Redacción/ CAMBIO 22

Norma Otilia Hernández Martínez, quien fue expulsada de las filas de Morena por reunirse con Celso Ortega, líder del grupo criminal Los Ardillos, asistió al funeral de su sucesor, el alcalde de Chilpancingo, Alejandro Arcos Catalán, donde fue recibida con gritos de “¡Fuera, fuera!”, “¡Asesina!” y “¡Vendiste al pueblo!”.

Visiblemente afectada, incluso llorando, la exalcaldesa abandonó la ceremonia fúnebre que tuvo lugar en la Iglesia de Santa Cruz de Chilpancingo.

Después de los hechos, Hernández compartió un mensaje a través de sus redes sociales, refiriéndose a Arcos como “un buen hombre, sincero”, a quien describió como su amigo y compañero de luchas. En su cuenta de Facebook, expresó lo siguiente:

“Un padre de familia que amaba a Chilpancingo. Esta situación nos entristeció a todas y todos, y confío en que se aclarará este asunto para dar certidumbre a las familias de la capital. A su familia y amigos, les vuelvo a reiterar mi total solidaridad y un abrazo cariñoso y sincero. Trabajemos por la paz de Chilpancingo y Guerrero”.

En un video de casi dos minutos también compartido en sus redes sociales, Hernández añadió:

“Hoy con profundo dolor he despedido a mi amigo, a mi hermano de lucha por construir un mejor Chilpancingo, donde compartimos nuestros inicios en la actividad social y política desde el PRD, posteriormente nos separaron los partidos, pero no los ideales.

Desde aquí, desde el fondo de mi corazón le reitero a su esposa Sandri, Alejandrito, a sus hermanos, a sus papás, que cuentan con mi solidaridad y mis condolencias ante tan artero crimen. Me sumo al clamor que hoy hace la sociedad chilpancigueña”.

Condenas

Mientras se llevaba a cabo la ceremonia fúnebre de Arcos Catalán, cientos de personas se congregaron a las afueras del recinto religioso para manifestarse y exigir justicia por el brutal asesinato del alcalde. Las pancartas que portaban los manifestantes resumían el dolor y la frustración de la comunidad: mensajes como “No más sangre” y “Justicia para nuestro presidente” reflejaban el clamor de una ciudadanía cansada de la violencia.

Autoridades indicaron que, minutos antes de las 17:00 horas locales del domingo 6 de octubre, los vecinos de la zona reportaron la presencia de una cabeza humana sobre el toldo de un vehículo estacionado. Posteriormente, los agentes descubrieron que el cuerpo del alcalde estaba en el interior del automóvil, específicamente en el asiento del copiloto. Las imágenes rápidamente se viralizaron en las redes sociales.

El asesinato de Arcos Catalán ocurrió apenas una semana después de que asumiera el cargo como presidente municipal. Su promesa al asumir el cargo había sido clara: “Garantizar la paz y la seguridad en el municipio”.

Días antes de su asesinato, el secretario general de Gobierno de su administración, Francisco Tapia, también fue asesinado, lo que llevó a Arcos a solicitar protección en diversas entrevistas públicas, en las que pidió ayuda a la gobernadora de Guerrero, Evelyn Salgado.

A nivel federal, la presidenta de México, Claudia Sheinbaum, se refirió al asesinato en su conferencia matutina, asegurando que se estaban llevando a cabo las investigaciones necesarias para esclarecer el crimen. “Se están haciendo las investigaciones para saber cuál fue el motivo, cuál fue el móvil y, por supuesto, para hacer las detenciones correspondientes”, señaló la mandataria.

Ante la gravedad del asesinato, la Oficina en México del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (ONU-DH) expresó su consternación. En un comunicado, la ONU-DH lamentó profundamente el asesinato de Arcos Catalán y de su secretario de Gobierno.

“Nos sumamos al llamado a una investigación pronta y eficaz ante estos trágicos hechos, que reflejan la necesidad de fortalecer las instituciones”, declaró el organismo. Además, subrayaron la importancia de proteger la integridad de los funcionarios públicos como una medida esencial para preservar la democracia, y reiteraron su solidaridad con las familias de las víctimas.

El estado de Guerrero, y en particular la capital Chilpancingo, ha sido testigo de un incremento de la violencia criminal en los últimos años. Los grupos del crimen organizado que operan en la región mantienen constantes disputas por el control territorial, principalmente relacionadas con el tráfico de drogas, la extorsión y otros delitos. La violencia, cada vez más descontrolada, ha afectado tanto a ciudadanos comunes como a funcionarios públicos.

Fuente: Infobae

redaccionqroo@cambio22.mx

GFB/ MA

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