El pasado 3 de septiembre, la Plaza de Tiananmén se transformó en escenario de un despliegue sin precedentes.

 

Entre misiles intercontinentales, lobos robot y submarinos no tripulados, China enseñó al mundo que la guerra del futuro no se libra solo con acero y pólvora. El mensaje fue claro: la innovación tecnológica, y no la potencia bruta, es el verdadero pilar de su estrategia militar

 

Redacción/CAMBIO 22  

El 3 de septiembre, la Plaza de Tiananmén se transformó en escenario de un despliegue sin precedentes. Entre misiles intercontinentales, lobos robot y submarinos no tripulados, China enseñó al mundo que la guerra del futuro no se libra solo con acero y pólvora. El mensaje fue claro: la innovación tecnológica, y no la potencia bruta, es el verdadero pilar de su estrategia militar.

Entre la disuasión nuclear y la inteligencia artificial

El desfile marcó la primera vez que China mostró públicamente los tres pilares de su tríada nuclear: misiles de lanzamiento terrestre como los DF-31BJ, DF-61 y DF-5C, proyectiles balísticos lanzados desde submarinos como el JL-3 y misiles aéreos asociados al bombardero estratégico H-6N. La puesta en escena transmitió una idea de disuasión global, pero la narrativa oficial dejó en claro que las armas no son nada sin el soporte invisible que las coordina: el software.

China mostró misiles y robots en su gran desfile militar. Pero lo más inquietante ha sido el software que lo sostiene

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A diferencia de la Guerra Fría, donde el poder nuclear era el único protagonista, el gigante asiático apuesta ahora por una integración entre fuerza y tecnología. Detrás de cada misil o dron hay algoritmos que gestionan tiempos de respuesta, predicen escenarios y permiten tomar decisiones en fracciones de segundo. Estas innovaciones

Robots, drones y una guerra gestionada por código

El EPL presentó lobos robot de 70 kilos, diseñados para reconocimiento y combate, además de drones furtivos de ataque que acompañan a cazas tripulados y submarinos autónomos capaces de patrullar mares sin intervención humana. Estas innovaciones no serían viables sin el ecosistema de inteligencia artificial en el que China invierte de manera masiva.

Lo más revelador es que el 85% de los contratos de IA militar se han adjudicado a universidades y empresas privadas. En lugar de un desarrollo cerrado y burocrático, Pekín fomenta un sistema donde lo civil y lo militar se fusionan. Esta hibridación le otorga una ventaja frente a competidores que todavía mantienen líneas más rígidas entre industria militar y civil.

China mostró misiles y robots en su gran desfile militar. Pero lo más inquietante ha sido el software que lo sostiene

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Un cambio en la cadena de mando

La intención de este modelo no es solo modernizar la logística, sino reducir la dependencia de los soldados y de sus mandos tradicionales. China quiere que las decisiones críticas se tomen en nanosegundos, sin esperar autorizaciones prolongadas. Esa verticalidad tradicional de su jerarquía militar cede terreno a un sistema más autónomo, donde la inteligencia artificial no solo apoya, sino que decide.

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La paradoja del poder

El desfile celebró el final de la Segunda Guerra Mundial y envió un mensaje global: China ya no es un actor regional, sino una potencia con ambiciones globales. Sin embargo, lo más inquietante no fueron los misiles capaces de recorrer 15.000 kilómetros ni los submarinos con capacidad de portar múltiples ojivas, sino la confirmación de que el verdadero campo de batalla se ha desplazado al ciberespacio y al software autónomo.

China mostró misiles y robots en su gran desfile militar. Pero lo más inquietante ha sido el software que lo sostiene

En esta nueva era, tanques y misiles son solo la superficie visible de una estrategia más profunda: la de un país que quiere demostrar que la guerra del futuro no se librará con músculo, sino con código.

 

 

 

Fuente: G

redaccionqroo@diariocambio22.mx

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