No Me Despiertes

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Jorge González Durán / CAMBIO 22

27 de enero-. Todavía puedo bailar, los pies todavía me responden –me decía. Pero llegó un momento en que ya no podía mover los pies con la pulcritud de antes.

-Si me ves dormido cuando vengas no me despiertes. Necesito descansar -me dijo mi papá.

Lo vi dormido y no lo desperté. Me quedé viéndolo unos minutos y me alejé para ver los árboles del patio. Recordé que de joven yo lo acompañaba al beisbol, a las peleas de gallos, a los toros, al box y a las vaquerías de varios pueblos.

La tristeza se alejó y se instaló en mi alma la alegría de los años vividos juntos.

Una tarde que la orfandad regresó a su corazón -su mamá había fallecido cuando él era niño- le dijo a mis hermanas: “no recuerdo el rostro de mi mamá”. Revisaron el cajón de un noble ropero de caoba y encontraron una foto de ella. La vio, acarició el sepia de la foto antigua, y dijo con un temblor en la voz: “era bonita”.

Por eso preferí no despertarlo cuando llegué a visitarlo. Necesitaba descansar. Y soñar con su lejana niñez en brazos de su madre.