Yolanda Gutiérrez/CAMBIO 22

ISLA MUJERES, Q.ROO, 27 de noviembre-. El fallecimiento de monseñor Fabio Martínez Castilla consternó a toda la comunidad isleña, que espera la llegada de los restos mortales del II arzobispo de Tuxtla Gutiérrez para darle el último adiós.

Amigos y familiares le recuerdan como un niño alegre y siempre dispuesto a ayudar a los demás, que desde muy joven sintió el llamado de Dios y a los 12 años de edad se despidió expresando con firmeza: “Voy a ser sacerdote”.

Su hermana Linda Martínez Castilla lo recuerda como un niño travieso, juguetón, alegre de vivir, como si quisiera divertirse en sus primeros años para entregarse después por entero a la iglesia católica.

Agrega que influyeron en su decisión de hacerse sacerdote la llegada de los primeros misioneros de Mariknoll a la isla, y su abuelita Florita Sánchez Azueta, que atendía a los religiosos con ayuda de Fabio, entonces de 9 años de edad que era el encargado de hacer las compras o de conseguir lo necesario para preparar comida y lavar ropa, principalmente.

Ismael Martínez Castilla, hermano también de monseñor, recuerda que sus años infantiles ayudaban a la economía de la familia pescando pargos y barracudas que salaban y entregaban para exportación, vendían antojitos e inclusive boleaban zapatos por las tardes y noches.

El empresario Gerardo Magaña Barragán recuerda que fue uno de los misioneros de Mariknoll, el padre Bernardo Nagle, quien lo llevó de la mano hasta el seminario en Mérida; se ordenó sacerdote el 31 de enero de 1977 en la Catedral de Mérida y se trasladó a Isla Mujeres, donde ofició su primera misa como sacerdote el 2 de febrero, evento que se convirtió en una fiesta que involucró a toda la comunidad.

Fidel Villanueva Madrid, cronista vitalicio, expresa que monseñor Fabio Martínez Castilla, Hijo Predilecto de Isla Mujeres, será evocado como el amigo que siempre nos dio consuelo espiritual, como el compañero de pescas de atarraya con su padre y sus hermanos, como el isleño amoroso, noble y leal que siempre fue.

Recuerda que cada visita a su amada isla saludaba con una sentida petición: “Vengo a pedirle que oren por mí”. E invita a los isleños a seguir orando por monseñor Fabio Martínez Castilla, que siempre lo hizo por todos.

Finalmente, el párroco Raúl Sánchez Alonso dice que monseñor Fabio era un hombre con corazón de pescador, que le gustaba pasar la noche en el mar y en su honor, si las condiciones climáticas lo permiten, se tiene contemplada una procesión marítima en la bahía.

Revela que descansará a los pies de la Inmaculada Concepción, lugar que eligió hace ocho años y aclara que se guarda a los altos prelados católicos la deferencia de ser sepultados en la iglesia que decidan.

 

y.gutierrez@diariocambio22.mx     

JFCB

 

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