• Despacho 14

 

  • El Violento Oficio de Escribir

 

  • Fiscalía de Quintana Roo no hace nada, por intervenir en este lamentable hecho.

 

  • El silencio verde tras la desaparición del “Patriota”.

 

Alfredo Griz/CAMBIO 22

Guadalajara, Jalisco.- El 27 de agosto de 2025, en Guadalajara, Jalisco, se detuvo el reloj de un hombre que incomodaba demasiado en Cancún, Berzaín Rodrigo Vázquez Coutiño, conocido por todos como “El Patriota”, desde ese día, su rastro se perdió en la maraña de calles y en el blindaje hermético de las fiscalías.

Desde entonces, solo queda una ficha de búsqueda repetida como eco en portales digitales, imágenes en redes sociales y el silencio, el silencio siempre dice más que mil comunicados.

Rodrigo no era un político al uso, era un opositor visceral, un independiente que se negaba a vestir la camiseta del partido de moda o a venderse al mejor postor, su lucha por la alcaldía de Cancún en 2024, aunque truncada por la negativa de registro, dejó claro que no se callaría frente al poder establecido.

Con un discurso frontal, acusaba al Partido Verde Ecologista de México (PVEM) de haber convertido Cancún en un feudo, en un negocio donde el ciudadano es lo de menos.

El “Patriota” no era un disidente cualquiera: era un disidente con nombre y apellido, con un tatuaje de flor de lis y la palabra Patriota en el brazo derecho, como un recordatorio de que su identidad estaba anclada en la resistencia.

La Herida Política que No Cicatriza

En Quintana Roo, el Verde no es solo un partido, es la herencia de pactos oscuros, de acuerdos bajo la mesa, de favores que viajan de la política al empresariado y de regreso.

El Verde es gobierno, es negocio y es control territorial, para ellos, la política es patrimonio familiar, en esa maquinaria aceitada, Rodrigo era un engrane defectuoso: chirriaba, denunciaba, molestaba.

Su candidatura independiente era peligrosa porque no respondía a nadie, no estaba en venta, y en un estado acostumbrado a comprar conciencias, eso era imperdonable.

Desde su trinchera, Rodrigo hablaba de transparencia, de un Cancún menos capturado por intereses de hoteleros amigos del poder, de romper la red que asfixiaba la política local.

Su voz, Incómoda y Disonante, Quedó Suspendida en el Aire desde Aquel 27 de Agosto

Guadalajara: escenario lejano, sospecha cercana

La desaparición ocurrió lejos de Cancún, en Guadalajara.

¿Coincidencia? ¿Casualidad? ¿Un accidente?

Las fiscalías de Jalisco y Quintana Roo insisten en la misma versión, no hay indicios de crimen organizado, y en México, donde casi cualquier desaparición se adjudica de inmediato al narco, ese descarte no es menor.

Si no fue el narco, entonces ¿qué fue?
La pregunta abre la puerta a lo que todos en Cancún murmuran: que la política está detrás.

El hermetismo de la Fiscalía de Jalisco, que guarda cada detalle como si se tratara de un secreto de Estado, y la indolencia de la Fiscalía de Quintana Roo, que limita su actuación a colgar una ficha en redes, refuerzan esa lectura. Ninguno parece tener interés en esclarecer el caso, pero ambos parecen tener interés en que no se vincule con lo que se sospecha: la mano del poder local.

El Verde y sus Hombres de Sombra

En Cancún, los nombres ligados al Partido Verde Ecologista de México, flotan como sombras en los pasillos, viejos operadores, alcaldes en funciones, diputados que deben su carrera al padrinazgo de la cúpula, empresarios que gozan de contratos municipales, todos ellos, directa o indirectamente, tenían un interés: que el “Patriota” no siguiera creciendo.

Un hombre que no se pliega es un hombre que incomoda.

Un hombre que incomoda es un hombre peligroso.

Y en la política de Quintana Roo, lo peligroso suele resolverse con silencios prolongados.

El Verde presume victorias electorales, pero en los cafés de Cancún se comenta que su verdadero triunfo ha sido capturar la oposición, desarticularla, dividirla, con Rodrigo no pudieron, no estaba dispuesto a negociar su voz, no aceptaba pactos, no se dejaba seducir por cargos menores. Y ahí empezó a cavar su propio destino.

La Fiscalía que Calla, la Ciudadanía que Grita

La Fiscalía General de Justicia de Quintana Roo parece ausente. Su obligación sería encabezar, presionar, dar seguimiento, pero no lo hace, Emitió la ficha, como si se tratara de un trámite burocrático más.

Ninguna línea de investigación pública, ninguna conferencia, ninguna exigencia a su homóloga en Jalisco.

El mensaje es claro: no moverán un dedo.

La ciudadanía lo sabe. Los activistas lo saben. En las calles de Cancún ya se empieza a decir en voz baja lo que las fiscalías callan: que “El Patriota” cayó víctima de un juego político donde la desaparición se usa como último recurso.

Política Contra Crimen: Dos Narrativas

Que se descarte la participación del crimen organizado abre un vacío enorme, ese vacío se llena con la única narrativa posible: la política, pero aquí no hablamos de la política en mayúsculas, la de los debates y las urnas, sino de la política en minúsculas, la de los intereses, los contratos, las venganzas.

En ese terreno, la desaparición de Rodrigo no es un hecho aislado, es una advertencia, un recordatorio de que quien desafía el poder en Quintana Roo paga un precio, y a veces, el precio es la desaparición.

El símbolo que No Pudieron Borrar

El “Patriota” no está. Pero su nombre, su alias, su tatuaje, se han convertido en bandera. Cada publicación en redes, cada mural improvisado, cada transmisión en vivo que circula en su memoria, es un recordatorio de que su voz no se apagó.

Los partidos pueden controlar las instituciones, pueden controlar las fiscalías, pueden controlar las elecciones. Pero no pueden controlar el eco de una desaparición. Ese eco crece, se multiplica, se convierte en símbolo.

Y en Cancún, donde la democracia parece un espejismo bajo el sol del Caribe, el “Patriota” ausente se ha convertido en la mayor denuncia política de todas.

Epílogo: La Pregunta que Duele

¿Quién teme tanto a un ciudadano independiente como para querer borrarlo del mapa?

La respuesta está ahí, en Cancún, en el corazón del poder verde, en las oficinas donde se reparten favores, en las fiscalías que callan y en los despachos que esconden expedientes.

El “Patriota” no está, pero su ausencia habla. Habla de un sistema que desaparece opositores, de un estado donde la política se confunde con impunidad, y de un país donde las desapariciones ya no son patrimonio del narco, sino también del poder político.

Y aunque intenten silenciarlo, aunque intenten borrarlo, la historia de México enseña que los patriotas desaparecen del cuerpo, pero no del espíritu colectivo.
Y en ese espíritu, Rodrigo sigue presente…

 

Con Datos del Sistema de Notícias CAMBIO 22

redaccionqroo@diariocambio22.mx

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