Mujer Chiapaneca Impulsa la Alfarería Maya con Técnicas y Pigmentos Naturales
23 May. 2025
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Desde los 12 años, Paulina Jiménez moldea el barro y rescata técnicas mayas con pigmentos naturales, posicionando su trabajo a nivel nacional e internacional
Redacción/ CAMBIO 22
Desde los 12 años, Paulina Jiménez Gómez comenzó a moldear el barro con sus propias manos, siguiendo la tradición heredada de su madre y su abuela. Hoy, con más de dos décadas dedicadas a la alfarería, se ha consolidado como una de las principales promotoras del rescate de las pinturas ancestrales en este oficio tradicional.
Originaria de Amatenango del Valle, comunidad reconocida por su trabajo artesanal, Paulina recuerda que su primera pieza fue una palomita de cinco centímetros. A partir de entonces, fue perfeccionando su técnica hasta crear obras de mayor tamaño, como palomas de hasta 1.20 metros, las cuales se convirtieron en su sello distintivo durante varios años.
“El barro se mezcla con arena y se remoja durante varios días; todo el proceso puede tardar más de una semana, dependiendo del tamaño de la pieza”, explicó.

Actualmente, también elabora piezas utilitarias como cacerolas, platos, teteras y tazas, pero su mayor logro ha sido el rescate de las pinturas ancestrales a base de engobe, pigmentos naturales extraídos de las minas de barro de su comunidad.
Durante años, estas técnicas habían sido desplazadas por el uso de acrílicos, ya que el engobe tiende a despintarse fácilmente al tacto. Sin embargo, su participación en la Escuela Nacional de Cerámica le permitió perfeccionar la técnica para hacerlas más duraderas, proceso en el que contó con el apoyo de su esposo.
“Yo no sabía leer bien, sólo terminé hasta tercer grado de primaria, pero mi esposo me ayudó con los apuntes y los materiales. Gracias a eso, pude mejorar mi trabajo y darle valor al conocimiento de nuestras ancestras”, relató.
La Escuela Nacional de Cerámica también le donó un horno de leña sin humo, con una chimenea de 12 metros, lo que le ha permitido hacer quemas más limpias y seguras, además de mejorar la calidad de sus piezas para su envío nacional e internacional.
Gracias a este impulso, Paulina ha participado en ferias de arte popular en diversos estados del país. Su primera exposición fue en Chapala, Jalisco, donde recibió un reconocimiento por el rescate de las pinturas ancestrales. Desde entonces, su trabajo ha sido solicitado desde distintas regiones de México.

“No teníamos tarjeta ni redes sociales. Sólo dejaba mi número de teléfono, y desde ahí comenzaron los pedidos. Ahora somos una familia de 20 personas que trabajamos en la alfarería”, cuenta con orgullo.
Paulina asegura que, aunque la vida de las mujeres en su comunidad tradicionalmente ha girado en torno al hogar, su esposo la animó a aprovechar la oportunidad de capacitarse.
“Me dijo que si no aprovechaba esa vez, tal vez nunca volvería a tener otra oportunidad”, recordó.
Actualmente, Paulina Jiménez continúa promoviendo su trabajo como artesana y el legado cultural de Amatenango del Valle, impulsando a otras mujeres de su comunidad a no dejar morir las técnicas y colores ancestrales que han definido por generaciones a los pueblos mayas del sur de México.
Fuente: El Heraldo de Chiapas
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