Pedro Mahay, el Hombre que Dejó Huella en la Política y en el Corazón del Pueblo
14 Feb. 2025
Redacción / CAMBIO 22
José María Morelos, 14 de febrero. – En las primeras horas del 14 de febrero, el Día del Amor y la Amistad, Pedro Celestino Mahay Caamal partió de este mundo. Se fue en una fecha simbólica, quizás como un recordatorio de la calidez y la fraternidad que lo definieron en vida. Nació un 19 de mayo de 1955 en la Comunidad Maya de Sacalaca, y con su partida deja un vacío difícil de llenar.
Pedrito Mahay, como cariñosamente le llamaban, fue un hombre de carácter firme y corazón generoso. Quizás su sangre llevaba el linaje de aquellos aguerridos mayas que lucharon con orgullo, porque en él nunca hubo distinciones entre ricos y pobres, entre conocidos y extraños. Era el hombre que, sin importar cuánto tuviera en el bolsillo, siempre te ofrecía un refresco y una conversación sincera.
A lo largo de su vida, incursionó en la política con el anhelo de servir a su gente. Sin embargo, aquellos que ostentaban el poder nunca le dieron la oportunidad que merecía, tal vez por su origen maya. Aun así, quienes lo conocieron saben que fue un hombre íntegro, de una honestidad a prueba de todo. Fue diputado suplente de Abraham Martínez, regidor agropecuario con Fermín Sosa Castilla, aspirante a la presidencia municipal en 1999, gerente de la CAPA durante tres años y desempeñó decenas de cargos menores, siempre con lealtad y transparencia. Lamentaba que los tiempos hubieran cambiado, que ahora muchos servidores públicos velaran más por sus intereses y los de sus allegados que por el pueblo.
Pero más allá de la política, Pedrito Mahay era un personaje lleno de carisma y anécdotas que arrancaban sonrisas. Se dice que alguna vez quiso cruzar abejas con luciérnagas para que trabajaran de noche. O que, en un viaje en avión, al ofrecerle champán, respondió con su inconfundible ingenio: “Sí, un chan pan y un chan café”. Historias que, reales o adornadas por la imaginación popular, reflejan la esencia de un hombre inolvidable.
Desde 1999, apostó por un sueño que trascendió los años: un ambicioso proyecto de siembra de cedro y caoba en varios ejidos, logrando reunir a más de mil 500 socios en todo el estado. Su visión era grande, tanto que en sus últimos días se preparaba para un encuentro con la presidente de la República para hablar sobre el futuro de los árboles en la zona maya. Una reunión que nunca ocurrió, pero que deja en el aire la sensación de que su legado aún tiene páginas por escribir.
Hoy, el pueblo lo despide con tristeza, pero también con gratitud. Porque Pedrito Mahay no fue solo un político, un agricultor o un soñador; fue un hombre que vivió con sencillez, que nunca negó una sonrisa ni una muestra de amistad. Se ha ido, pero su historia seguirá contándose en cada rincón de la tierra que tanto amó… Descanse en paz buen hombre.
LRE