• Conagua advirtió lluvias extremas con días de antelación, pero gobiernos no previnieron el desastre en Veracruz

 

  • Función de Protección Civil en entredicho: falta de experiencia y omisiones fatales en la alerta y evacuación de comunidades vulnerables

 

Renán Castro Hernández/ CAMBIO 22

Una de las peores tragedias por lluvias de 2025 en México golpeó al estado de Veracruz y regiones vecinas, exhibiendo graves fallas de prevención por parte de las autoridades. El temporal extraordinario entre el 6 y 9 de octubre dejó al menos 64 personas fallecidas y 65 desaparecidas en varios estados.

Veracruz fue el más afectado, con 29 muertos confirmados, seguido de Hidalgo (21) y Puebla (13), localidades enteras quedaron bajo el agua ríos desbordados, deslaves e inundaciones fulminantes sorprendiendo a miles de habitantes mientras dormían. La presidenta Claudia Sheinbaum tuvo que desplazarse a las zonas siniestradas, enfrentando reclamos airados por la ausencia de alertas y apoyo oportuno de los gobiernos locales.

A medida que pasan los días, crece la indignación ciudadana…

¿por qué no se previno una catástrofe anunciada?

 

Por Alertas ignoradas, Avisos tempranos que “les valieron madre” a los Gobiernos

Desde días antes del desastre hubo advertencias meteorológicas claras que pudieron activar a Protección Civil para evitar lo peor.

Conagua, a través del Servicio Meteorológico Nacional, emitió alertas puntuales con notable anticipación, ya el lunes 6 de octubre, expertos alertaban que un sistema proveniente del Caribe impactaría el Golfo de México con riesgo para Veracruz.

El martes 7, el pronóstico oficial anunciaba lluvias intensas en la Huasteca abarcando el norte de Veracruz, sur de Tamaulipas, Hidalgo, San Luis Potosí y Puebla  advirtiendo que los numerosos ríos de la zona podrían desbordarse.

Para el miércoles 8, Conagua confirmó la llegada del fenómeno, bandas nubosas de una depresión tropical comenzaron a azotar el norte veracruzano con lluvias torrenciales superiores a 250 mm (litros por metro cuadrado).

Esa noche, la Comisión Nacional del Agua difundió en redes un pronóstico de “lluvias puntuales extraordinarias” capaces de generar deslaves, aumento de niveles de ríos, desbordamientos e inundaciones en Veracruz, Puebla e Hidalgo, entre otros estados.

De hecho, desde las 19:33 horas del 8 de octubre, Conagua alertó públicamente el peligro inminente en Veracruz y regiones aledañas.

Precisamente esa misma noche del 8 iniciaron las lluvias torrenciales, tal como se advirtió, y en la madrugada del jueves 9 la situación ya era crítica.

El jueves 9, con los primeros desbordamientos en curso, los meteorólogos insistían en la gravedad: condiciones “muy peligrosas” persistirían y “iba a seguir lloviendo muchísimo” en la región. La emergencia se centraría en la Huasteca (norte de Veracruz y estados colindantes), con ríos fuera de cauce. Conagua urgió “mucho cuidado” a toda la población de la zona, pidiendo acatar indicaciones de autoridades locales y resguardarse en sitios seguros.

En resumen, avisos hubo, y de sobra, “Así que avisos hubo, pero a esos cinco gobiernos les valió madre”, sentenció contundente el periodista Joaquín López-Dóriga tras documentar la cronología de alertas ignoradas.

Esos “cinco gobiernos” aludidos federal y los estatales de Veracruz, Tamaulipas, Hidalgo, San Luis Potosí y Puebla no actuaron con la prontitud y seriedad que la situación ameritaba.

Las declaraciones oficiales iniciales han suscitado aún más polémica, la presidenta Sheinbaum afirmó que “no había ninguna condición científica meteorológica” para anticipar la magnitud de las lluvias, sugiriendo que el desastre sorprendió a todos.

Sin embargo, tal aseveración es desmentida por los propios datos de Conagua, el pronóstico del 8 de octubre fue preciso en señalar lluvias torrenciales excepcionales al día siguiente.

De hecho, la Comisión del Agua sí alertó oportunamente sobre el escenario catastrófico, la realidad es que falló la prevención gubernamental. La propia mandataria reconoció que su gobierno estaba más enfocado en el huracán Priscilla del Pacífico, mientras en el Golfo se gestaba esta tormenta perfecta.

El resultado fue un estado de preparación deficiente en la región Huasteca, autoridades locales activaron alertas ya muy entrada la noche del 8 de octubre en Veracruz se reporta que se “voceó” a la población alejarse de las riberas de ríos muy tarde cuando el agua ya empezaba a desbordar.

“En palabras llanas, se subestimó el peligro hasta que fue demasiado tarde.”

Protección Civil rebasada: inexperiencia, omisiones y la ausencia de alertas efectivas

La crisis ha expuesto profundas fallas en los sistemas de Protección Civil a nivel federal, estatal y municipal, en teoría, México cuenta con un Sistema Nacional de Protección Civil (SINAPROC) bien estructurado, con protocolos que van desde la prevención hasta la respuesta. Ante una amenaza como lluvias torrenciales, lo correcto era difundir alertas masivas y coordinar evacuaciones preventivas en zonas de riesgo.

Según los manuales de la propia Coordinación Nacional de Protección Civil, se debe alertar a la población sobre riesgos inminentes, evacuar comunidades cuando es necesario y habilitar refugios temporales para los vulnerables.

La comunicación del riesgo debe hacerse por todos los medios disponibles no solo internet, sino radio, altavoces, patrullas, televisión, redes sociales, etc. para asegurarse de que toda la ciudadanía reciba el mensaje.

Nada de eso ocurrió de forma suficiente en Veracruz, faltó alcance y contundencia en la alerta temprana.

Las escenas vividas en municipios anegados evidencian estas omisiones.

En Poza Rica, una de las ciudades más devastadas, vecinos furiosos encararon a las autoridades locales por no avisarles del inminente desastre.

Un ciudadano afectado reclamó públicamente al director de Protección Civil municipal, acusándolo de haber confiado solo en publicaciones por internet mientras muchas personas especialmente ancianos sin teléfono ni redes sociales jamás se enteraron del peligro.

“Todo lo pusieron en el internet… familiares grandes no tienen teléfono, no tienen acceso a internet, y no pasaste con tu patrulla anunciando que hay catástrofe”, increpó este habitante, subrayando que ninguna sirena ni vehículo oficial alertó a las colonias horas antes de la inundación.

El resultado, familias enteras fueron sorprendidas de madrugada, con aguas entrando a sus casas en cuestión de minutos.

Quienes durmieron temprano para trabajar al día siguiente despertaron atrapados, o no despertaron jamás, lamentó el mismo vecino al describir la tragedia.

La crítica va más allá de un fallo logístico puntual, apunta a la inexperiencia de los encargados de Protección Civil.

“Necesitamos gente con experiencia… aquí pusieron a personas acomodadas que anduvieron repartiendo folletitos en campañas” reclamó el poblador de Poza Rica, refiriéndose a que los puestos clave terminaron en manos de improvisados y no de profesionales en gestión de emergencias, esta percepción de nepotismo e incompetencia resuena con muchos.

De hecho, especialistas señalan que dirigir organismos de Protección Civil no es tarea para principiantes ni cuotas políticas, se requiere formación técnica y trayectoria sólida en manejo de riesgos.

Por ejemplo, los lineamientos de la Ciudad de México establecen que los evaluadores de riesgos de nivel superior tengan “experiencia mínima de 10 años en materia de Protección Civil”, además de cursos especializados de capacitación.

A nivel internacional también se exige que los directores de protección civil cuenten con al menos una década de experiencia profesional en emergencias y estudios de especialización.

Ignorar estos estándares poniendo al frente a personas sin los conocimientos ni la preparación adecuada puede costar vidas. Lamentablemente, eso es exactamente lo que se evidenció en esta tragedia nacional.

¿Qué debió haberse hecho distinto?

Una revisión preliminar señala pasos básicos que brillaron por su ausencia, desde que Conagua emitió la alerta extraordinaria el 8 de octubre, los Consejos de Protección Civil debieron haberse instalado en sesión permanente en cada estado y municipio en riesgo.

Se pudo ordenar evacuaciones preventivas en zonas bajas cercanas a ríos aunque fuera de manera temporal y desplegar elementos de seguridad, bomberos, ejército (Plan DN-III) y marina (Plan Marina) con embarcaciones y equipo de rescate antes de la crecida.

De hecho, residentes locales señalan que en inundaciones de años anteriores, las autoridades se prepararon con lanchas y personal desde un día antes, algo que ahora no ocurrió.

La falta de esa respuesta anticipada agravó el impacto.

Cuando las brigadas de auxilio finalmente llegaron, ya había centenares de personas atrapadas en techos o árboles esperando ser rescatadas, y decenas habían perecido ahogadas.

En suma, el desastre en Veracruz y estados vecinos no fue solo producto de la naturaleza, sino de la negligencia humana. Las lluvias fueron históricas, sí, pero sus consecuencias mortales pudieron mitigarse si las instituciones encargadas de proteger a la ciudadanía hubiesen actuado con diligencia.

Las autoridades contaban con información valiosa días antes y con mecanismos legales para alertar y movilizar recursos pero no los emplearon a tiempo.

Esta omisión hizo que comunidades enteras quedaran indefensas, hoy, tras la tragedia, quedan duras lecciones, Protección Civil debe tomarse en serio, con profesionales capacitados al mando, protocolos de alerta que realmente lleguen a todos, y una cultura de prevención que anteponga la vida de las personas a cualquier cálculo político.

La población damnificada clama por respuestas y cambios de fondo; exige que nunca más se repita una tragedia anunciada que pudo haberse evitado, las próximas tormentas dirán si esas lecciones fueron aprendidas.

En medio de las crecientes críticas por la falta de prevención y la ineficacia de los sistemas de Protección Civil, la presidenta Claudia Sheinbaum salió en defensa de los gobernadores y autoridades locales, señalando que las acusaciones de negligencia son “ruines” y que en momentos de tragedia “no se trata de buscar culpables, sino de ayudar a la gente”.

La mandataria pidió unidad nacional ante la emergencia y aseguró que su gobierno está enfocado en la reconstrucción de las zonas afectadas.

Sin embargo, para miles de damnificados en Veracruz, Oaxaca, Puebla y Tamaulipas, esas palabras llegan tarde, la indignación persiste entre quienes perdieron todo y sienten que la tragedia pudo evitarse. Mientras el gobierno llama a la solidaridad, la sociedad civil exige algo más profundo, responsabilidad y profesionalismo en quienes deben proteger la vida de los mexicanos antes de que sea demasiado tarde.

Con información del Sistema de Noticias CAMBIO 22

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