• Laboran para el sector de los servicios, industria manufacturera, construcción, agricultura y trabajo doméstico. Bajo esta clasificación hay más de 3.3 millones de niñas, niños y adolescentes.

 

Redacción/CAMBIO 22

Más de 27.6 millones de personas en el mundo se encuentran en situación de trabajo forzoso, según un nuevo informe de la Organización Internacional del Trabajo (OIT). Las empresas concentran la mayoría de esa población, es cierto, pero casi 4 millones están bajo el poder del Estado y para él laboran, señala el reporte.

La OIT y Organización Internacional de las Migraciones (OIM) publicaron el estudio Estimaciones mundiales sobre la esclavitud moderna. Trabajo forzoso y matrimonio forzoso. En él indican que las mujeres, las infancias y las personas migrantes se encuentran en mayor riesgo de ser víctimas de esos delitos.

Al leer o escuchar lo anterior podemos imaginar que las personas que han sido llevadas a esa situación padecen diferentes tipos de vejaciones. Sin embargo, solemos confundir algunos términos.

Eso, por un lado, puede banalizar la esclavitud ocurrida entre el siglo XVI y finales del siglo XIX, periodo en el que millones de personas africanas fueron raptadas de sus hogares y vendidas en diversas partes del mundo. Y por otro, la falta de información impide que quienes están padeciendo este delito en las circunstancias actuales puedan identificarlo de manera clara y así, denunciarlo.

Tal como se define a nivel mundial, la esclavitud moderna “consta de dos componentes principales: el trabajo forzoso y el matrimonio forzoso. Ambos se refieren a situaciones de explotación que una persona no puede rechazar ni abandonar debido a amenazas, violencia, engaño, abuso de poder u otras formas de coacción”, explica el reporte.

En México, la esclavitud moderna y el trabajo forzoso están contemplados en la Ley General para Prevenir, Sancionar y Erradicar los Delitos en Materia de Trata de Personas y para la Protección y Asistencia a las Víctimas de estos Delitos. Sin embargo, activistas, integrantes de la academia y del gobierno federal han señalado la necesidad de actualizar dicha norma.

El artículo 11 de esa ley define la esclavitud como “el dominio de una persona sobre otra, dejándola sin capacidad de disponer libremente de su propia persona ni de sus bienes”. La sanción va de 15 a 30 años de prisión y una multa de 1,000 a 20 mil días de salario.

El trabajo forzoso en nuestra legislación es nombrado como trabajo forzado y es el uso de la fuerza, o la amenaza de usarla, para que alguien realice una labor, según el artículo 22. La ley distingue ese delito de la explotación laboral, la cual ocurre cuando una persona obtiene, directa o indirectamente, un beneficio económico o de otro tipo mediante el trabajo ajeno, sometiendo a la persona a prácticas que atenten contra su dignidad, según el artículo 21.

No se ha erradicado

De 2016 a 2021 más 2.7 millones de personas fueron integradas al trabajo forzoso, sumando un total de más de 27.6 millones. El aumento se explica por el incremento del trabajo obligado en diferentes sectores, pero también en “la explotación sexual comercial forzosa”, indica el reporte.

En los servicios, la industria manufacturera, la construcción, la agricultura y el trabajo doméstico está el 87% de las personas adultas en trabajo forzoso. El resto, que son cientos de miles de personas, “se ven obligadas a excavar en busca de minerales o a realizar otros trabajos de minería y canteras”, pescar en buques, mendigar en la calle y realizar actividades ilícitas.

El 86% del trabajo forzoso es impuesto por agentes privados, pero el que 14% (3.9 millones) es exigido por el Estado. La pandemia de covid-19 redujo los ingresos, por lo que se presentó “un mayor endeudamiento entre los trabajadores y, con ello, se observó un marcado aumento de la servidumbre por deudas entre algunos trabajadores que carecían de acceso a los canales de crédito formales”.

El reporte realizado en conjunto con la organización Walk Free Foundation, indica que “ninguna región del mundo está libre del trabajo forzoso”. En Asia y el Pacífico labora más de la mitad del total mundial (15.1 millones), les sigue Europa y Asia Central (4.1 millones), África (3.8 millones), las Américas (3.6 millones) y los Estados Árabes (más de 900,000).

Las mujeres tienen muchas más probabilidades que los hombres de realizar trabajos domésticos forzosos, de ser coaccionadas mediante la retención del salario y el abuso de la vulnerabilidad, de ser objeto de violencia física y sexual, así como de amenazas contra sus familiares.

Los hombres suelen padecer esta violación a sus derechos en el sector de la construcción. Es más frecuente que ellos sean forzados mediante amenazas de violencia y sanciones económicas.

Y las infancias no se escapan de esta tragedia, hay más de 3.3 millones en trabajo forzoso, “lo que representa alrededor del 12% de todas las personas” en esa situación. Pero esas cifras “pueden ser solo la punta del iceberg. El trabajo forzoso infantil constituye uno de los componentes del trabajo infantil”

Más de la mitad de las niñas, niños y adolescentes víctimas de trabajo forzoso “están involucrados en la explotación sexual comercial. El trabajo doméstico, la agricultura y la industria manufacturera son otros de los muchos sectores”.

 

Fuente El Economista

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