Mujer de la Tercera Edad Sobrevive sin la Apoyo del Gobierno
9 May. 2025
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“Nunca tuvimos ayuda del gobierno, pero sigo viva gracias a Dios”: Casimira Ek Chan, madre de 78 años, sobrevive sola con dignidad en el sur de Quintana Roo.
Redacción/CAMBIO 22
José María Morelos, 9 de mayo.- En un pequeño negocio de ropa en la avenida principal de JMM, la señora Casimira Ek Chan, de 78 años, conmemora el Día de las Madres en soledad, pero con una fuerza y dignidad que conmueven profundamente. Sin esposo, sin apoyo gubernamental y con una vida de trabajo desde la madrugada, ella enfrenta cada día con lo poco que tiene, pero con mucho corazón.
“Nunca tuve ayuda del gobierno, ni un baño me regalaron…”, dice con voz firme y ojos que han visto décadas de abandono institucional. Casimira no aprendió a leer ni escribir, y asegura que en todos sus años de vida, jamás recibió un apoyo oficial. “Todo lo he comprado yo. Como no tengo marido, estoy sola… y Dios.”
Desde las cinco de la mañana comienza su jornada: limpia, hace sus deberes, y luego abre su pequeño negocio de ropa, pero que representa su sustento diario. “Si voy a comer, hago dos huevitos… no tengo nadie conmigo.”
Madre de varios hijos, recuerda con ternura las pocas ocasiones en que logra reunirlos: “Para el 10 de mayo, si se puede, compro un pastelito… aunque sea con agua, pero lo comemos juntos”. A pesar de no tener recursos, siempre ha buscado ofrecerles algo, un gesto, una comida, una mesa compartida.
Sus palabras reflejan la dura realidad que viven muchas mujeres mayores en comunidades rurales: abandono, pobreza y soledad. “Aquí estoy sola… pero gracias a Dios no me muero de hambre”, dice con una mezcla de resignación y fe que sostiene su existencia. “Dios es el único que no me ha dejado.”
Casimira no pide compasión, pero su relato es un llamado a la conciencia social. Mientras recuerda con nostalgia a su madre fallecida y los años sin celebraciones ni regalos, sostiene que lo importante es seguir adelante, aunque sea con lo básico.
En este Día de las Madres, ella no espera flores ni visitas oficiales. Espera, como cada año, que al menos uno de sus hijos llegue. Y si no, confía en que Dios le dará fuerzas para vivir otro día más.
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RHM