El Historiador Desmonta la Leyenda Negra como Construcción Propagandística del Siglo XX Promovida por Potencias Rivales

 

“La Conquista fue una Guerra Interétnica, no una Invasión Europea”: Lucena Reivindica una Visión más Compleja y Global del Pasado Hispánico

 

 

Redacción/CAMBIO 22  

El Imperio español fue la primera estructura política global de la historia y una de las más duraderas. Sin embargo, su memoria sigue lastrada por la “leyenda negra”: una narrativa que lo retrata como excepcionalmente cruel, codicioso y destructor. Para el historiador Manuel Lucena Giraldo, se trata de una construcción tardía —forjada sobre todo en el siglo XX— que simplifica el pasado imperial a partir del relato de la conquista de América.

Lejos de negar la violencia fundacional, Lucena sitúa esta imagen en el terreno de la propaganda, impulsada por potencias rivales como Inglaterra, los Países Bajos o Estados Unidos, que encontraron en el conquistador español al antagonista ideal. En esta entrevista, analiza los orígenes y la persistencia de esa leyenda, sus vínculos con los nacionalismos contemporáneos y advierte sobre su reverso igualmente ficticio: la “leyenda rosa”.

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Historia National Geographic: ¿Cómo se define la leyenda negra y qué ideas fuerza han alimentado esta visión sombría del Imperio español?

Manuel Lucena Giraldo: La leyenda negra es, ante todo, un invento del siglo XX. Hay que evitar confundir historia con leyenda: el propio término ya indica que hablamos de una ficción. La expresión “leyenda negra” se acuña en torno a 1910, sobre todo a partir de la obra de Julián Juderías, un políglota y traductor que ganó un premio de la Real Academia de la Historia. Aunque algunos se la atribuyen también a Emilia Pardo Bazán, a finales del siglo XIX. En cualquier caso, no es un término contemporáneo del Imperio español.

Se trata de una construcción postimperial, muy ligada al nacionalismo español tras la pérdida de las últimas colonias en 1898. Se busca una explicación a esa pérdida, y una de las más socorridas es la idea de una conspiración internacional —fundamentalmente angloamericana y neerlandesa— para desprestigiar al Imperio español. Es, en el fondo, una forma de victimismo histórico que olvida algo fundamental: todos los imperios han tenido su leyenda negra.

Historia National Geographic: ¿En qué momento histórico se intensificó la propaganda antiespañola impulsada por Inglaterra y los Países Bajos?

Manuel Lucena Giraldo: Insisto en una distinción clave: una cosa es la propaganda propia de la lucha entre imperios —que es normal y esperable— y otra muy distinta es lo que llamamos “leyenda negra”. Esta última implica una interiorización de esa propaganda, una asimilación del relato negativo por parte de los propios españoles.

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Es decir, no solo existió esa crítica desde ciertos laboratorios intelectuales —en Inglaterra, Alemania, Holanda, e incluso en Estados Unidos más adelante— sino que esa visión deformada fue asumida internamente, afectando la manera en que se interpretó la propia historia.

Por supuesto, hubo propaganda del enemigo. A finales del siglo XVI, durante las guerras de religión, el Imperio español bajo Felipe II estaba implicado en múltiples conflictos. Fue un momento crucial en el desarrollo de esa propaganda antiespañola.

Pero el concepto de “leyenda negra” como tal es un invento del siglo XX, que toma esa parte del relato y la convierte en un todo. Se utiliza para separar la experiencia del Imperio español de una visión más compleja y matizada. Y aquí también hay que señalar que existe un reverso: la “leyenda rosa”, esa otra narrativa en la que todo fue ejemplar e intachable. Y como toda leyenda, tampoco es historia. Lo importante es no confundirlas.

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Historia National Geographic: ¿Qué es exactamente la “leyenda rosa” y en qué momento histórico situaría su origen?

Manuel Lucena Giraldo: La “leyenda rosa” es, al igual que la negra, una visión sesgada del pasado imperial español. Si la leyenda negra solo ve lo negativo, la rosa hace justo lo contrario: solo resalta lo positivo.

Un momento clave en su origen es 1504, con el testamento de Isabel la Católica. Allí, la reina prohíbe la esclavitud de los naturales de las Indias —aunque la palabra “Indias” ni siquiera existía aún, se acuñó en 1507—. Ese gesto inaugura una percepción providencial y evangelizadora de la acción española, centrada en la justicia, los derechos internacionales y el humanitarismo cristiano.

Su expresión más radical sería el proceso de canonización de Isabel la Católica, una figura política absolutamente extraordinaria, sin duda. Pero ese instante, en el que se formula la prohibición de esclavizar a los indígenas, marca el punto de partida de una narrativa idealizada: desde la reina católica en adelante, habría una continuidad positiva y cristiana en la expansión española por el mundo. Y, como toda leyenda, es una construcción.

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Historia National Geographic: Volviendo a la “leyenda negra”, si España actuó como otras potencias imperiales, ¿por qué más sobre ella que sobre otros imperios coloniales europeos?

Manuel Lucena Giraldo: Porque el Imperio español fue un éxito. Fue la primera estructura política global de la historia de la humanidad. Y cuando alguien está en todas partes, también atrae enemigos en todas partes. Eso explica buena parte de esa reacción adversa, de esa necesidad de construir una propaganda antiespañola tan agresiva, moderna y sofisticada.

Hay que recordar que estamos en tiempos deimprenta, y eso cambia todo: la difusión de ideas y relatos negativos es mucho más rápida y amplia. Y España, en apenas 25 o 30 años, pasa a tener presencia simultánea en todos los continentes: está en el norte y sur de Italia, en los Países Bajos, Carlos I es emperador de los alemanes, y luego están las grandes gestas de Colón y Magallanes.

Ese “morir de éxito”, por decirlo así, explica que la monarquía española se convirtiera en blanco de tantas resistencias, negociaciones y guerras. Y precisamente porque el imperio resistió, se consolidó y duró casi 400 años —más que el británico, más que el francés, más que el estadounidense—, la leyenda negra fue tan persistente.

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Historia National Geographic: ¿Y qué hay de la violencia, el sometimiento y el exterminio de pueblos originarios? ¿No hay también elementos que sustentan esa parte del relato?

Manuel Lucena Giraldo: Toda fundación imperial conlleva violencia y conquista. De hecho, Bartolomé de las Casas, el llamado apóstol de los indígenas, consideraba la palabra “conquista” inadecuada por su origen maometano y proponía evitarla. Hoy, gracias a la nueva historia global hispánica de los últimos 20 años, entendemos mejor cómo se construyó el Imperio español.

Eso que llamamos “la conquista de América” fue, en realidad, una guerra interétnica. Los verdaderos conquistadores del imperio azteca fueron, en buena parte, otros pueblos mesoamericanos que llevaban décadas oprimidos por ese régimen militarista. No hay imperio sin colaboracionistas: muchas élites indígenas se integraron en la monarquía hispánica. Por eso, lo que a veces se presenta como una victoria europea fue más bien una compleja red de alianzas locales con presencias europeas delgadas, pero persistentes.

Claro que hubo episodios de extrema violencia fundacional, como la caída de Tenochtitlan o del Cusco. Pero lo relevante es lo que ocurrió después: cómo y por qué duró ese imperio. La clave está en las ciudades, que se convirtieron en espacios de mestizaje, interacción cultural, creación de castas y asombros globales. Esa fue la base del poder duradero de la monarquía española.

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Por supuesto, hubo factores devastadores como las epidemias. La viruela fue el gran asesino silencioso que diezmó a poblaciones indígenas desde 1492. Pero también hubo intercambio en sentido contrario: enfermedades como la sífilis llegaron a Europa desde América.

En definitiva, lo que se pone en marcha es un proceso de globalización. Violencia estructural, racismo estructural, comercio, saqueo, mestizaje… todo eso forma parte de un sistema en construcción. Y hay dos hitos cruciales: el hallazgo de la mina de Potosí en 1545 y el de Zacatecas dos décadas después. Con eso nace una economía mundo basada en la plata: el primer capitalismo global. Y ese, también, fue un éxito del Imperio español.

Historia National Geographic: A propósito de Bartolomé de las Casas, ¿qué papel tuvo en la formación de la leyenda negra? ¿Su testimonio fue utilizado de forma interesada?

Manuel Lucena Giraldo: Sí, claro. En esa guerra de propaganda —que es lo que realmente fue la leyenda negra— todo lo que pudiera reforzar una imagen negativa del Imperio español se aprovechó a fondo. Los enemigos de Felipe II, especialmente en los Países Bajos en guerra contra la monarquía hispánica, usaron el testimonio de Bartolomé de las Casas como una de sus principales armas.

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Las reproducciones gráficas de la “Brevísima relación de la destrucción de las Indias”, por ejemplo, con escenas de descuartizamientos, torturas, crueldades físicas, formaron parte de ese repertorio visual destinado a construir una opinión pública europea antihispana. Y ahí, Las Casas ofrecía un material perfecto para alimentar esa narrativa.

Al mismo tiempo, el indigenismo —esa ideología política actual que presenta a los pueblos originarios como habitantes de un paraíso edénico antes de la llegada de los europeos— ha elevado a Las Casas a una especie de santidad laica. Pero hay un dato clave que plantea preguntas a esa visión idealizada: cuando comienzan las guerras de independencia en América Latina, entre 1810 y 1820, prácticamente no hay indígenas que se posicionen contra la monarquía española.

Ese hecho es fundamental para entender la realidad de la época. Los pueblos indígenas defendían su permanencia en la monarquía porque esta les garantizaba resguardos, derechos colectivos, el poder de los caciques locales y la vigencia de estatutos legales propios. Todo eso desaparece en el siglo XIX, con la implantación del liberalismo, el fin de la propiedad comunal y la imposición de nuevas estructuras que, paradójicamente, significaron el verdadero ocaso del mundo indígena en América.

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Historia National Geographic: ¿Por qué ha perdurado tanto en el imaginario colectivo occidental la figura del conquistador español como cruel, codicioso y destructor?

Manuel Lucena Giraldo: Porque ha sido funcional. El Imperio español duró mucho, y esa larga duración favoreció la consolidación de una imagen deformada: la del conquistador tiránico, despótico e inhumano. Esa representación sirvió para legitimar proyectos políticos e identitarios de otras potencias emergentes.

Podemos rastrear sus orígenes en la propaganda de los Países Bajos durante las guerras contra Felipe II, en los años 1580-1590. Inglaterra también jugó un papel clave en el siglo XVII: la Inglaterra isabelina construyó buena parte de su viabilidad política enfrentándose a la monarquía española. En el norte de Italia, donde también había presencia española, se generó una percepción negativa similar.

Más adelante, en el siglo XVIII, la Ilustración francesa, con su construcción intelectual y política, fue explícitamente antihispana. Francia necesitaba un enemigo contra el cual definirse, y España cumplía ese papel.

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Y en el siglo XIX, Estados Unidos. No olvidemos que el 56% del territorio estadounidense actual pertenecía a España en 1800. En ese contexto, el nacionalismo norteamericano se definió como blanco, anglosajón, protestante… frente a una España mestiza, católica y barroca. Esa oposición simbólica culminó en la guerra de 1898, que fue una expresión de darwinismo político: una nación joven, moderna y tecnológica frente a un imperio latino decadente.

En definitiva, la leyenda negra ha atravesado cuatro siglos como una herramienta útil para otros imperios. Ahora bien, no caigamos en un etnocentrismo europeo: fuera de Occidente, en lugares como China, la imagen de España no está marcada por esa leyenda. Al contrario, se la percibe como un país europeo amigo, que no participó en el imperialismo avasallador del siglo XIX, como sí lo hicieron Francia, Gran Bretaña o Alemania.

 

 

 

 

Fuente: National Geographic

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