🔊 Escuchar la nota

 

• Despacho 14

 

• El Violento Oficio de Escribir

 

Alfredo Griz / CAMBIO 22

Cancún se extiende con sus avenidas rectas, hoteles de lujo y playas que ocultan una realidad más oscura. Bajo el sol caribeño, los turistas buscan el paraíso; bajo la misma luz, la ciudad respira violencia, corrupción y miedo.

Ana Paty Peralta, presidenta municipal de Benito Juárez, gobierna en medio de este caos, donde los números duros de la delincuencia y la fiscalización apuntan a grietas profundas en la administración y la seguridad pública.

Desde la llegada de Peralta al poder, las calles han registrado cifras que no se ven en los reportes turísticos: homicidios que suben y bajan en porcentajes, pero que no disminuyen el dolor de quienes pierden a familiares en ejecuciones o asaltos violentos; desaparecidos cuyos cuerpos aparecen en lugares clandestinos; y una percepción ciudadana que mezcla indignación con resignación.

La sombra de las auditorías

El primero de los focos rojos emergió con la revisión de la Cuenta Pública 2023: más de 291 millones de pesos en observaciones señaladas por la fiscalización. No hablamos de rumores: hablamos de cifras que permanecen como un eco de la administración, como un recordatorio de que el dinero público, el de todos, podría estar en riesgo.

La alcaldesa negó daño patrimonial, aseguró que todo estaba en proceso de aclaración, pero los números permanecen, fríos, implacables, y no hay palabras que puedan borrarlos.
El peso de esas observaciones cae sobre la ciudad como una sombra: ¿cómo se gobierna un paraíso mientras el desvío potencial de recursos flota sobre la administración? Cada obra inconclusa, cada programa sin transparencia, cada anuncio de “mejoras” se ve empañado por ese fantasma de irregularidad que no se diluye con promesas.

La Violencia que No Se Ve en los Mapas Turísticos

Cancún ha registrado una reducción oficial de homicidios del 70% en Benito Juárez, según reportes de autoridades, pero los números absolutos siguen siendo devastadores.
En cifras parciales, los homicidios dolosos alcanzan varios cientos al año en todo el estado.

Cada cifra es una vida, un nombre, un hogar destruido. Las estadísticas oficiales intentan dibujar mejoras, pero los relatos de vecinos, familiares y colectivos cuentan otra historia: ejecuciones selectivas, hallazgos macabros y desapariciones que no se solucionan.

El crudo panorama de la seguridad pública revela una ciudad que lucha por mantener una imagen turística mientras su realidad arde en secreto. Los datos duros no mienten: los homicidios, asaltos y desapariciones forman un hilo conductor de miedo que atraviesa cada colonia, cada calle, cada esquina de Cancún.

Crematorios Clandestinos y el Horror Tangible

El hallazgo de un crematorio clandestino en la periferia de la ciudad no es un episodio aislado: es un símbolo de la violencia que acecha detrás del turismo. Restos calcinados, cenizas acumuladas, objetos personales dispersos; un escenario que recuerda que el crimen organizado opera a la sombra de la legalidad, mientras la administración municipal y los cuerpos de seguridad lidian con las consecuencias.

Cada descubrimiento de este tipo se convierte en un eco que sacude la conciencia colectiva: la muerte no se limita a las calles, se oculta, se oculta en hornos, en fosas, en lugares que desafían la noción de seguridad que los turistas esperan encontrar. La ciudad parece arder desde dentro, un fuego que no se ve en las postales.

La Respuesta Oficial: Palabras y Promesas

Ana Paty Peralta ha defendido su gestión con declaraciones que buscan tranquilizar a la población: las observaciones de la fiscalización son simplemente procesos administrativos, los hallazgos macabros son episodios aislados y la seguridad está mejorando. Pero la distancia entre las cifras y la vida cotidiana es brutal. Los habitantes perciben un gobierno que reacciona más que que actúa; que explica más que previene; que promete más que garantiza.

La alcaldesa ha resaltado la colaboración con colectivos de búsqueda, los programas sociales y los esfuerzos de vigilancia, pero la percepción de impunidad y de miedo sigue siendo dominante. Cada homicidio, cada desaparecido, cada hallazgo de crematorio clandestino se siente como un reproche silencioso: la ciudad arde, y la administración observa desde su torre de control.

Un Balance Crudo

Los números no son poéticos: más de 291 millones en observaciones, cientos de homicidios, asaltos diarios, desapariciones que se suman a los días que pasan. Cancún, ciudad de luces y sombra, refleja en su estructura social la tensión entre la prosperidad económica y la inseguridad que la erosiona. Ana Paty Peralta gobierna en medio de este dilema: mantener la imagen turística mientras los hechos muestran un rostro oscuro que no puede ser ignorado.

La administración municipal ha intentado mantener el control narrativo, pero la realidad siempre se impone: la ciudad respira violencia, incertidumbre y desconfianza. Los ciudadanos cuentan historias que los informes oficiales no revelan, pero que los números de la fiscalización y la delincuencia confirman de manera indirecta.

El Ciclo de la Impunidad y la Esperanza

El cruce entre las irregularidades financieras y la violencia genera un círculo difícil de romper: la percepción de impunidad alimenta la violencia, y la violencia agrava la desconfianza en las autoridades. La reducción porcentual de homicidios es solo un número; la desaparición de personas, el hallazgo de crematorios y la opacidad administrativa son la otra cara de la moneda.

Sin embargo, existen colectivos, ciudadanos y periodistas que buscan la verdad, que documentan la realidad que los informes oficiales no siempre muestran, que recuerdan que detrás de cada cifra hay vidas y familias que merecen justicia.

Una Ciudad en Tensión

Cancún se mantiene como un destino de playa y lujo, pero debajo de su fachada brilla una ciudad en tensión permanente. Cada turista que llega ve arenas blancas y hoteles resplandecientes; cada ciudadano que vive en las colonias ve patrullas insuficientes, calles inseguras y cifras de homicidios y desapariciones que no disminuyen.

La administración de Ana Paty Peralta se encuentra atrapada entre estas dos realidades: la de la imagen y la de la verdad, la de la narrativa política y la de los hechos. Cada decisión, cada programa, cada respuesta oficial se mide bajo la lupa de una población que exige resultados concretos, y que no puede ignorar los números duros ni los hallazgos que llenan los titulares.

Para culminar podemos señalar que Cancún es una ciudad partida: un paraíso turístico para unos, un territorio de riesgo para otros. Ana Paty Peralta lidera en medio de este conflicto permanente. Las observaciones millonarias de la fiscalización, los homicidios, los hallazgos de crematorios clandestinos y la percepción de inseguridad configuran un panorama que no puede minimizarse con comunicados. La ciudad exige transparencia, justicia y seguridad. La administración municipal enfrenta una prueba de fuego: demostrar que puede gobernar con eficacia, no solo administrar cifras, y que puede transformar el miedo en protección y confianza.

La ciudad respira tensión y espera respuestas. La sombra de la violencia, la corrupción y la impunidad se cierne sobre Cancún, y cada día que pasa sin soluciones concretas es un recordatorio de que la realidad puede ser más cruda que cualquier postal.

 

 

 

redaccionqroo@diariocambio22.mx

GPC/RCM