• Inédito lo ocurrido ayer en la sede del sindicato Andrés Quintana Roo de Cancún, tras el cateo realizado por fuerzas de seguridad para ubicar en el sitio una supuesta narcofosa.

 

  • Con ello se marca un precedente y podría ser el inicio del exterminio de un cáncer que ha lacerado a la sociedad en su conjunto o bien, la transformación y modernización del transporte público en el principal destino turístico del país.

 

Renán Castro Madera/CAMBIO 22

La penetración del narcotráfico en la cúpula de los sindicatos de taxistas de Quintana Roo, no es algo nuevo para las autoridades.

Lo nuevo es que se hayan apoderado de las dirigencias y además participaran en campañas políticas con líderes emanados de esas agrupaciones.

Se sabía desde hace más de dos sexenios, empero los intereses políticos se han impuesto desde siempre a los intereses de los pobladores.

Lo positivo de todo ello por vez primera un gobierno estatal se ha atrevido a penetrar en una estructura político criminal que ha sido la causante en gran parte de los males que padece la sociedad cancunense, producto del accionar de las bandas criminales que han utilizado centenares de carros con la siglas taxistas, para llevar a cabo diversos delitos ya sea como puntos de venta ambulantes, hasta verdaderos informantes (conocidos en el argot criminal como “Halcones”) encargados de vigilar los movimientos de las fuerzas de seguridad asentadas en el municipio.

Lo grave de todo ello, es que el anterior dirigente Rubén Carrillo Buenfil, fue elegido como diputado local bajo la siglas del PT, cuando habían numerosas sospechas de ser cómplice y permitir la operatividad criminal al interior de su organismo sindical.

Las investigaciones apuntan hacia el financiamiento de los recursos utilizados en su trabajo proselitista.

Y más aún, él nombró al dirigente interino Salomón Alfonso Muñoz “El Mafer”, a quien hoy se acusa de ser el autor intelectual de la muerte del Asesor político y sindical de Rubén Carrillo Buenfil.

Argumentan que fue forzado por un grupo criminal para ceder la dirigencia al hoy acusado de mandar ejecutar al principal colaborador del hoy diputado petista.

Lo que es un hecho que gran parte del sindicato de taxistas Andrés Quintana Roo, tiene un penetrante y rancio olor a narcotráfico.

Por ello, sin conceder, consideramos que la existencia de esas organizaciones sindicales ya son un lastre que no aportan nada a la sociedad y en cambio se han convertido en verdaderas estructuras al servicio del crimen organizado, en dónde conviven dirigencias sindicales con los líderes de los carteles en una violenta estructura que aporta millones de pesos para quienes los realizan, pero también centenas de cadáveres y dolor a los habitantes cancunenses que lo padecen.

La historia del dominio de jefes criminales sobre directivas taxistas es tan largo como la vida misma de ese sindicato; sin embargo, se acrecentó hace dos sexenios cuando los propios gobiernos estatales les brindaban protección y fomentaban la coexistencia de directivas con jefes del narco.

Las primeras relaciones surgieron a través de la venta o de ceder concesiones en la mayoría de veces acompañadas de amenazas, levantones y hasta ejecuciones de socios o de choferes que se negaban a ponerse al servicio del crimen organizado.

Era un secreto a voces que desde dos sexenios atrás las organizaciones criminales ya habían tocado las puertas de las dirigencias y que los interesados, algunos obligados por las amenazas y otros no tanto, ya no necesitaban ser exigidos y participaban de la mano de las estructuras delincuenciales convirtiendo a un número indeterminado de vehículos y choferes en un brazo operativo de las estructuras criminales.

Inclusive, en algunas gestiones las directivas llegaron a utilizar los talleres de servicios del sindicato Andrés Quintana Roo, como un lugar para clonar unidades taxistas, así como brindar el servicio de hojalateria, esto es cambiar los colores de vehículos particulares que eran utilizados para llevar a cabo diversos delitos en la demarcación.

Hoy se sabe que en las primeras declaraciones de los detenidos, han confesado que en dichos talleres de igual manera se ubica una fosa clandestina en dónde desaparecían cadáveres de quienes se negaban a participar en esa estructura criminal que ha funcionado al amparo del gobernador en turno.

Por ello reviste una suma importancia las acciones emprendidas por el gobierno actual, al penetrar por vez primera en las entrañas mismas de una organización que en antaño era respetada y admirada no sólo por la población cancunense sino a nivel nacional y era digna de replicar las acciones en pro de sus choferes y de la sociedad en su conjunto.

Sin embargo, el exceso de protección brindada por los gobernantes en turno, en dónde en cada administración los titulares de los cuerpos de seguridad eran obligados por cuestiones partidistas a tolerar y sumarse a la complicidad de las decenas de delitos cometidos a diario por los miembros de la también llamada Ola Verde.

Eso contribuyó para el asentamiento y el arraigo de líderes sindicales que la misma mafia había preparado e impuesto en su trabajo para lograr el control total de un organismo que ha manejado desde siempre concesiones otorgadas por el gobierno estatal.

Hoy, se ha confirmado que el efecto Cancún se ha contagiado a otros municipios norteños como es el caso de Tulum y Solidaridad.

La desaparición de choferes ha sido una constante desde la administración de Roberto Borge Ángulo, quien permitió el nacimiento y la consolidación del cártel de Cancún dirigido por Leticia Rodríguez Lara “Doña Lety” quien sumó a su “grupo de trabajo” a los sindicatos de de Cancún y Playa del Carmen, en dónde a través de ello instaló en los mismos sitios de taxis, puntos de venta de drogas principalmente en las zonas turísticas de los mencionados municipios.

En el sexenio pasado, Carlos Joaquín González, amplió la complicidad gubernamental con los criminales al sumar a los taxistas de Tulum, quienes sin mayor pudor se sumaron a la organización criminal consentida de su gobierno, el Cártel de Caborca, dirigido por José Gil Caro Quintero “El Pelo Chino”.

Y así podríamos contar infinidad de historias sobre la metamorfosis sufrida por los sindicatos de taxis que hoy se han convertido en estructuras político sindicales al servicio del crimen organizado.

 

Con datos de Sistema de Notícias CAMBIO 22

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