su joven modelo, cuya identidad continua siendo debatida. El retrato es una verdadera lección del uso del sfumato, difuminando los contornos de la figura hasta vaporizarse con el fondo oscuro de la tabla. Su ejecución supera la fría perfección que buscaban los pintores renacentistas y apunta características de estilos posteriores como el Manierismo o, incluso, el Tenebrismo barroco de Caravaggio.

Historia de una pintura

San Juan Bautista acompañó a Leonardo hasta su muerte en 1519 en su retiro de Clos Lucée, bajo la protección del rey de Francia Francisco I. El maestro florentino conservó tres retratos “perfectísimos”, ejecutados de su propia mano, según un privilegiado testigo que pudo contemplarlos: la virgen y el niño en el regazo de Santa Ana (La Virgen, el Niño y Santa Ana, arriba), un retrato “de cierta dama florentina pintado del natural” que no necesita presentación, y un San Juan Bautista “joven”. Las tres pinturas terminaron en manos del monarca galo, no se sabe si legadas por el propio pintor o compradas. San Juan Bautista, pero, salió de Francia en el siglo XVII, intercambiada por un Retrato de Erasmo de Hans Hoblein y una Sagrada Familia de Tiziano. Afortunadamente para las colecciones francesas, la pintura fue vendida por Carlos I de Inglaterra a un banquero francés y terminó en las colecciones de Mazarino, primer ministro de Luis XIV. Actualmente, cuelga de las paredes del Museo del Louvre, en París, junto a sus otras dos “hermanas”.

El bautista

Un círculo que se cierra

Este joven Bautista es una de las últimas obras, si no la última, pintura que realizó Leonardo da Vinci. Curiosamente, en la primera gran obra de arte en la que se aprecia su mano aparece el mismo personaje: El bautismo de Cristo (hacia 1475), del florentino Andrea del Verrocchio. El maestro del primer Quatrocento tenía en su taller destacados discípulos como Botticelli o el propio Leonardo, que entonces tenía unos 20 años, y que ejecutó el ángel arrodillado de perfil. La costumbre marcaba que en muchas obras el maestro concebía el cuadro, hacía los primeros esbozos y se encargaba de parte de obra, dejando algunas partes a sus alumnos y haciendo tan solo retoques y correcciones finales. Cuenta la leyenda que al ver el maestro la superioridad de la figura realizada por su discípulo dejó la pintura para siempre.

Predicador anacoreta

Predicador anacoreta

Juan el Bautista fue un profeta judío coetáneo de Jesús que predicó la inminencia del Juicio Final y bautizó a los arrepentidos. Es una de las figuras centrales de los evangelios, que lo presentan como primo de Jesús, nacido justo seis meses antes que él, y es por ello que se celebra su onomástica el 24 de Junio. La doctrina cristiana lo trata como un precursor del mesías, que vaticinó su llegada, y su figura ha sido ampliamente tratada en la historia del arte. Normalmente se le representa como un asceta barbudo, desaliñado y medio desnudo cubierto tan solo por unas pieles o una simple túnica, como en este icono del siglo XVI de la Capilla de la Anunciación en la catedral de Moscú. Suele portar un bastón, en referencia a su papel de pastor de hombres, y muchas veces aparece representado junto a él un cordero, al que el santo señala, en referencia a la frase que le atribuyen los evangelios dirigida a Jesucristo: “He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo”.

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La luz del mundo

Leonardo da Vinci recogió esta tradición para representar a su santo como un hombre semidesnudo apenas cubierto por una piel moteada echada sobre su brazo izquierdo, mientras sostiene un báculo en forma de cruz. Pero también introdujo elementos innovadores presentando a Juan como un bello joven sonriente con el pelo rizado hasta los hombros y apuntando, no a un cordero que no aparece, sino, directamente al cielo, desde donde parece provenir la luz que lo ilumina que deja el resto de la escena completamente a oscuras. Juan señala “la luz del mundo” que vendrá tras él. La lectura teológica de esta obra sería el papel de intermediario de Juan, que señala la fuente de luz (Dios) al espectador del cuadro (el cristiano), que no puede verla pero que sabe de ella gracias al profeta. Todo lo que está fuera de esa luz (del reino de Dios), son las tinieblas.

Sfumato

El efecto de la luz y las sobras en la obra de Leonardo parece el adelanto de una técnica que tardaría casi 100 años en cristalizar de la mano de Michelangelo Merisi, Caravaggio, el tenebrismo. san Juan Bautista es, tal vez por encima de la Gioconda, la obra en la que Da Vinci muestra mayor dominio del sfumato, la técnica que permite, a través de veladuras de cada vez más tenues degradar el color hasta convertirlo en una completa sombra. Leonardo elimina las líneas negras y esboza los contornos con trazos vagos e imprecisos que aumentan la sensación de lejanía y de profundidad de una obra que en realidad tiene un fondo completamente negro. estos trazos degradados son muy visibles en la mitad derecha del rostro de Juan que parece fundirse con la oscuridad.

El dedo señala el camino

El dedo señala el camino

Con el índice de su mano derecha, el santo señala hacia el cielo, el lugar de donde procede la luz, un gesto que refuerza la idea de su papel profético. Este gesto era muy común en las obras de Leonardo da Vinci. Puede observarse en otras obras suyas como La Adoración o La última Cena. De hacho este gesto era muy común entre los artistas florentinos en esa época. Esto y que el protagonista fuera el santo patrón de Florencia ha llevado a algunos expertos a pensar que habría iniciado su obra en su última estancia en esta ciudad, en 1509-1510, antes de partir hacia Roma y, más adelante a Francia.

Anuncio de la pasión

Muchos críticos del Arte han querido ver en la obra un doble mensaje de Leonardo, gran amante de los símbolos, los dobles sentidos y los mensajes ocultos. La luz que ilumina a Juan sería similar a la que entraría por la ventana de un calabozo. El so estaría preso en espera de su muerte, decapitado, a manos de Herodes y Salomé. Sería un predecesor de Jesucristo no solo como profeta, sino también anunciando su pasión y muerte. Con una mano se señala a sí mismo y con la otra, al cielo mientras sonríe porque sabe que su pronta muerte lo hará ascender junto a Dios.

Rizos perfectos

Rizos perfectos

San Juan Bautista alcanza la sublimación de los más pequeños detalles, como los rizos del cabello. Leonardo da Vinci era un maestro en este tipo de peinado. El cabello de San Juan es suntuoso, sofisticado, con un punto etéreo. Para el catedrático de Oxford, Martin Kemp, una reconocida autoridad en Leonardo, los rizos de Leonardo tienen un “tipo de vórtice característico”, ya que el genio florentino veía el rizo como un flujo de agua con “tendencia a girar contra la corriente”.

Mirada estrábica

Mirada estrábica

Uno de los aspectos más sorprendentes del santo de Leonardo es que sus ojos no apuntan al mismo lugar. ¿Por qué representó el pintor a su personaje con una mirada estrábica? La respuesta sería otra vez teológica y doctrinaria: con un ojo mira directamente al espectador y el otro lo dirige a la cruz. En 2018, un neurocientífico británico lanzó la teoría de que el propio Da Vinci pudo ser estrábico tras analizar varios retratos y autorretratos del pintor. Esto habría influido en la genial percepción del espacio en sus obras. Otra de las muchas teorías sobre el genio florentino imposibles de verificar con rotundidad.

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Santo andrógino

Leonardo retrató un personaje profundamente andrógino, si no fuera por el título de la obra no sabríamos si se trata de un hombre o una mujer. No existe la certeza de que el rostro de San Juan fuera el de una persona real, pero la gran mayoría de estudiosos se inclinan porque el  modelo fue uno de sus discípulos, Salai, nacido en 1480 y 28 años más joven que Leonardo. Salai acompañó a su maestro desde los 18 años hasta la muerte del artista.

La sexualidad de Leonardo

 

Fuente: National Geographic

redaccion@diariocambio22.mx

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