•  Un Grupo De 12 Profesionales Trabaja En Comunidades Vulnerables, Enfocándose En Indígenas Y Trabajadores Temporales En La Zona Fronteriza.

 

Redacción / CAMBIO 22

Incrustado en una frondosa selva como si fuese el campamento ideal para las mejores vacaciones aventureras y exóticas aparece, tras un desvío de unos centenares de metros de la carretera asfaltada que lleva al pueblo de San Vito, la sede central de Hands for Health, organización no gubernamental de Costa Rica sin fines de lucro fundada hace más de ocho años por el doctor Pablo Ortiz Roses, que lamentablemente falleció el 14 de junio pasado.

Con las primeras luces del día, 12 mujeres españolas, tres médicas y nueve enfermeras, que están realizando la especialidad de Medicina y Enfermería Familiar y Comunitaria en diferentes comunidades autónomas españolas, comienzan a trajinar por el comedor ya listas para empezar una intensa jornada laboral tras un apetitoso desayuno regado de frutas tropicales.

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Durante el mes de septiembre son las encargadas de mejorar la calidad de vida de las poblaciones vulnerables de esta zona costarricense fronteriza con Panamá, concentrándose en los indígenas locales y las familias que llegan temporalmente del otro lado de la frontera para trabajar como mano de obra barata y explotada en la recogida del café.
La coordinadora Yandellin Sánchez se dirige a las enfermeras Teresa Gracia, criada en Huesca, y Leticia Ferrer, natural de Alcañiz, voluntarias en Costa Rica.

La enfermera Leticia Ferrer Aguiló, natural de Alcañiz (Teruel), es a sus 33 años la más veterana del grupo. Es su primera experiencia en un proyecto internacional y le sirve, como al resto, como práctica remunerada con el sueldo base. “Quería aprender a trabajar con pocos recursos y este proyecto es ideal. Aunque algo parecido estoy viendo en Caspe (Zaragoza) con los temporeros”, explica.

La enfermera Victoria Armengod Fandos, de 28 años y originaria de Villarluengo (Teruel), recibió información sobre el proyecto de un compañero de clase y pensó que “era ahora o nunca”. La experiencia ha sido muy positiva y tiene claro que “cuando vuelva, valoraré mejor lo que tengo”.

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Nacida en Vitoria hace 27 años de padres maños y criada en Huesca, la enfermera Teresa Gracia Puzo es la que más experiencia internacional tiene, ya que ha trabajado en Grecia con refugiados iraquíes y un año en Chile con indígenas mapuches. “Me metí en una carrera de salud porque siempre tuve inquietudes solidarias y me gusta trabajar con indígenas en plena naturaleza”, cuenta.

Le ha sorprendido “la fortaleza de los indígenas contra la colonización exterior y, para ello, prefieren vivir en la marginación sin acceso a la educación y la salud”. Todas recuerdan a “la madre que pasaba el día recogiendo café mientras su bebé de once días se quedaba colgado sin recibir ningún alimento en una bolsita de tela a los pies de un camastro”.

Las doctoras Marina Brasó y Natalia Martínez, voluntarias en Costa Rica, atienden al hijo de una indígena.

 

Fuente: Heraldo

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OSM/AGF

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