Redacción/CAMBIO 22

Bien dicen que ponerle más de 3 filtros a una foto ya es botarga, pero más allá del chiste, las implicaciones del uso de la tecnología ahora revolucionada por la inteligencia artificial (IA) para cambiar o mejorar los rasgos físicos de las personas, han resultado en transformar nuestra percepción de la belleza física y el cómo lograrla.

Las plataformas de edición de imágenes ofrecen alternativas muy realistas y no invasivas para una transformación digital basada en algoritmos avanzados que ajustan los rasgos faciales, y corporales de cualquier persona que no esté satisfecha con sus características físicas, haciendo que los cambios sean casi indetectables, a veces, pero fácilmente comprobables cuando observamos a la persona en la vida real.

Desde mejorar la iluminación y el color de las fotos, hasta el contorneo del cuerpo, aumento de labios, cambios en la estética de la piel y el cabello, e incluso cambios de forma de la nariz son posibles gracias a herramientas de IA que garantizan que estos ajustes físicos sean inmediatos, indoloros, reversibles, y no sean costosos, ventajas que se sólo se obtienen al no tener que acudir a un cirujano plástico para transformar la apariencia.

Los cirujanos plásticos sin embargo, aprovechan estas herramientas para planificar y visualizar las modificaciones que tendrían los pacientes de hacerse procedimientos, y previsualizar los resultados de las cirugías, pudiendo empatar expectativas sobre cómo se pueden corregir problemas estéticos y mejorar la autoestima y confianza de sus pacientes, en lo que se deciden a dar el milimétrico paso entre alterar su imagen en lo digital, y luego en lo real.

No obstante, la presión por una vida de ensueño y alcanzar los ideales de la belleza se han multiplicado desde la aparición de las redes sociales, y traído secuelas muy negativas en la salud mental de sus usuarios, quienes harán todo por mostrar lo que no son, y lo que no tienen, para alcanzar ese delicioso premio que genera el cerebro al experimentar un aumento en la liberación de varias hormonas y neurotransmisores asociados con la recompensa y el placer.

La bella y la bestia

La distorsión de la belleza desde el punto de vista psicológico y emocional produce una insatisfacción crónica por alcanzar un ideal de belleza imposible y existente sólo en el mundo digital, que deriva en envidia, baja autoestima, trastornos alimentarios, dependencia a la validación de otros, y depresión.

Este ego malinterpretado ha enriquecido a las grandes tecnológicas que han sumado en las cámaras de sus dispositivos herramientas impulsadas por los avances de la fotografía computacional, que ponen en segundo plano los megapixeles para dar entrada al trabajo conjunto de sensores e IA y permitir que cualquiera pueda lograr fotos impresionantes.

Así Google, Apple, Samsung, Facebook, Microsoft, entre muchas otras, pelean fuerte por ofrecer fotografía computacional dentro de sus aplicaciones para satisfacer la demanda de un creciente número de inconformes con su físico, detonando el efecto secundario de facilitar la creación de fotos engañosas y falsas de personas que no existen, o modificando la apariencia de personas en películas y televisión, alterando cada vez más la percepción de la belleza real y estableciendo más ataduras para llegar a ella de forma natural.

Organismos reguladores e industria tecnológica deberían fomentar campañas educativas sobre los efectos de la edición de las imágenes, resaltando para el conocimiento público cuando las imágenes han sido alteradas. La industria cosmética ha puesto un buen ejemplo con la creación de campañas de aceptación del cuerpo en la diversidad de la belleza en todo tipo de personas, para mitigar los daños psicológicos y médicos colaterales a la modificación de imágenes con IA.

La salud está en nuestras manos, al igual que nuestros dispositivos electrónicos, elijamos ser felices como somos.

 

Fuente: La Lista

redaccionqroo@diariocambio22.mx

NMT

WhatsApp Telegram
Telegram