Redaccion/CAMBIO 22

Percibo miedo en muchos mexicanos y esa percepción se traduce en una caída en la inversión. De acuerdo con el INEGI, la inversión fija bruta cayó 7.2 por ciento respecto al año pasado.

Los mexicanos estamos apostando menos en México.

¿Está justificado nuestro temor respecto al futuro del país?

El asunto merece un análisis que no cabe en este espacio, pero permitan el intento.

La inversión fija bruta de México crece un 6.2% interanual en mayo

Los que se quejan manifiestan una falta de balances en el control de la política del país, lo que es innegable. Hoy Morena es el único partido político relevante.

Luego está el asunto de que esa organización mantiene un relativo orden en la cadena de mando por el peso actual de su fundador sobre su administración y en cierta medida la del gobierno.

¿Quién puede negar que los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial tienen hoy, más o menos, la estructura diseñada por Andrés Manuel López Obrador?

¿Qué protagonista de esas instituciones se atrevería a ir en contra de lo que él dispuso, digamos, en materia energética?

AMLO puede estar en lo correcto, pero si está equivocado –como humano que es– quien se atreva a decir que ha fallado la estrategia, tiene sobre sí la amenaza de una posible acusación de traición “al movimiento”. No tendrá más camino político.

Eso sí puede detener al país al punto que lo tenemos hoy. Como en la carretera, que no haya manera de corregir la dirección, puede generar miedo.

Pero el temor puede cegar y detener decisiones individuales razonadas.

La administración actual de la presidenta Claudia Sheinbaum –quien enfrentará la elección de su ratificación de mandato en un par de años– ha actuado incluso con anticipación, ante los retos y la estrechez del escenario que encara. Va un pequeño ejemplo tangible.

Tan pronto como empezó a hacer campaña Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos, avisó que empujaría beneficios fiscales adicionales a los que promovió durante su primer mandato.

Eso se convirtió en su nueva ley tributaria, conocida como la Ley One Big Beautiful Bill, que supone un cambio radical para las pequeñas empresas, pues a partir de julio, duplicó la deducción por nuevos equipos y compras de capital, de 1.25 millones de dólares a 2.5 millones de dólares, entre otros beneficios.

Pero una medida similar ya había sido aplicada mediante decreto por el gobierno de México seis meses antes, y solo dos días después de que el presidente Trump tomara posesión el 20 de enero de 2025.

Desde ese mes, fue aprobada la deducción por depreciación acelerada, un incentivo que permite a contribuyentes una deducción inmediata del impuesto sobre la renta por las inversiones en ciertos activos fijos nuevos. Hoy, los beneficios fiscales de programas como IMMEX siguen justificando la decisión de instalar fábricas en México.

Sheinbaum también fue capaz de negociar de una manera más productiva con Trump en materia de aranceles, respecto a lo conseguido por Canadá, cuyo primer ministro Mark Carney esta misma semana entró en una nueva contienda de declaraciones con su homólogo estadounidense.

Entiendo que hay otros temores. Uno relativamente justificado está en el impacto del nuevo Poder Judicial. Es innegable que quienes llegan a la Suprema Corte gozan de un currículum menos sonoro que sus antecesores.

Pero su llegada no partió de un nivel ejemplar de impartición de justicia y lo que me dicen inversionistas extranjeros del más alto nivel es que están en una posición de “wait and see”, más que de temor. Las posiciones de los grandes fondos de Blackrock y Vanguard no se han movido significativamente de las acciones mexicanas.

No es la primera vez que los mexicanos enfrentan temor ante un cambio de régimen. En otros tiempos, el modesto estadounidense William Jenkins aprovechó el miedo para hacerse de haciendas en Puebla y Veracruz a bajo precio y convertirse en un magnate que cambió la historia nacional.

Mi percepción es que hay tendencias globales que deberían ocuparnos más que lo nacional, pues pueden mover todo el tablero sobre el que México es una ficha. El brinco de la tecnología con la inteligencia artificial, el cambio climático, el envejecimiento poblacional. Solo por ponerlos a pensar.

Lo de casa, creo que puede ser más administrable y ajustable conforme baje la efervescencia.

 

 

 

Fuente: El Financiero

redaccionqroo@diariocambio22.mx

AFC/RCM

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