Redacción / CAMBIO 22

José María Morelos, 26 de noviembre. –  El equilibrio natural en los montes de la zona maya se ha visto gravemente alterado, provocando un aumento descontrolado de especies como tejones y tuzas, que representan una amenaza directa para las actividades agrícolas. Esta situación se atribuye a la disminución de depredadores naturales como los jaguares y tigrillos, que solían mantener bajo control a estas especies.

Don Abelardo Dzib, un veterano campesino de JMM, comparte su experiencia sobre los cambios que ha observado en el ecosistema. “Antes, los tigrillos eran comunes y su presencia protegía las milpas porque con su orina ahuyentaban a los tejones. Ahora ya casi no hay tigrillos, y los jaguares son aún más escasos. Esto ha permitido que estas especies menores proliferen y destruyan las cosechas”, explica.

Según el campesino, la presencia de venados también ha disminuido notablemente en los últimos años. “En el monte alto se ven muy pocos. En este lugar, casi no hay, y cuando se cazan, es solo para consumo familiar, no para vender. La cacería ya no es lo que era antes, no resulta porque los animales son pocos y protegerlos es importante para evitar que desaparezcan por completo”, señala.

La ausencia de depredadores como los tigrillos y jaguares no solo afecta el control de las especies menores, sino que también genera un impacto en el ciclo agrícola. Dzib menciona que estas especies, particularmente los tejones y las tuzas, arrasan con cultivos como el camote y el maíz. “Hace diez o doce años, esto no era un problema tan grande. Pero ahora estas especies se han convertido en una plaga que nos afecta directamente”, comenta preocupado.

Pese a las dificultades, Don Abelardo y otros campesinos han optado por proteger a los grandes felinos que aún habitan en la zona. “Ya no cazamos jaguares ni tigrillos, porque sabemos que casi no hay. En vez de eso, buscamos cuidar lo que queda, esperando que algún día puedan recuperarse y ayudar a restaurar el equilibrio que hemos perdido”, concluye.

Esta situación evidencia la delicada relación entre el ecosistema y las actividades humanas, y la necesidad urgente de promover estrategias para conservar la fauna silvestre que aún persiste en Quintana Roo. Sin depredadores naturales que controlen a las especies menores, el futuro de las cosechas y el sustento de los campesinos podría verse cada vez más comprometido.

 

 

 

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LRE

 

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