Cuando Los Beatles abandonaron las giras, Evans encontró su camino en la música. Tocó la pandereta en Strawberry Fields Forever, hizo sonar el despertador en A Day in the Life e incluyó una letra en Here, There and Everywhere. Pero cuando la banda se separó, y las ambiciones de Evans como compositor y productor flaquearon, se hundió en la desesperación. Todo acabó con su misteriosa muerte, a los 40 años, por disparos de la policía de Los Ángeles, en su casa, tras enfrentarse a ellos con una escopeta de aire comprimido.
Pero casi 50 años después, y mientras Los Beatles regresan con su “última” canción, la historia de Evans sigue teniendo un estatus mítico entre los fans, en gran parte debido a los rumores de un archivo perdido de acontecimientos de la banda que Evans amasó durante sus años con los Fab Four. Su leyenda está tan extendida que un rumor de 2004 que lo situaba en un mercadillo australiano fue noticia en todo el mundo. Pero ahora resulta que el mítico archivo es real. Y Womack ha podido acceder a él.

“Cuando el material llegó a mi casa de Nueva Jersey (de manos de la familia de Evans), me quedé alucinado”, dice Womack. “Mal guardaba materiales magníficos. Recogía letras de canciones, recibos… todo lo que quedaba. Fue una especie de primer historiador de Los Beatles”.
Con estos materiales, Womack ha escrito la primera biografía completa de Evans, publicada este mes. El año que viene publicará un segundo volumen, que ofrecerá una visión sin expurgar del archivo para “permitir a los fans de Los Beatles estudiar el material por sí mismos y establecer conexiones que quizá se nos hayan escapado a todos”.
La pieza central es el diario de Evans, que mantuvo durante toda su permanencia con la banda, complementado por unas memorias inéditas en las que estaba trabajando en el momento de su muerte. Para historiadores como Womack, estos materiales tienen un valor incalculable. “El diario de Mal nos ayuda a precisar muchos aspectos de la cronología”, afirma. “Así que va a cambiar la forma de pensar de los estudiosos de Los Beatles sobre su historia”.

A pesar de su valor para los historiadores, el diario en sí es a menudo bastante mundano. En su primer día oficial al servicio de Los Beatles, Evans escribe simplemente: “Empecé a trabajar con Los Beatles en Blackpool. Recogí a los chicos en el aeropuerto a la 1:30 de la madrugada. Se fueron a casa en coche de alquiler. Neil (Aspinall) y yo en camioneta. Me metí a la cama a las 3:30”. No es gran literatura, pero hay poder en su mundanidad. Elimina la nube de mitología que a menudo envuelve la historia de Los Beatles y nos recuerda que su superestrellato no estaba en absoluto predestinado.
En sus memorias, Evans se muestra más abierto sobre sus relaciones con los miembros de la banda. Era muy amigo de Paul McCartney, se mudaba a su casa y pasaba el rato en su sala de música mientras componían las canciones. “Pasábamos muchas tardes agradables en aquella pequeña habitación en lo alto de su casa”, escribe. Su relación con John Lennon era muy distinta. “John siempre fue el más difícil con quien hablar”, escribe. “Siempre pensé que cuando John dejó de insultarme, empezamos a ser amigos”.
Sin embargo, lo que más revelan estos materiales es el carácter del propio Evans. A menudo, los fans de Los Beatles lo han reducido a una adorable figura de bufón, que vigilaba lealmente en segundo plano con una uña de guitarra o una tetera en mano. Pero era más complejo y conflictivo que eso.
“Mal, en sus pensamientos privados, anhelaba claramente ser una estrella”, señala Womack. De hecho, su archivo está lleno de recuerdos del estilo de vida de celebridad que disfrutó al lado de Los Beatles. En sus memorias, describe cómo se quedó “boquiabierto” cuando McCartney le puso al teléfono con Elvis Presley. En una carta a su mujer, Lily, habla con entusiasmo de una visita a la mansión de Burt Lancaster: “George, Ringo y yo fuimos a nadar y Burt me prestó uno de sus trajes de baño. Puedes imaginarte lo emocionado que me siento”.
Estas cartas a casa eran poco frecuentes: para vivir su vida de fantasía de celebridad, Evans descuidaba sus responsabilidades con Lily y sus dos hijos. No asistió al nacimiento de su hija, le fue infiel constantemente y acabó abandonando a su familia por completo. En el diario, se reprende a sí mismo. “Lil, ¿por qué no te hablo por teléfono?”, escribe. “Sigo inventando excusas para no hacerlo. Creo que tengo miedo de que me grites”. Pero su sentimiento de culpa nunca cambió su comportamiento.






















