PAN sin Brújula: la Juventud como Disfraz, el Poder como Fin
2 May. 2025
Redacción/ CAMBIO 22
La diputada plurinominal del PAN en la XVIII Legislatura y actual presidenta estatal del partido, Reyna Tamayo, acaba de presentar una iniciativa que, en el papel, parece un gesto progresista: modificar la Ley de Instituciones y Procedimientos Electorales para que los partidos destinen el 2% de su financiamiento público ordinario a la formación de liderazgos juveniles.
El discurso suena bien. Muy bien. Empoderar a las nuevas generaciones, capacitarlas, darles un lugar en la política. Pero detrás del telón, la puesta en escena es otra: esta no es una acción autónoma del PAN ni una genuina apuesta por la juventud. Es una jugada pactada, un movimiento alineado —según múltiples indicios— con las directrices que no se dictan en la sede panista, sino desde la oficina del Ejecutivo estatal, allá por la 22 de Enero.
La aprobación de la propuesta está asegurada. En un Congreso dominado por Morena, el Verde y el PT —que suman una mayoría aplastante de 21 curules— el PAN con su microscópica bancada de dos diputaciones no tiene margen, ni intención, de hacer oposición real. Reyna Tamayo no ha optado por alzar la voz, sino por acomodarse. Se ha convertido en operadora útil, dócil, funcional. Una pieza más del engranaje oficialista. Ni siquiera se esfuerza en fingir autonomía.

Pero su papel sumiso en el Congreso es apenas una parte del problema. En su propio partido, las cosas se agrietan. Viejos militantes panistas, aún fieles a valores como la democracia interna y la dignidad partidaria, la acusan de haber entregado el PAN al oficialismo, de haber convertido al partido en una sucursal más del poder, y de haber cedido su control real a su esposo: Baltazar Tuyub, un camaleón político que ha pasado por múltiples siglas y hoy actúa tras bambalinas como si el PAN fuera su plataforma personal.
La dupla ya tiene nombre: la “2T” —Tamayo-Tuyub—, un eco irónico de la 4T federal. No han llegado al segundo piso del poder, pero ya subieron al segundo peldaño de una escalera aceitada por intereses que nada tienen que ver con la ética partidaria.
La juventud, mientras tanto, es utilizada como coartada. Sirve como justificación para iniciativas vacías, repartos presupuestales y simulaciones institucionales. No se busca empoderar jóvenes, se busca usarlos. Acomodar fichas. Mantener las formas.
Si la 2T quiere consolidarse como el rostro del nuevo panismo en Quintana Roo, el PAN debería preguntarse si está dispuesto a desaparecer como oposición auténtica para convertirse en comparsa decorativa del régimen. Porque lo que hoy está en juego no es una iniciativa más, sino el alma misma del partido. Los jóvenes no necesitan discursos oportunistas ni becas disfrazadas de liderazgo. Necesitan partidos con principios, con rumbo, con carácter. Y, por ahora, eso no se ve ni en el Congreso… ni en el PAN.
LRE




















