Rarámuri, Los Pies Ligeros de la Sierra Tarahumara
22 Oct. 2023Redacción/CAMBIO 22
Los corredores rarámuri son un ejemplo excepcional de cómo una tradición cultural puede mantenerse viva a través de la práctica de habilidades físicas debido a una capacidad nata de recorrer distancias extremadamente largas en condiciones desafiantes por escarpados terrenos montañosos, profundas barrancas y a temperaturas extremas, sea calor o frío.
Así se sobrevive en la Sierra Tarahumara del estado de Chihuahua y así lo han hecho por siglos los habitantes de las cuatro etnias: rarámuri, pimas, tepehuanos y guarijíos pero la más numerosa y que defiende sus usos y costumbres es la rarámuri que se distingue por sus corredores con reconocimiento a nivel internacional.
Conocidos como pies ligeros caminan y corren para mantenerse en contacto entre sus comunidades distantes entre sí, una visita al doctor puede implicar tres o cuatro horas de camino, otras más para ir a cosechar el maíz que es su principal alimento, ir a cazar o a los pozos por agua, por esparcimiento de los niños y por su estrecho contacto con la naturaleza.
Un grupo de rarámuri que en los años 90 decidió salir de la Sierra y participar en maratones como el de Nueva York hizo la diferencia. El mundo volteó a verlos hasta para estudiarlos por su capacidad para correr más de 100 kilómetros sin parar y los científicos siguen estudiando por qué no padecen enfermedades comunes en las zonas urbanas como la hipertensión o la diabetes, incluso si su corazón o pulmones son más grandes.
El uso de huaraches les permite desarrollar una biomecánica de carrera única modificando su forma de correr, con pasos más cortos y una mayor absorción de impactos que disminuyen la tensión en las articulaciones y los músculos
Lo cierto es que sin un plan de entrenamiento físico, ni siquiera el uso de tenis, ellos caminan y corren de manera cotidiana, niños y grandes hasta descalzos o con sus característicos huaraches que amarran hasta la pantorrilla.
De acuerdo con un estudio elaborado por la UNAM, la adaptación a la altitud en la sierra ha llevado a que los rarámuris extendieran la producción de glóbulos rojos y una mayor capacidad de oxigenación de la sangre, lo que es beneficioso para realizar carreras de larga distancia.
A decir de los expertos, su dieta basada en alimentos naturales como maíz, frijoles, chiles, aguacates y nopales proporcionan una nutrición equilibrada y con alto contenido de carbohidratos que se transforma en energía, lo cual favorece la resistencia y la salud en general.
Se establece asimismo que el uso de huaraches les permite desarrollar una biomecánica de carrera única modificando su forma de correr, con pasos más cortos y una mayor absorción de impactos que disminuyen la tensión en las articulaciones y los músculos.
Nada casual que en las carreras de larga distancia llamadas ultramaratones han sido precisamente el terreno donde los famosos pies ligeros se han colocado en medalleros, destacado por su atuendo ellos con un blusón y una tágora de manta a manera de calzón amarrado a la cintura con una faja y una banda en la cabeza y ellas con una blusa, varias faldas y una pañoleta alrededor de la cabeza.
Hombres y mujeres de acero poseedores de una gran resistencia física que han dejado huella en el planeta. Para ellos, en el nombre llevan la penitencia, pues rarámuri en español quiere decir corredores a pie y lo hacen en este plano de vida y el que sigue, ya que no velan a sus muertos, los entierran sin lápidas y el círculo cercano de esa persona corre para acompañar a su espíritu, a que trascienda y no se quede atascado como un ánima en pena.
Chacaritos y Churos, los primeros rarámuris en un ultramaratón
Todo empezó con los Chacaritos y los Churos, como llaman de cariño a Cirildo Chacarito y Victoriano Churo, esos corredores que en 1997 fueron los primeros rarámuri en participar en el Ultramaratón de California donde no eran favoritos y debían recorrer 160 kilómetros de veredas y montañas en San Gabriel, cerca del condado de Los Ángeles.
A los originarios de Panalachi, municipio de Bocoyna, los acompañó el sacerdote jesuita Javier El Pato Ávila de la Diócesis de esa región y sólo les dijo a “ése tienen qué seguir”, se refería a Ben Hian, un marine estadounidense que sí era el favorito.
Y eso hicieron, seguirlo y Chacarito ganó para sorpresa de cientos de atletas de diferentes nacionalidades que veían sus huaraches hechos por ellos mismos con gomas de neumático como una rareza y no entendían cómo amortiguaban el paso en el terreno hostil. Menos que no usaran ropa con fibras absorbentes.
Cirildo y Victoriano habían ido porque el padre Ávila les dijo que se trataba de correr y con ese objetivo fueron, se les hizo “cortita” la competencia y cuando le dijeron a Chacarito, entonces de 52 años, que había ganado sólo dijo: ‘Tá bueno.
No sabían que ellos serían el parteaguas para que los ojos del mundo voltearan a verlos y partir de ello ambos fueron invitados a participar en otras contiendas como los 100 kilómetros en México, las 100 millas en Denver, las 100 millas en Davos, Suiza y las 100 millas de Italia.
Por eso les dicen a nivel local los Churos y los Chacaritos porque abrieron la brecha para que a lo largo de las décadas más rarámuri estuvieran presentes en los ultramaratones y se pulieran figuras como la de Lorena Ramírez que ya posee patrocinios deportivos.
Cirildo y Victoriano, a sus más de 80 años, radican actualmente en sus comunidades de Bocoyna, alimentando a sus animales y dedicados a la cosecha de sus propios alimentos, dejando atrás las competencias internacionales y dando paso al surgimiento de nuevas leyendas.
Quimare y Cubesare, leyendas vivientes
El camino recorrido por Chacarito y Churo en carreras de larga distancia parecía que sería “flor de un día” para los pies ligeros, sin embargo, se sumó un nuevo protagonista con el único propósito de ganar para su comunidad, era Arnulfo Quimare, quien se encargó de situar de nueva cuenta a los rarámuri en el medallero internacional.
En 2006, Micah True conocido como Caballo Blanco y quien se enamoró de la cultura de la Tarahumara y sobre todo de los corredores rarámuri tuvo la idea de poner a competir a los mejores en la Sierra contra el entonces mejor ultramaratonista del mundo, el estadounidense Scott Jurek.
Jurek había vencido a todos en las más duras competencias como Leadville 100, Badwater, Western States 100 y en la mítica carrera conocida como Spartatlon que comprende una distancia de 256 kilómetros entre las ciudades de Esparta y Atenas en Grecia.
Jurek viajó a Chihuahua, acompañado de otros grandes atletas, esperando colocarse en lo más alto del pódium en la carrera de los 80 kilómetros a través de la Barranca del Cobre sin considerar que un nativo como Quimare lo vencería.
En entrevista con El Heraldo de Chihuahua, Arnulfo recuerda con entusiasmo esa hazaña, 17 años atrás y a partir de la cual, compitió en varios países. “Se siente bien ganar porque cuando lo hice me llevaron a correr a España, Japón y Estados Unidos”.
Con cierta nostalgia señala que le hubiera gustado tener el apoyo que actualmente tienen los corredores rarámuri, ya que en su época era más complicado hasta para conseguir recursos y hacer los viajes, empero sus ganas de participar para darlo todo en cada kilómetro que recorría.
“Las cosas han cambiado, la gente nos apoya, entonces no era así y todavía nos faltan muchas cosas pero me gusta que los más jóvenes puedan seguir participando, yo sigo corriendo en la Sierra pero poquito más lento”, dice el hombre de 43 años y pocas palabras aunque ya está acostumbrado a las entrevistas pero no le agradan porque insisten en querer saber por qué corren y para él es una pregunta sin respuesta, “porque sí”.
Originario de Batopilas, a 379 kilómetros de la capital chihuahuense y donde está una zona con las barrancas más profundas del área serrana, comenta que “ahora apoyo a la organización del Ultramaratón de Caballo Blanco y seguimos jugando carrera de bola; este año ya hemos ganado dos pero ya son más cortas porque ya no aguanta la gente, antes corríamos más de 24 horas pero ya no”.
La hazaña de Arnulfo Quimare en 2006 hizo que para el 2009 se publicara el libro “Nacidos para Correr”, del periodista Christopher McDougall, quien tuvo la oportunidad de pasar unos días en sus poblados y conocer su modo de vida, se convirtió en un bestseller en la literatura deportiva y dio pauta a que una marca prestigiosa como Nike también se enfocara en los rarámuri.
Fuente: El Sol de México
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