Redacción/CAMBIO 22

La megaobra del Grand Hyatt, Puerto Cancún, podría significar la degradación de recursos naturales, poner en peligro la satisfacción de agua potable en la zona, y que se corra el riesgo de que los grandes volúmenes de aguas negras pudieran desembocar en el caribe mexicano.

Al autorizar la construcción de la mega obra turística no se tomó en cuenta la falta de infraestructura para aguantar más carga en los servicios públicos del área y ponen en grave riesgo la dotación de agua potable, luz eléctrica y manejo de aguas negras en el área.

La construcción se está realizando en una zona costera virgen del litoral del caribe mexicano, lo que por lo menos significa deforestación y desmonte de la vegetación del área natural donde se ubica, generando impacto ambiental en los ecosistemas costeros y terrestres de un área natural protegida, que son necesarios para el goce del derecho humano al medio ambiente sano.

No sólo eso, la edificación impactaría también en el derecho humano de acceso al agua potable.

Esto, porque la edificación de un edificio de la envergadura de que se trata consumiría enorme cantidad de agua, no sólo por la utilización requerida para la construcción misma, sino que habría de sumar el agua potable que consumirían las 500 habitaciones y las enormes instalaciones del hotel, cuyo número de pisos será al menos de veinte. Lo que representaría lógicamente menor disponibilidad de agua para todos los habitantes de las zonas adyacentes.

Incluso, el tratamiento de las aguas residuales que produciría el hotel también impactaría cada vez más en detrimento del medio ambiente. En principio, porque ni siquiera se tiene certeza del destino de las aguas residuales de esa megaobra.

Es más, los cientos de habitaciones construidas en ese hotel generarían gran cantidad de aguas negras, cuyo destino hasta ahora es incierto, corriendo el riesgo de que puedan desembocar directamente en el caribe mexicano.

Otro dato de la megaobra que llama la atención, es que a ésta, colindante a la costera, se haya autorizado superar los ocho pisos de altura, cuando a ninguno de los desarrollos colindantes, situados en lo que se conoce como “Laguna 1” y “Laguna 2” de Puerto Cancún se le autorizó una construcción mayor a ese número de pisos.

Esa particularidad causa extrañeza porque, si las edificaciones colindantes a la zona que se conoce como “Laguna 1” y “Laguna 2”de Puerto Cancún, donde se lleva a cabo la construcción del hotel de gran lujo, no superan los ocho pisos de altura, invariablemente debió o debe obedecer a que la legislación y reglamentación en materias de densidad y medio ambiente sustentable no lo autorizan, justamente para impedir que esas construcciones impacten en el medio ambiente de manera negativa, o bien previniendo que el impacto sea menor y reparable.

Luego, si la megaobra del hotel de gran lujo supera por mucho los niveles autorizados para los inmuebles aledaños, desde luego es presumible que su impacto ambiental será en esa misma escala y, por supuesto, en detrimento del medio ambiente sano.

Más aún, porque actualmente no existen condiciones ambientales y de infraestructura que lleven a la convicción de que el impacto que genere la construcción podrá ser soportado por el medio ambiente con la infraestructura existente, o que eventualmente pueda ser reparado en el corto plazo.

Por ejemplo, es innegable que la generación de aguas residuales por parte del hotel será superior a cualquier otra edificación aledaña. Por tanto, el permitir que se incorpore a la red de drenaje un edificio con cuantioso número de habitaciones y enormes instalaciones de hotel seguramente colapsará la red pública de aguas residuales, lo que es sumamente preocupante, ya que el hotel en construcción se encuentra en la zona litoral del caribe mexicano; y, en momento dado, el colapso del drenaje puede provocar que las aguas residuales desemboquen en el caribe mexicano.

 

 

 

redaccionqroo@diariocambio22.mx

IAA

WhatsApp Telegram
Telegram