• No todas y todos los asistentes han logrado arribar al corazón de la capital del país. El cerco los detiene en las calles Venustiano Carranza, 5 de febrero, Pino Suárez, 20 de Noviembre, 5 de mayo, 16 de septiembre y Madero

 

Redacción / CAMBIO 22

Poco antes de las 4 de la tarde y de que la presidenta de México, Claudia Sheinbaum Pardo, saliera por la puerta de honor, el Zócalo está prácticamente abarrotado por diferentes asociaciones, sindicatos, uniones de campesinos, agrupaciones de las alcaldías de la Ciudad de México y grupos de personas que han llegado de todos los rincones del territorio nacional.

Sin embargo, no todas los asistentes han logrado arribar al corazón de la capital del país. El cerco los detiene en las calles Venustiano Carranza, 5 de febrero, Pino Suárez, 20 de Noviembre, 5 de mayo, 16 de septiembre y Madero.

“Ya no dejan pasar, hasta aquí llegamos, los lugares de la plancha ya están reservados. Dicen que teníamos que haber llegado a las 6 de la mañana para haber podido entrar hasta el centro”, comentó Froilán de Villa Luvianos en la Sierra de Nanchititla en el estado de México.

Cómo él, cientos de personas, familias y grupos de amigos se quederon afuera de la Plaza de la Constitución. No obstante, señalaron que desde ahí escucharán el primer mensaje de la mandataria.

Transitar por estas calles es una odisea, no solo porque las vallas metálicas impiden el libre acceso, sino que los ríos de gente detienen el paso de quienes acudieron al magno evento, así como de otras personas que fueron de compras y desconocían lo que pasaría, por lo que intentaron salir del centro histórico antes de que fuera más caótica moverse de la fiesta nacional.

Adultos mayores, señoras con bebés en brazos, niños y jóvenes muestran su júbilo. México tiene por primera vez una presidenta y quieren ser testigos de su primer mensaje.

La verbena popular no se detiene. Venta de chicharrones, cacahuates, tacos, tortas, hotdogs y todo tipo de botanas y antojitos forman parte del festejo para apaciguar la espera, ya que es imposible moverse de donde se ubiquen, porque si se salen, pierden su lugar.

“No hay de otra, tenemos que aguantarnos el hambre, pero mi hermano fue a comprar algunas cosas para comer en lo que esperamos la llegada de nuestra presidenta”, contó Lucía, quien salió de Oaxaca a las 6 de la tarde de ayer y llegó a las 8 de la mañana a la CDMX.

No faltan los despistados

Pero no todos los que se dirigieron al Zócalo estaban enterados de la fiesta y cambio de gobierno.

En la línea 12 del Metro, una mamá con sus dos hijas se mostraron desconcertadas al ver el mar de gente que caminaba por calzada de Tlalpan.

“¿De qué es la marcha?” Preguntó la adolescente a su madre. Su gesto con los labios hacia abajo demostraron que no sabía que pasaba.

Una señora le dijo: “Es la toma de protesta de la presidenta”.

La mamá y sus hijas comprendieron que era un día especial y que por ello no podrían bajar en la estación Zócalo, entonces bajaron en Pino Suárez con la duda de si iban a poder llegar al centro histórico.

 

 

 

Fuente: La Jornada

redaccion@diariocambio22.mx

HTR/DS

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