“Para el Gobierno somos Invisibles”: Testimonio de un Enfermo sin Respuesta en la Zona Maya
22 Jul. 2025
Redacción/CAMBIO 22
José María Morelos, 22 de julio. – Mientras en algunos casos las autoridades y la propia comunidad se movilizan para brindar apoyo médico a personas con enfermedades graves, otros viven su dolor en silencio, olvidados por el sistema de salud. Uno de esos casos es el de Efrén Ulises Uitzil Dzul, un hombre de 39 años originario de la alcaldía de Dziuché, quien desde hace más de dos años libra una lucha desigual contra el lupus eritematoso sistémico, una enfermedad autoinmune agresiva que en su caso se ha agravado con trombosis.
Su calvario comenzó cuando los médicos del hospital de José María Morelos, sin contar con equipo especializado, le detectaron “a simple vista” indicios del padecimiento. Lo enviaron a Chetumal para realizarse estudios más profundos, pero la espera fue eterna. “Me daban citas para dentro de dos meses. Mientras tanto, ya no podía aguantar. Se me notaban los coágulos en los brazos”, relata con la voz quebrada.
Desde entonces, cada paso ha sido cuesta arriba. Los estudios nucleares que necesitaba costaban entre 19 y 20 mil pesos cada uno, y él no tenía los medios económicos. “Los hospitales de aquí y de Chetumal no cuentan con los equipos. Me regresaban sin una solución”, cuenta. Incluso el médico de base en Morelos, alarmado por la gravedad de su condición, lo refirió de nuevo a Chetumal, donde nuevamente lo regresaron.
Lo que siguió fue un viacrucis por hospitales de diferentes estados: Playa del Carmen, Tabasco, Campeche, Cancún… todos lo rechazaron. Finalmente, fue Mérida la única ciudad que accedió a atenderlo, aunque sin recibir su expediente, el cual fue rechazado por no haber seguido los protocolos adecuados. Aun así, comenzó ahí un tratamiento más estricto, pero la atención llegó tarde, como si su vida no contara para los filtros del sistema.
“Nosotros, los que no tenemos seguro social, somos invisibles para el gobierno”, afirma Efrén.
Ha identificado al menos otros tres casos similares en su comunidad: mujeres de San Felipe Oriente y de su propia cuadra que también padecen lupus o enfermedades similares, sin acceso a tratamiento ni medicamentos.

El costo de su tratamiento es inalcanzable para la mayoría de las familias en la zona: solo el micofenolato, uno de los fármacos que necesita para evitar el deterioro de sus riñones, cuesta entre 12 mil y 14 mil pesos por una dosis que dura cuatro o cinco meses. A eso hay que sumar anticoagulantes, vitaminas y otros medicamentos que elevan el gasto total hasta más de 30 mil pesos cada seis o siete meses.
“No contar con ese medicamento me puede llevar al daño renal y necesitar diálisis. Es un tema muy delicado”, advierte Efrén.
Con el tiempo, incluso parte de la comunidad lo comenzó a señalar. “Muchos me decían: ‘pero si te ves bien’, y no entienden que hay enfermedades que no se ven, pero se sienten. El sol, por ejemplo, me agota al instante”, explica. A pesar de todo, su esposa no ha dejado de tocar puertas y pedir ayuda. Ahora, Efrén alza la voz para solicitar el apoyo solidario de quien pueda contribuir.
“Si alguien tiene micofenolato, prednisona o cualquier medicina que ayude a controlar mi enfermedad y lo tiene guardado, que piense que para mí eso puede significar vivir”, dice con humildad.
El caso de Efrén Uitzil Dzul no es el único, pero es un espejo de lo que muchos otros pacientes viven en silencio en la zona maya: personas que, lejos de recibir atención digna, quedan atrapadas entre la burocracia, la pobreza y la indiferencia institucional.
En un estado donde hay campañas de salud, brigadas y apoyos visibles en muchos rincones, su historia duele porque revela la otra cara, esa que se prefiere no mostrar: la de los enfermos olvidados.
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