Rocío Nahle: Crónica de Un Desastre
14 Oct. 2025
Mario Maldonado / CAMBIO 22
Rocío Nahle enfrenta sus horas más críticas desde que asumió la gubernatura de Veracruz. Las inundaciones que devastaron Poza Rica, Papantla y Tihuatlán dejaron a miles de damnificados y una imagen lapidaria: ciudadanos gritando y reclamando en la cara de la presidenta Claudia Sheinbaum la ausencia de apoyo y la ineptitud del gobierno estatal. Nahle inició su mandato con el pie izquierdo y, 10 meses después, ya atraviesa una crisis de la que quizá no pueda recuperarse.
El desastre comenzó con una decisión administrativa. En mayo, la gobernadora canceló la póliza estatal contra desastres naturales que protegía a Veracruz con una cobertura cercana a los 400 millones de pesos, contratada con Seguros Ve por Más (BX+). Esa póliza, vigente hasta el 30 de mayo de 2025, cubría daños por huracanes, inundaciones, sismos, sequías y tormentas. Nahle decidió no renovarla y en su lugar creó por decreto la Aseguradora Veracruzana de Servicios Integrales (AVSI), un organismo estatal que supuestamente permitiría ahorrar recursos y depender menos de aseguradoras privadas. La AVSI fue una ficción, porque no tiene capital, ni registro ante la Comisión Nacional de Seguros y Fianzas, ni personal especializado ni reservas técnicas. Es decir que Veracruz quedó, desde el 1 de junio, completamente desprotegido.
Las lluvias de octubre arrasaron con comunidades enteras, colapsaron carreteras y dejaron sin servicios básicos a decenas de miles de familias. El río Cazones se desbordó y sumergió a Poza Rica en una tragedia que pudo mitigarse si el estado hubiera tenido cobertura activa. La gobernadora tardó en reaccionar, intentó minimizar el desastre y acabó exhibiendo su falta de preparación. Mientras ella aseguraba que el nivel del agua “ya bajaba”, Protección Civil reportaba poblaciones incomunicadas y cientos de viviendas bajo el lodo. Fue el Ejército, la Marina y la ayuda federal los que terminaron haciendo lo que el gobierno estatal no pudo o no quiso hacer.

El costo para Nahle ha sido inmediato. Este domingo, cuando la presidenta Sheinbaum llegó a Poza Rica a supervisar los daños, fue recibida entre reclamos y gritos: “¡Dónde está su gobernadora!”, “¡No hicieron nada!”. Las escenas se viralizaron y dejaron a Nahle expuesta ante su jefa política. Por su culpa, la presidenta fue abucheada en una de sus primeras visitas de emergencia, y Veracruz quedó como ejemplo de descoordinación y falta de liderazgo.
Pero el caos actual no es casualidad. Desde su paso por la Secretaría de Energía, Nahle arrastra acusaciones de corrupción y opacidad. La refinería de Dos Bocas —su proyecto insignia en el gobierno de López Obrador— se convirtió en un monumento al sobrecosto: más de 22 mil millones de dólares gastados y una planta que opera por debajo del 40% de su capacidad. A ello se suman señalamientos por enriquecimiento inexplicable, propiedades en zonas de lujo, favoritismo en contratos y una red de operadores que hoy la acompañan en su gabinete veracruzano. La historia que acompaña a Nahle desde hace varios años es de discrecionalidad, improvisación y un estilo autoritario. Una de sus primeras decisiones al llegar a la gubernatura fue cancelar todo tipo de relaciones con medios. La morenista detesta a los periodistas.
En julio, en plena temporada de lluvias, Nahle ratificó al frente de Protección Civil a Guadalupe Osorno Maldonado, una funcionaria sin formación técnica, licenciada en literatura y antropología, cuya principal credencial era su cercanía política. El resultado se refleja en la nula prevención, cero protocolos de reacción y una dependencia estatal desbordada. Las escenas de caos en el norte de Veracruz no solo reflejan una catástrofe natural, sino una catástrofe institucional provocada por decisiones políticas tomadas desde la soberbia.
Apenas en 10 meses, el gobierno de Nahle ha mostrado todos los síntomas de colapso. La ausencia de planeación, un gabinete sin perfil técnico, redes de corrupción heredadas de Dos Bocas y una gobernadora obsesionada con controlar la comunicación antes que resolver los problemas. Los municipios que hoy piden auxilio quedaron fuera de cualquier programa de reforzamiento hidráulico o drenaje preventivo.
Los veracruzanos votaron por quien se presentaba como ingeniera y gestora eficiente, y encontraron a una política que improvisa, centraliza y castiga la crítica. Lo de Poza Rica es la culminación de una cadena de errores.
Hoy Nahle gobierna entre reclamos, escándalos y descontento. Su relación con Sheinbaum, antes cercana, se resquebraja; su gabinete luce agotado, y los alcaldes morenistas comienzan a marcar distancia de ella. En 10 meses, su gestión acumula muchos tropiezos y va que vuela para superar a su antecesor Cuitláhuac García. Y eso ya es decir mucho. García puede considerarse uno de los peores gobernadores de la historia reciente.
GPC/RCM





















