Redacción/CAMBIO 22

Cuarenta meses son muchos en una guerra. Aún más, para una economía que ya arrastraba peligrosas dependencias de un mundo, el fósil, que, con fortuna, en unas décadas quedará relegado a los libros de historia. Casi tres años y medio después de que Vladímir Putin diese la orden de invadir Ucrania, rompiendo así todos los puentes con Occidente, Rusia está hoy atrapada en un laberinto de difícil salida: bajo crecimiento y precios disparados, con alzas anuales de doble dígito.

El Foro Económico de San Petersburgo, otrora escaparate y símbolo de la pujanza rusa en el mercado global, se convirtió hace un par de semanas en un paseo del putinismo. Aunque no precisamente feliz. “Estamos al borde de la recesión”, admitió el ministro de Desarrollo Económico, Maxim Reshétnikov. Las reservas que sustentaron las cuentas estos años, apostilló la gobernadora del banco central ruso, Elvira Nabiúllina, “se han agotado”.

Poco queda de la Rusia de finales de 2021, cuando el choque verbal con Kiev iba a más, pero pocos, muy pocos, sospechaban el paso que Putin estaba a punto de dar. Hoy, en julio de 2025, su banco central está instalado en una paradójica encrucijada, un doble combate paralelo contra la inflación y contra el Kremlin. Algo así como bailar un vals sobre un barril de dinamita.

Rusia se asoma a la recesión tras 40 meses de guerra

“El país está en una situación de estanflación”, sentencia, sin atisbo de duda, el Centro de Análisis Macroeconómico y Pronósticos a Corto Plazo (TSMAKP, en sus siglas en ruso) en un informe reciente. “La dinámica económica está decayendo rápidamente y existe el riesgo de una recesión técnica en el segundo y el tercer trimestre, pero la inflación se mantiene alta”.

 

 

 

Fuente: El País

redaccionqroo@diariocambio22.mx

HTR/RCM

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