Inseguridad en Tizimín Crece sin Control Mientras el Gobierno Minimiza la Violencia y Ajusta la Narrativa a su Conveniencia
9 Dic. 2025
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Aumentan agresiones, robos y extorsiones en colonias y comisarías mientras vecinos recurren a la autodefensa ante la falta de vigilancia
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La comunidad cuestiona la actuación de la Policía Municipal y pide acciones firmes para recuperar la tranquilidad histórica del municipio
Gabriel Hernández/ CAMBIO 22
Resulta alarmante la realidad que hoy se vive en Tizimín, Yucatán, intentos de extorsión telefónica, asaltos, robos a casa habitación, robo de motos y agresiones violentas a mujeres se han convertido prácticamente en el pan de cada día, mientras algunos medios con intereses políticos intentan minimizar la situación, la ciudadanía conoce de primera mano lo que ocurre, porque los afectados están por todos lados.
Solo hay que preguntarles, los testimonios locales hablan de una ola delictiva destapada en este municipio tradicionalmente pacífico.
El caso más grave y reciente es el de una joven de la colonia Nueva Esperanza que fue atacada brutalmente con un arma blanca, la noche del 5 de diciembre, la muchacha regresaba de su trabajo cuando un sujeto de unos 35 años comenzó a seguirla, la alcanzó frente al campo de fútbol de esa colonia y allí forcejeó con ella, propinándole más de siete puñaladas en brazos, espalda e incluso la cabeza.
La víctima, conocida como “Flor”, quedó malherida y fue trasladada de emergencia al Hospital San Carlos, donde permaneció en estado crítico.
Para intentar minimizar los hechos, en un inicio surgió la versión de que el agresor era su pareja sentimental y que el incidente habría sido una riña doméstica.
Sin embargo, tras hablar con los familiares, se supo que nada de eso era cierto, la joven no conocía al atacante; de hecho, ella misma declaró que aquel hombre solía acosarla cada vez que pasaba por ese rumbo. El sujeto la venía siguiendo desde que salió de su trabajo, con claras intenciones de asalto o algo peor, pues durante la agresión llegó a arrancarle parte de su vestimenta, lo que hace sospechar que pretendía también una violación.
Vecinos de la zona señalan que este individuo ya había intentado agredir a otra mujer anteriormente en la misma colonia, por lo que su peligrosidad era conocida.
Afortunadamente, los gritos de la joven alertaron a unos deportistas que estaban en el campo cercano: ellos se abalanzaron sobre el agresor, le arrebataron el cuchillo y lograron retenerlo hasta la llegada de las autoridades.
Hoy la comunidad se pregunta con indignación:
¿Dónde estaba la Policía Municipal cuando esta joven estaba siendo perseguida? ¿Por qué no se identificó y detuvo a este sujeto desde el primer intento de ataque? ¿Quién responde por las vidas que están en riesgo? La sensación es que el ataque pudo haberse evitado con mejor vigilancia.
La inseguridad no se detiene ahí, apenas el día de ayer, la presencia de un hombre armado con una pistola de aire (un arma aparentemente de balines o imitación) en la colonia Santo Domingo provocó temor entre vecinos. El individuo, un joven conocido en la zona por su comportamiento violento, se paró frente a varias casas intimidando a quienes pasaban, apuntando con el arma a algunos transeúntes, ante el pánico de la gente, se dio aviso a las autoridades.
Sin embargo, al arribar los agentes municipales, lejos de someter al agresor, fueron recibidos con violencia, el sujeto les lanzó un pedazo de madera, que por poco lesiona a uno de los oficiales.
Increíblemente, los policías decidieron retirarse sin detenerlo, dejando a las familias nuevamente a merced de este individuo, quien es un agresor reincidente que ya ha causado problemas en múltiples ocasiones en ese barrio, el saldo de este incidente fue pura frustración: vecinos aterrorizados, un agresor suelto y cero consecuencias.
Esto ha llevado a muchos a cuestionar:
¿Ese es el nivel de autoridad que merece un municipio como Tizimín?
¿Dónde quedó el compromiso de protección que los mandos policiales aseguran tener hacia sus ciudadanos?
Mientras la delincuencia avanza, los responsables de la seguridad parecen empeñados en voltear a otro lado, o peor aún, en fingir que todo está bajo control, los discursos oficiales hablan de resultados, pero la realidad cotidiana muestra lo contrario. La recuperación de una o dos motos al mes no justifica la enorme cifra de robos que sufre el municipio.
Históricamente, la propia Policía Municipal informó que en Tizimín se robaban hasta 5 motocicletas por mes, de las cuales solo 1 o 2 lograban recuperarse.
Hoy en día, con el aumento en el número de motos circulando en la ciudad, los robos de estos vehículos también van en ascenso incluso estudiantes han resultado afectados, como ocurrió recientemente en el estacionamiento del CONALEP, donde ladrones intentaron llevarse dos motos de alumnos en plena noche.
Cada semana se reportan nuevos casos de motocicletas desaparecidas y pocas regresan a manos de sus dueños, en cuanto a los robos a casas habitación y comercios, los vecinos aseguran que son cada vez más frecuentes y atrevidos, al punto que en algunos casos los delincuentes entran a los hogares aun con gente dentro, amedrentando a familias enteras.
Crece la ola de robos y crece la frustración ante la impunidad
Las cifras y hechos recientes confirman lo que en las calles ya se comenta en voz alta, Tizimín vive una ola de robos sin precedentes. Tan solo en junio pasado, después de una serie de atracos nocturnos, ocho sospechosos de robo fueron detenidos en un lapso de dos días gracias a operativos especiales de vigilancia. Ante la presión pública, la Policía Municipal empezó a realizar rondines durante la madrugada (en vez de solo por las tardes, como venían haciendo), lo que permitió sorprender a varios merodeadores en colonias populares.
En una sola noche de patrullaje cayeron tres individuos en distintas zonas; al día siguiente otros cinco sujetos fueron arrestados mientras deambulaban con actitud extraña cerca de viviendas.
En esas acciones se logró incluso recuperar equipo que había sido robado (por ejemplo, cámaras de seguridad sustraídas de un domicilio en la colonia Santa Rosa de Lima) y se capturó a un ladrón apodado “El Gapo”, acusado de robar esas cámaras días antes, estos resultados confirman que, cuando hay voluntad, sí se puede actuar contra la delincuencia.
No obstante, los vecinos cuestionan por qué se esperó hasta que la situación fuera insostenible para tomar cartas en el asunto.
Para octubre, los habitantes ya hablaban abiertamente de una “ola” de robos en Tizimín, colonias tradicionalmente tranquilas sufrieron una seguidilla de atracos.
En la colonia Adolfo López Mateos, por ejemplo, los residentes se hartaron de los constantes robos en la zona y decidieron unirse contra la delincuencia.
En un hecho difundido en redes sociales, vecinos lograron capturar a un ladrón conocido del rumbo, lo amarraron con cables a un poste y le dieron un escarmiento físico antes de entregarlo a la Policía Municipal .
La imagen de un delincuente sometido por la propia ciudadanía es reflejo de la desesperación colectiva, “Si la autoridad no actúa, nosotros lo haremos”, parecían decir con este acto. Casos similares se han visto en otros rumbos, vecinos organizados con silbatos, chats de emergencia y hasta palos, determinados a vigilar sus calles durante la noche, la vigilancia vecinal se ha vuelto recurso de última instancia para muchas familias tizimileñas, a falta de patrullas suficientes.
El fenómeno no se limita solo a la cabecera municipal, en las comisarías y poblados de Tizimín también se siente el acecho delictivo.
La delincuencia es itinerante, muchos sospechan que grupos criminales de zonas más conflictivas por ejemplo, de Cancún, Tulum u otros puntos de Quintana Roo han tomado a Tizimín y sus comisarías como “válvula de escape” es decir, delincuentes que huyen de la presión policial en sus lugares de origen, y que ven en este municipio yucateco un sitio tranquilo donde pasar desapercibidos… pero también delinquir.
Los habitantes cuentan casos de vehículos con placas de otros estados rondando de madrugada, de rostros desconocidos merodeando donde antes todos se conocían, es una inquietante transformación para un municipio que, durante décadas, se preciaba de su seguridad y vida apacible.
Lo más doloroso para la población es la sensación de impunidad, la gente denuncia que muchos de los detenidos por robo salen libres a las pocas horas, ya sea por falta de denuncias formales o por lagunas legales, “Ya parece juego, lo agarran y luego lo sueltan y otra vez la misma dinámica”, afirma un ciudadano con sarcasmo.
En redes sociales, tizimileños afectados comparten fotografías de ladrones captados por cámaras de seguridad, alertan sobre estafas telefónicas e incluso organizan colectas para apoyar a quienes lo han perdido todo por los robos, en cuanto a las extorsiones y fraudes, también han aumentado, las autoridades han alertado sobre un incremento de llamadas y mensajes engañosos en la zona.
Se estima que se llegan a registrar hasta cuatro intentos de estafa telefónica por semana en Tizimín en meses recientes, según reportes ciudadanos (aunque solo la mitad se denuncian formalmente). Esta otra cara de la delincuencia menos visible pero igualmente peligrosa mantiene en vilo a la población, especialmente a personas mayores que pueden ser más vulnerables a caer en engaños de supuestos secuestros virtuales o fraudes bancarios, la Policía cibernética y estatal ha emitido recomendaciones, pero los timadores siguen haciendo de las suyas, aprovechando el clima general de inseguridad.
Ante este sombrío panorama, Tizimín exige respuestas y resultados, la ciudadanía ya no se conforma con comunicados optimistas ni con operativos temporales.
Piden una Policía Municipal que haga su trabajo con firmeza, que recorra de verdad las colonias de noche, que detenga a los malhechores antes de que concreten sus fechorías, y que coordine esfuerzos con la Policía Estatal y la Fiscalía para frenar esta escalada.
“No se puede proteger a la población desde un escritorio ni con boletines que maquillan la realidad”, señalan con dureza algunos líderes vecinales.
En ese sentido, las críticas se han centrado en las autoridades locales, al director de Seguridad Pública, Carlos Noé Osorio Perera, muchos le exigen que deje de lado conveniencias políticas o “compadrazgos” y se ponga del lado de la gente.
De nada sirve afirman tener a un subdirector (Marcial de Jesús Perera) y a toda una estructura de mando, si al final los delincuentes andan campantes y los ciudadanos presos del miedo en sus propias casas.
“Tizimín necesita una policía que escuche el miedo que hoy sentimos todos”, claman en redes sociales.
La indignación ciudadana también tiene un matiz político, cabe recordar que actualmente Morena gobierna Tizimín, y muchos habitantes asocian la creciente inseguridad con el estilo de gobierno tolerante de ese partido. No es un señalamiento aislado, a nivel nacional se ha observado que varios de los municipios más inseguros del país están bajo administraciones morenistas.
La ciudadanía ha exigido respuestas concretas al alcalde Adrián Quiroz y a su administración, cuya tibieza frente a la violencia ha sido ampliamente criticada.
Lo más preocupante es la presencia de perfiles polémicos en su círculo cercano, como Edgardo “Gato” Díaz, quien funge como uno de sus principales asesores, Díaz trabajó previamente en el Ayuntamiento de Tulum, donde fue señalado por su papel en la operación de cobros irregulares a comercios y supuestas negociaciones con grupos criminales. Hoy, esa misma figura opera en Tizimín, en un contexto donde se percibe que se están replicando peligrosamente los vicios que corrompieron a municipios turísticos como Tulum.
Voces al interior del Ayuntamiento aseguran que este tipo de compadrazgos y designaciones sin evaluación ética ni profesional están dejando expuesto al municipio a la infiltración de intereses delictivos, la extrema tolerancia con la delincuencia, sello distintivo de muchas administraciones emanadas de Morena, parece estar tocando la puerta de Tizimín.
La llamada filosofía de “abrazos, no balazos” promovida por el gobierno federal de la 4T ha sido duramente criticada en comunidades que ven cómo el crimen organizado y común se envalentona ante la falta de mano dura, Estados y municipios gobernados por Morena, como Michoacán, Guanajuato, Zacatecas, Fresnillo, Ecatepec o Ciudad Obregón, Quintana Roo, Tabasco, pormencionar algunos, figuran constantemente entre los sitios donde la población se siente más insegura de todo México.
En contraste, las localidades con mejores percepciones de seguridad suelen estar gobernadas por partidos de oposición, por supuesto, la inseguridad tiene causas complejas y no obedece únicamente al color partidista; pero en el imaginario popular de Tizimín ha calado la idea de que la administración morenista local ha sido negligente o incapaz de mantener la paz pública que caracterizó a la ciudad por tantos años.
“Así está pasando en casi todo el país”, señalan algunos comerciantes, “los gobiernos de Morena son blandos con los delincuentes y los únicos que perdemos somos los ciudadanos”.
Lo cierto es que Yucatán, en su conjunto, sigue siendo de los estados más seguros de la República incluso ostenta la menor tasa de homicidios dolosos a nivel nacional, pero esa estadística poco consuela a los tizimileños cuando los robos, asaltos y agresiones van en aumento en su entorno inmediato.
Tizimín, conocida como la Ciudad de Reyes, durante mucho tiempo vivió ajena a las noticias rojas que sacudían otros rincones de México, su gente dedicada en gran medida al campo, la ganadería y el comercio local, presumía de vivir en una comunidad unida y tranquila donde todos se conocían y cuidaban.
Ese patrimonio de paz es el que hoy sienten en riesgo, “No queremos que Tizimín se convierta en otro Tulum”, advierten, recordando cómo aquel destino turístico de Quintana Roo pasó de ser un poblado pacífico a uno plagado de corrupción, narcotráfico y violencia en pocos años. Temen que la misma fórmula (crecimiento desordenado, complicidad de autoridades y llegada de grupos delictivos externos) esté comenzando a aplicarse aquí.
Tizimín demanda acciones contundentes ya mismo, la pelota está en la cancha de las autoridades y los ciudadanos han alzado la voz y, en muchos casos, han actuado por cuenta propia para defender lo suyo, pero la seguridad pública es responsabilidad del gobierno, y es hora de que este esté a la altura, se requiere estrategia, coordinación y cero tolerancia a la delincuencia.
Nadie quiere vigilantismo, todos quisieran confiar en sus instituciones, la esperanza de los tizimileños está en que las autoridades municipales y estatales refuercen la presencia policial, que se atiendan las colonias más afectadas, que haya resultados tangibles (detenciones efectivas, procesamientos judiciales, reducción de delitos) y que Tizimín vuelva a ser la ciudad segura que siempre fue, porque cada día de inacción es un día de ventaja para el delincuente.
Aunque la Policía Municipal reporta algunas recuperaciones esporádicas de vehículos, la realidad es que los números no cuadran con la magnitud del problema, la percepción ciudadana no dice lo mismo, los cuerpos de seguridad no están haciendo lo suficiente y cuando actúan, lo hacen con tibieza o negligencia.
Tizimín no puede permitirse repetir el modelo de corrupción y descomposición que arrasó con la paz de ciudades como Tulum, Cancún, Playa del Carmen y Chetumal, la responsabilidad recae directamente en el alcalde Adrián Quiroz, quien debe poner fin a los pactos de impunidad y rodearse de funcionarios comprometidos con el bien común y no con intereses turbios, ya que si no se corrige el rumbo hoy, bastará una sola administración más para que Tizimín pierda el legado de tranquilidad que ha sostenido por más de un siglo.
Tizimín sí se encuentra en el Top 5 de municipios con el mayor número total de delitos de alto impacto junto con Mérida, Kanasín, Valladolid, y Progreso.
Con información del Sistema de Noticias CAMBIO 22
Fotos y video: Medios locales Tizimín.
GCH




































