Redacción/CAMBIO 22 

Estos días han sido muy complicados y quiero compartirlo con ustedes.

El día 22 de febrero viajé a Chetumal para presentarme a la audiencia oral que tenía que desahogar en la Junta de Conciliación y Arbitraje para recuperar mi plaza como profesor de la UQROO, que el Rector López Mena me quiere retirar mañosamente alterando las reglas de cualquier relación laboral.

Por casualidades de la vida esa madrugada intentaron violentar físicamente a mi pareja Tania Casa Madrid, accediendo con todo lujo de violencia al predio que tiene desde hace 21 años en la costera de Bacalar. Esa noche Tania no durmió en el predio porque tenía un tour al día siguiente, por lo que los maleantes erraron en uno de sus propósitos principales, que era el de lastimarla.

La casualidad hizo que pudiera llegar en el mismo avión que el abogado titular de Tania y acompañarle en este proceso tan difícil.

En el terreno se habían quedado dos colaboradores de Tania. Los dos fueron atacados, pero uno de ellos pudo escapar. El segundo fue capturado y uno de los dueños de la empresa Trumpón, a la que le revendieron el terreno de Tania, jugó al narco, y torturó al muchacho, amputándole un dedo con lo que al parecer pudiera ser un cortador de cigarros puros, de esos que tienen los burgueses que disfrutan de un buen tabaco.

Ingresaron al terreno como en las películas, reventando la barda con sus autos y disparando armas largas. Entraron dos de los socios de Trumpón y diez matones contratados en diferentes lugares de Yucatán y Bacalar. Su estrategia posterior presuntamente consistió en pagar a “alguien” para que les desaparecieran las armas, y limpiaran los restos de los disparos; y señalar que los atacados fueron ellos y que el muchacho se había mutilado él sólo el dedo.

El “mocha dedos” amateur, posteriormente en la audiencia tuvo el detalle de señalar que no guardaba “ningún rencor” a Tania Casa Madrid, ni a los muchachos. Casi les dijo que tuvieran más cuidado la próxima vez para no perder más partes del cuerpo por un descuido (en las fotos que acompañan este texto el señor de lentes con botas amarillas es el “mocha dedos”).

Estos días me ha tocado tratar o visualizar a personas que me producen desagrado, y que tienen un escaso sentido del honor y la ética.

El primero es Manuel Pacheco, estafador inmobiliario profesional de Bacalar; un tipo bien “mamadote”, que pretende jugar a narco-aficionado. Es el que les sirvió de intermediario para la venta fraudulenta del predio, y probablemente ayudó a contratar matones de la región.

Abraham Gilberto Reyes Torres, policía de Investigación de la FGJ, prepotente como el carajo, y sospechoso de ayudar a los empresarios morelenses en el intento de que no se pudiera declarar la flagrancia de la detención para dejarlos libres. Le deberíamos preguntar a este personaje quién hizo desaparecer las armas.

También me ha tocado ver al papá del “mocha dedos” y a otro socio joven de Trumpón, que acompañaron en todo momento a los detenidos; llevaron para arriba y para abajo sospechosas mochilas y no tuvieron escrúpulos, a pesar de su apariencia de honorabilidad y status social, en apoyar la acción de un junior envejecido, que cuenta con antecedentes delictivos y que piensa que es imparable y que puede salir impune de cualquier cosa.

Me parece que se equivocaron mucho en su estrategia. De momento el juez de control acreditó que si hubo flagrancia en la detención; y que hubo allanamiento de morada sobre la legítima propiedad de Tania.

El proceso sigue con medidas cautelares. Si los personajes huyen, reconocen su culpabilidad y se declaran prófugos. Si se quedan pueden enfrentar varios años de prisión porque es muy difícil de justificar que un joven que utiliza las manos para vivir, se haya cortado un dedo completo de forma gratuita y por diversión.

¿Cómo justificaran la entrada violenta de los carros que se encuentran asegurados en la fiscalía, que además llevaban placas falsas?

De momento han cambiado de abogado. Sin embargo, en mi opinión, tampoco han acertado en la decisión.

¡Qué lástima cuando se recurre a la violencia y a la corrupción por tener plena conciencia de impunidad! ¡Qué pendejez sentirse por encima de los demás y despreciar a los que aparentemente son más débiles!

Les comparto este desahogo, después de muchas horas de incertidumbre y de pensar a fondo sobre quién eran las personas que nos habían atacado.

 

redaccionqroo@diariocambio22.mx

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