• Miguel Ángel Martín Concha Recorrió Miles De Kilómetros Desde Yucatán, Pasó Por Sinaloa Y Llegó Al Tepeyac Tras Cumplir Promesas De Fe

 

  • La Ruta En Solitario Retoma La Tradición Ciclista De Tixkokob, Considerado Cuna De La Peregrinación En Bicicleta A La Virgen De Guadalupe

 

Gabriel Hernández/ CAMBIO 22

Las primeras luces del amanecer del 23 de noviembre de 2025 encontraron a Miguel Ángel Martín Concha arrodillado frente a la imagen de la Virgen de Guadalupe, la escena ocurrió en la Basílica del Tepeyac, destino final de una travesía iniciada más de 50 días antes que lo llevó a pedalear miles de kilómetros por carreteras de México.

El peregrino solitario provenía de Tixkokob, un municipio yucateco considerado cuna de la peregrinación en bicicleta. A su llegada, se fundió en oración, consciente de que acababa de cumplir dos promesas, honrar a San Judas Tadeo en Badiraguato y entregar su esfuerzo a la patrona de México.

De Tixkokob a Sinaloa con San Judas al hombro

La travesía comenzó a finales de octubre, miguel Ángel viajó durante más de 30 días por varios estados de la República hasta llegar a Badiraguato, Sinaloa, la noche del 28 de octubre, donde cumplió su primera manda a San Judas Tadeo.

La llegada a la sierra sinaloense fue el primer hito en su ruta: decenas de fieles lo esperaban en la capilla del santo y se sumaron a la celebración.

En Badiraguato pasó la fiesta del 28 de octubre cargando la efigie de San Judas y agradeciendo los favores recibidos en su familia. Sólo después de ese acto de devoción retomó el camino hacia el centro del país.

50 días de soledad y retos

El viaje continuó a través de carreteras federales, pedaleaba de madrugada y por la mañana para evitar el tráfico y el calor. Cada día avanzaba hasta 100 kilómetros, apoyado solamente por su bicicleta, algo de equipaje y la fe.

Hizo paradas en rancherías y ciudades para reabastecerse y dormir al aire libre.

Durante las subidas a las sierras y descensos por autopistas, Miguel Ángel enfrentó el peligro constante del viento de los camiones y autos que podían arrastrarlo fuera del camino, una experiencia similar a la relatada por los pioneros de Tixkokob que alertan que el ruido de los motores y los vientos de los vehículos “podían sacarte del camino”.

La soledad del viaje fue otro reto, a diferencia de las peregrinaciones organizadas, él viajó sin acompañamiento, siguiendo únicamente su calendario espiritual.

Las inclemencias del tiempo no perdonaron. Atravesó tramos bajo sol inclemente en el Golfo de México y soportó lluvias invernales en la zona centro.

En las cumbres, como relatan los antiguos peregrinos ciclistas, no podía detenerse hasta llegar a la cima; de hacerlo corría el riesgo de ser embestido por vehículos que no lo verían, ni podía orillarse en el descenso. Cada ascenso ponía a prueba sus piernas y su voluntad, pero también le recordaba que estaba más cerca de su destino.

La llegada al Tepeyac

Tras más de 50 días de travesía, Miguel Ángel arribó a la Ciudad de México el 23 de noviembre. Se dirigió directamente a la Basílica, donde se arrodilló frente a la imagen mariana, agradeciendo por haber concluido el viaje.

Su relato, difundido por Sol Yucatán, detalla que viajó solo, pedaleando miles de kilómetros y enfrentando inclemencias del clima, carreteras complicadas y el agotamiento físico.

Después de orar, anunció que descansaría uno o dos días en la capital para luego iniciar su regreso a Tixkokob y llegar a tiempo a las festividades del 12 de diciembre.

Cansancio acumulado y regreso a casa

La historia no terminó en el Tepeyac. Tras visitar la Basílica, el peregrino emprendió el camino de regreso al sureste. Para entonces llevaba ya alrededor de dos meses sobre la bicicleta.

El 12 de diciembre, día de la Virgen de Guadalupe, Miguel Ángel llegó de regreso a Tixkokob; el prolongado esfuerzo le pasó factura y tuvo que ser atendido por paramédicos debido a un cuadro de deshidratación.

Las autoridades locales informaron que había cumplido su promesa visitando tanto la Basílica de Guadalupe como Badiraguato, pero el desgaste físico acumulado derivó en su malestar.

El personal médico indicó que su salud era estable y que no fue necesario trasladarlo a un hospital.

La tradición ciclista de Tixkokob

La hazaña de Miguel Ángel no surgió de la nada. Tixkokob, su pueblo natal, es considerado la cuna de la peregrinación ciclista en honor a la Virgen de Guadalupe. esta tradición nació hace 27 años cuando dos vecinos Francisco Chuc Martín y Jesús Dzib Moo decidieron viajar únicamente en bicicleta hasta la Basílica, marcar un precedente y luego regresar a su pueblo.

Para entonces viajaron en autobús hasta Ciudad de México con las bicicletas desarmadas; al llegar, las armaron y se dirigieron al santuario.

Esos pioneros recuerdan que se prepararon durante semanas con recorridos de 50 a 70 kilómetros para enfrentar las largas distancias del retorno.

Destacan que el camino estuvo lleno de riesgos, el ruido de los motores y el viento de los vehículos podían sacarles del camino, y no podían orillarse en los descensos porque los conductores no los veían.

A pesar de los peligros, la gente les animaba, les advertía sobre tramos complicados y les brindaba apoyo, desde entonces, cada año se suman ciclistas de Tixkokob que pedalean hacia el Tepeyac para agradecer favores y pedir bendiciones.

Significado y legado

La travesía de Miguel Ángel Martín Concha se inscribe en esa tradición de fe, su ruta que lo llevó de Yucatán a Sinaloa y luego al Valle de México, atravesando ciudades y parajes rurales mostró que las peregrinaciones no son sólo procesiones multitudinarias, sino también actos de devoción personal.

La elección de viajar en bicicleta remonta a la herencia de su pueblo y subraya la resistencia y disciplina necesarias para cumplir promesas de agradecimiento. La llegada a la Basílica el 23 de noviembre evidenció que no importa la distancia ni la soledad cuando la fe y la convicción guían el camino.

El regreso a casa y la posterior deshidratación ponen de relieve otro aspecto, la fragilidad humana. La peregrinación ciclista implica sacrificio físico extremo, y aunque la fe brinda fuerza, el cuerpo necesita cuidados. Sin embargo, la comunidad de Tixkokob no lo dejó solo; las autoridades y sus vecinos lo asistieron y aplaudieron su determinación.

Miguel Ángel volvió a casa justo a tiempo para las celebraciones del 12 de diciembre, día en que millones de mexicanos honran a la Virgen de Guadalupe. Su historia recuerda las raíces de una tradición que, desde un pequeño pueblo yucateco, ha inspirado a generaciones a tomar la bicicleta y demostrar que la devoción se vive también en las rutas largas y solitarias de México.

 

 

Con información del Sistema de Noticias CAMBIO 22

redaccion@diariocambio22.mx 

AFC/GCH

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